La Dirección General de Costas ha autorizado la ocupación del litoral en San Bartolomé de Tirajana hasta finales de 2028 para la explotación ordenada y sostenible de los servicios turísticos en las principales playas del municipio: Santa Águeda, Meloneras, Maspalomas, Playa del Inglés, El Cochino, Las Burras y San Agustín.
La nueva autorización permitirá una gestión integral de kioscos, hamacas y sombrillas, eliminando la fragmentación de concesiones anterior. Entre las novedades destacan la incorporación de un sistema digital de reservas y pagos sin contacto y la implantación de estrictas medidas de protección ambiental, especialmente en zonas sensibles como la ZEC (Zona de Especial Conservación).
Reducción
Se reducirá el número de hamacas y sombrillas, se mejorará su diseño, y los kioscos tendrán movilidad semestral para minimizar el impacto sobre las dunas. También se ajustará la cantidad de contenedores según temporada, y se realizará un seguimiento del comportamiento de los usuarios para evaluar el efecto de estas medidas.
Además, unos 2.500 metros de costa quedarán libres de equipamiento, excepto por los servicios de vigilancia y un punto de información. La ocupación del espacio costero estará limitada al 10% en tramos naturales y al 50% en urbanos, garantizando el respeto a las zonas protegidas como las Dunas de Maspalomas.
Kioscos
En total, se autoriza la instalación de 9 kioscos-bar, 8 terrazas, 2 kioscos taquillas, 3.994 hamacas, 1.997 sombrillas y 45 hamacas balinesas, además de nuevas pérgolas y zonas de vigilancia.
La Playa del Inglés renovará su zona de vóley playa, que se separará más del área de hamacas para ganar en comodidad y seguridad. Por su parte, en Las Burras y San Agustín se habilitarán parques infantiles como parte de una estrategia para diversificar el uso del litoral y hacerlo más familiar.
Aforo
El plan incluye también un sistema de control de aforo por temporadas y la creación de una comisión ejecutiva entre administraciones para coordinar la limpieza, controlar el uso del espacio y hacer seguimiento del impacto ambiental.
El proyecto busca equilibrar el uso turístico con la conservación del litoral, elevando la calidad del servicio y garantizando que las playas sigan siendo espacios públicos, naturales y funcionales.