Un estudio de la ULPGC cuestiona la rentabilidad y demanda del tren en Gran Canaria. En la imagen, proyección del paso del tren por Gando. / AH
Un estudio de la ULPGC cuestiona la rentabilidad y demanda del tren en Gran Canaria. En la imagen, proyección del paso del tren por Gando. / AH

Un estudio de la ULPGC cuestiona la rentabilidad y demanda del tren en Gran Canaria

El documento académico, publicado hace cuatro años, advierte de costes elevados, baja captación de viajeros e impacto territorial

Martín Alonso

La firma esta semana del protocolo entre el Gobierno de España, el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Gran Canaria para impulsar el proyecto del tren ha devuelto al debate público una infraestructura que, desde hace más de dos décadas, arrastra dudas sobre su viabilidad. Un informe económico elaborado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) en junio de 2021, a través del Equipo de Investigación en Economía de las Infraestructuras, el Transporte y el Turismo (EITT) del Departamento de Análisis Económico Aplicado, concluye que el tren no es la mejor opción socioeconómica ni financiera para la movilidad de la isla.

Según el estudio, el proyecto requeriría más de 230 millones de euros en infraestructura, 60 millones en material móvil y un coste anual de explotación superior a los 20 millones de euros, sin que la demanda prevista garantice cubrir esas cifras. La ULPGC señala que la isla ha experimentado en las últimas décadas un estancamiento en el uso del transporte público y un crecimiento constante del vehículo privado, lo que complica aún más la captación de viajeros hacia un sistema rígido como el ferroviario.

Puntos débiles

Entre los puntos débiles del proyecto, el informe destaca la insuficiente demanda potencial, la poca flexibilidad frente a la guagua y la necesidad de realizar numerosos trasbordos debido a la baja densidad de estaciones: 41 frente a las más de 1.500 paradas de GLOBAL. Esto implicaría que, en muchos casos, el tren no resultaría competitivo en tiempo ni en comodidad, especialmente para desplazamientos urbanos o de corta distancia.

El estudio también alerta de los efectos negativos sobre el transporte público existente. Si parte de la demanda se desvía al tren, la empresa de guaguas podría verse obligada a reducir su oferta, elevando los costes para quienes sigan utilizando este medio. Además, la infraestructura conllevaría un importante impacto ambiental y territorial, al requerir más de 14 kilómetros de túneles y cerca de 6 kilómetros de viaductos que atraviesan barrancos sensibles como los de Tenoya o Guayadeque.

Beneficios

En cuanto a beneficios, la ULPGC reconoce que el tren aportaría mayor confort, puntualidad y reducción de tiempos de viaje en trayectos largos como el eje Las Palmas–Aeropuerto–Maspalomas, pero subraya que estos ahorros no bastan para compensar los costes generales de ejecución y mantenimiento.

Imagen de un prototipo del tren de Gran Canaria presentado hace más de una década./ AH
Imagen de un prototipo del tren de Gran Canaria presentado hace más de una década. / AH

La conclusión es clara: el proyecto podría ser socialmente deseable en determinados escenarios, si se prioriza la sostenibilidad y la reducción del tráfico privado, pero no resulta financieramente rentable con la estructura actual. El informe plantea que, antes de apostar por una obra de esta magnitud, se debe abrir un debate real sobre la integración multimodal, la mejora de frecuencias en la guagua y la reducción de tiempos de espera y trasbordo, factores que los usuarios valoran más que la mera velocidad del viaje.

El protocolo firmado esta semana abre una nueva etapa para un proyecto que nunca ha dejado indiferente. Sin embargo, el análisis académico deja sobre la mesa una advertencia: el tren de Gran Canaria podría convertirse en una infraestructura emblemática, pero también en un costoso error si no se ajusta a la realidad de la demanda insular.