Imagen de Mogán, pueblo de Canarias / TURISMO DE ESPAÑA
Imagen de Mogán, pueblo de Canarias / TURISMO DE ESPAÑA

Este pueblo canario presume del mejor clima del mundo, y la ciencia lo avala: más de 300 días de sol

La posición geográfica de este pueblo de Canarias, resguardada por las montañas del interior de la isla, crea un microclima único que bloquea las nubes y suaviza las temperaturas

Irene Cartaya

Hay rincones donde el sol parece haber firmado un contrato eterno con el cielo. Uno de ellos está en Gran Canaria, y su nombre es Mogán. En este municipio del suroeste, los días se suceden entre cielos despejados, temperaturas suaves y una calma que parece detener el tiempo. Aquí, el invierno es solo una palabra y el abrigo un recuerdo.

Vivir en Mogán es convivir con la luz. Sus vecinos desayunan al aire libre incluso en enero, pasean por la costa en cholas o sandalias mientras Europa se abriga y disfrutan de una sensación constante de verano permanente. No es casualidad que la Organización Mundial de la Salud (OMS) haya reconocido este enclave como uno de los lugares con mejor clima del planeta.

Explicación científica

La explicación es científica. Su posición geográfica, resguardada por las montañas del interior de la isla, crea un microclima único que bloquea las nubes y suaviza las temperaturas. Las lluvias apenas hacen acto de presencia, y los vientos del norte se disipan antes de llegar. El resultado: más de 300 días de sol al año y un ambiente estable que rara vez baja de los 20 grados en invierno o supera los 26 en verano.

El secreto de Mogán está en su equilibrio. No sufre los calores sofocantes del desierto ni el frío húmedo del invierno. Aquí las noches de agosto son templadas y los días de diciembre se viven en manga corta. Este clima ha convertido al municipio en un refugio perfecto para quienes buscan huir del frío sin enfrentarse a los excesos tropicales.

La Venecia de Canarias

Pero el encanto de Mogán no se detiene en el termómetro. En su costa se encuentra el Puerto de Mogán, un pequeño laberinto de canales, puentes y casas encaladas que le ha valido el apodo de “la Venecia canaria”. Pasear por sus calles bordeadas de buganvillas, tomar un café junto al muelle o perderse entre las tiendas artesanales es casi un ritual para quienes lo visitan.

Y, como no podía ser de otra forma, las playas son parte esencial del paisaje. Amadores, con su arena dorada y sus aguas turquesas, invita al descanso absoluto. La playa de Puerto de Mogán, más familiar y acogedora, permite disfrutar del mar sin salir del casco urbano. Y Taurito, rodeada de hoteles y ambiente durante todo el año, demuestra que en Mogán la vida se vive al aire libre.

Entre mar y montaña

Pese a su fama costera, el municipio guarda también un alma de montaña. Sus barrancos volcánicos y senderos ofrecen una cara distinta del paraíso. Uno de los más conocidos es el barranco de Veneguera, una ruta donde las palmeras y la flora autóctona se abren paso entre la roca negra y los colores ocres del paisaje. Desde sus miradores, el Atlántico se despliega en toda su inmensidad, recordando la estrecha convivencia entre la naturaleza salvaje y la vida humana.

En Mogán, enero puede ser tan veraniego como julio. Al atardecer, las terrazas del puerto se llenan de risas, música y miradas que se pierden en el horizonte. El sol se despide despacio, como si tampoco quisiera irse. Y es que en Mogán, más que un destino, el clima es una promesa.