Hay sucesos que no se borran del todo, aunque el tiempo los cubra con polvo. Historias que no se quedan atrapadas en los archivos, sino que laten en la memoria de un pueblo que decidió enfrentarse a lo imposible. En el sureste de Gran Canaria, durante el siglo XVIII, la vida de los campesinos parecía marcada por la resignación y la obediencia. Pero un día, alguien dijo basta.
El eco de aquella rebeldía no solo transformó un municipio, sino que abrió la puerta a una nueva forma de entender la justicia social. Lo que comenzó como un pulso desigual entre vecinos humildes y poderes señoriales acabaría convirtiéndose en un ejemplo de resistencia colectiva.
El Motín de Agüimes
En 1718, los habitantes de Agüimes protagonizaron una revuelta sin precedentes contra el Conde de la Vega Grande, Francisco Amoreto. El motivo era claro: la presión asfixiante sobre la tierra, la explotación agrícola y los intentos de apropiación del territorio. Lejos de ser un estallido espontáneo, la revuelta estuvo organizada, con demandas formales, protestas y resistencia activa.
Aunque derivó en procesos judiciales y consecuencias sociales que se extendieron durante años, el balance fue extraordinario: se produjo una redistribución de tierras que modificó el mapa del sur de Gran Canaria. Lugares hoy reconocidos como Vecindario, Sardina del Sur, El Doctoral o Casa Santa nacieron de aquel proceso, dando forma a nuevas realidades geográficas y sociales.
El origen de los barrios
La historia de estos núcleos está ligada a la justicia popular. Vecindario consolidó su identidad precisamente en ese contexto, como símbolo de un reparto más equitativo entre el vecindario afectado por los abusos del conde. En el caso de El Doctoral, surgió como un agradecimiento colectivo hacia quienes defendieron la causa campesina ante el Consejo de Castilla.
Algunas parcelas se destinaron a fines solidarios, creando estructuras de ayuda que trascendieron lo local. Todo ello fue posible gracias al esfuerzo de hombres y mujeres que, con pocos recursos, demostraron que la acción colectiva podía doblegar a los grandes poderes.
Memoria y justicia social
El Motín de Agüimes no ha quedado como una simple nota a pie de página. Cada cierto tiempo, se celebran actividades culturales que recuerdan el episodio: representaciones teatrales, charlas históricas y encuentros vecinales en los que la comunidad revive aquellos días de tensión y valentía.
El simbolismo es evidente: se trata de un recordatorio de que la dignidad popular no se negocia, y de que incluso las comunidades más humildes son capaces de marcar un antes y un después en su historia.
@historiaparagandules 🔥 El siglo XVIII fue época en la que se desarrollaron numerosos movimientos sociales y en Gran Canaria. Concretamente destacó el motín de Agüimes de 1718. 🌾 Los vecinos del señorío episcopal de Agüimes trabajaban en unas tierras pertenecientes a la corona. Terrenos que el capitán Francisco Amoreto se adjudicó mediante una subasta. ⚔️ Los vecinos de la zona decidieron rebelarse ante semejante injusticia, un movimiento social, que fue apoyado, por buena parte de la población de Gran Canaria, llevando a la lucha hasta Vegueta. 👑 Finalmente, la corona de Castilla dictaminó que le reembolsaron al capitán Amareto, pues esas tierras, pertenecían a la corona y podían ser trabajadas por los campesinos mediante el pago de unas multas. #agüimes #aguimes #ingenio #historiadecanarias #historiamoderna ♬ sonido original - historiaparagandules
Un precedente en 1708
Diez años antes de la gran revuelta, Agüimes ya había vivido un episodio similar. En 1708, el obispo y señor del municipio, Juan Ruiz Simón, intentó apropiarse del trigo almacenado en el pósito comunal para su propio beneficio. Los vecinos se opusieron con firmeza, y de la mano del alcalde popular y capitán de milicias Antonio de Rojas, lograron expulsar la caravana de doce camellos que debía trasladar el grano.
Ese enfrentamiento, bautizado por algunos como la “Fuenteovejuna canaria”, fue el primer motín documentado. Una chispa inicial que anticipó el levantamiento mayor de 1718 y que consolidó la fama combativa de la villa.
La visión de Faneque Hernández
El historiador agüimense Faneque Hernández Bautista ha dedicado buena parte de su obra a rescatar estos sucesos. En 2023 presentó La reata de los doce camellos, un libro que narra con detalle la revuelta de 1708 y que fue prologado por Maximiano Trapero, Premio Canarias y profesor emérito de la ULPGC.
Escrito en forma de romance para facilitar su lectura, el texto servirá de base para una futura obra teatral. El autor, residente en Agüimes desde hace más de cuarenta años, ha sido catedrático de Geografía e Historia, inspector de Educación y organizador de proyectos europeos, además de integrar instituciones como El Museo Canario y el Consejo Municipal de Patrimonio Histórico.
Un legado de resistencia
Los dos motines, el de 1708 y el de 1718, dejaron una impronta de lucha y resistencia frente a los abusos de poder. Ese legado forma parte del orgullo de los habitantes de Agüimes, que lo mantienen vivo no solo en los libros de historia, sino también en la memoria cotidiana y en las celebraciones culturales.
Lo que nació de la necesidad de defender el pan y la tierra se convirtió en un mensaje universal: ningún pueblo es demasiado pequeño cuando se une para reclamar sus derechos más elementales.