A simple vista parece un barrio tranquilo de Canarias, con casas bajas, calles estrechas y vecinos que se saludan al cruzarse. Pero basta con fijarse un poco más para descubrir que allí conviven dos realidades distintas en un mismo espacio. Una acera pertenece a un municipio, la otra a otro diferente. Incluso la misma calle cambia de nombre según el tramo.
Este peculiar escenario en Gran Canaria ha sorprendido en redes sociales, donde un vecino relató lo curioso que resulta vivir en un lugar donde los límites municipales no son una línea imaginaria, sino algo que se palpa a diario.
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El barrio de Trapiche
El usuario de TikTok @orlandohnv lo contó de manera sencilla: “El barrio pertenece la mitad a Arucas, casi 40 mil habitantes, y la mitad a Firgas, con poco más de 7 mil. Por la calle por la que voy caminando tiene dos nombres. De la mitad para acá tiene un nombre, y de la mitad para acá tiene otro”.
La vía en cuestión es conocida como Pasaje Roque Nublo en la parte de Arucas, mientras que en el tramo de Firgas recibe el nombre de calle Párroco Arencibia Gil. Una misma calle, dos municipios y dos denominaciones oficiales que conviven en paralelo.
Diferencias visibles en la misma calle
El propio usuario añadió otra observación llamativa: “El alumbrado público en la parte de Arucas la luz es blanca y en la parte de Firgas es amarilla”. Un contraste que, más allá de lo anecdótico, simboliza cómo un mismo barrio puede estar sujeto a normativas y gestiones municipales distintas.
El barrio en cuestión es Trapiche, un pago situado junto a la carretera GC-331, que conecta Cambalud con Bañaderos. Su topónimo se remonta al antiguo trapiche de caña de azúcar que existió en la zona hasta 1647, donde se obtenía el guarapo que después se transformaba en azúcar en los ingenios de la isla.
Un barrio con historia
Más allá de la curiosidad actual, Trapiche tiene un profundo vínculo con la historia económica de Gran Canaria. Los trapiches fueron molinos esenciales en la época de la caña de azúcar, una de las principales actividades productivas de la isla tras la conquista.
Hoy, lo que queda es un barrio singular que ha sabido mantener su identidad pese a estar dividido administrativamente. Un lugar donde los vecinos conviven con normalidad, acostumbrados a que una calle pueda tener dos nombres y hasta dos alumbrados distintos.