En una isla donde la costa suele estar marcada por complejos hoteleros y paseos marítimos, hay un lugar que parece suspendido en el tiempo. Un espacio que resiste al hormigón, al ruido, al turismo masivo. Un rincón que no se ve desde la carretera ni se encuentra por casualidad: hay que buscarlo, caminarlo, merecerlo.
En el oeste de Gran Canaria, allí donde las montañas descienden abruptas hacia el mar y la tierra se impone sobre el asfalto, se encuentra uno de los secretos naturales mejor guardados del archipiélago. Su nombre: Güigüí, también escrito como Guguy. Su destino: convertirse en el próximo Parque Nacional de España.
Un paraje aislado
La Reserva Natural Especial de Güigüí es uno de los últimos paisajes vírgenes de Canarias. Situada entre imponentes acantilados, barrancos y playas remotas, solo se puede acceder a ella tras una caminata exigente o en barco desde La Aldea de San Nicolás o Agaete.
Esta dificultad de acceso no es un inconveniente, sino su principal virtud: ha permitido preservar ecosistemas únicos, alejados del impacto humano. En sus senderos y laderas sobreviven especies endémicas, vegetación autóctona como cardonales, tabaibales y palmerales, y un silencio roto solo por el viento.
Dos playas protegidas
En el corazón de la reserva se esconden dos playas tan bellas como difíciles de alcanzar: Güigüí Grande y Güigüí Chico. Ambas destacan por su arena volcánica oscura, aguas cristalinas y un entorno prácticamente intacto. No hay hamacas, chiringuitos ni carreteras que las conecten. Y eso es precisamente lo que las hace únicas.
Llegar a ellas implica superar más de dos horas de caminata entre desniveles y piedra caliente, pero quienes completan el camino coinciden en que vale cada paso. Esta inaccesibilidad ha sido, hasta ahora, su mejor defensa frente a la masificación turística.

Candidata a Parque Nacional
Desde hace años, asociaciones ecologistas, colectivos científicos y el Cabildo de Gran Canaria trabajan en una propuesta firme: convertir a Güigüí en Parque Nacional, lo que implicaría la máxima figura de protección ambiental a nivel estatal.
Este reconocimiento no solo blindaría legalmente el espacio ante posibles amenazas, sino que supondría una inversión pública en infraestructura sostenible, conservación de especies y educación ambiental. Además, permitiría potenciar el ecoturismo consciente, atrayendo a visitantes interesados en el senderismo, la biodiversidad y el contacto respetuoso con la naturaleza.
Un motor para la isla
Los defensores del proyecto insisten en que un Parque Nacional no significa necesariamente más visitantes, sino una mejor gestión del espacio. Se trata de garantizar la preservación del entorno natural mientras se generan oportunidades para la comunidad local a través de un modelo económico compatible con la sostenibilidad.
De hecho, Gran Canaria no cuenta aún con ningún Parque Nacional y Güigüí podría convertirse en el primero. Si se aprueba su declaración, sería también el quinto en Canarias, junto al Teide, la Caldera de Taburiente, Garajonay y Timanfaya; y el decimoséptimo de España.
Un paraíso aún secreto
Mientras el expediente avanza por los cauces burocráticos, Guguy sigue ahí, esperando, ajeno al ruido de los debates políticos y al ritmo frenético del turismo. Su belleza salvaje, su biodiversidad irrepetible y su carácter indómito lo convierten en uno de los últimos paraísos del archipiélago.
Que permanezca así depende, en gran parte, de que se reconozca oficialmente lo que ya es evidente para quienes lo han recorrido: que Güigüí no es solo un lugar hermoso, sino un símbolo de todo lo que Canarias aún puede proteger.