Gran Canaria, una isla de contrastes que esconde vestigios de culturas ancestrales que habitaron su territorio mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos. Una de las formas más fascinantes de conocer su historia es a través de la ruta circular de grabados rupestres, un recorrido que ofrece paisajes impresionantes y en el que se puede contemplar un retrato gráfico de la historia aborigen de la isla.
Un viaje al pasado
La ruta circular de grabados rupestres de Gran Canaria se encuentra en el Barranco de Balos, un enclave arqueológico de gran relevancia situado entre los municipios de Agüimes y Santa Lucía de Tirajana. Este barranco alberga el conjunto más destacado de grabados rupestres de la isla, conocidos como los Letreros de Balos.
Los grabados se distribuyen a lo largo de un macizo basáltico de más de 600 metros de longitud, con una variedad de formas que incluyen representaciones geométricas, zoomorfas y antropomorfas. Están hechos mediante la técnica del picado de trazo continuo, aunque también se observan incisiones y abrasiones.
Estos petroglifos han sido objeto de estudio desde mediados del siglo XX. El yacimiento de los Letreros de Balos es considerado uno de los más importantes de Gran Canaria. La ubicación estratégica del macizo basáltico, en medio del barranco, sugiere que este lugar tuvo un significado especial para los antiguos habitantes de la isla.
Itinerario del recorrido
La ruta circular comienza en el área de Los Llanos, en el municipio de Santa Lucía de Tirajana, y se dirige hacia el monumento natural Roque Aguayro. Se trata de un recorrido circular de 6,5 kilómetros, cuya duración puede oscilar entre 3 o 4 horas. A lo largo de la excursión, los senderistas tienen la oportunidad de observar diversos grabados rupestres mientras contemplan una gran diversidad de paisajes.
Una de las paradas imprescindibles son las cuevas del Barranco de Balos, con pinturas rupestres rojas realizadas con pigmentos naturales por los aborígenes de la isla. Además, a lo largo del barranco hay diferentes cuevas de habitación, usadas en su momento como viviendas, que aún conservan restos de muros de piedra seca y silos.
El sendero atraviesa diferentes microclimas, desde las áridas laderas del Roque Aguayro, donde predominan las tabaibas y cardones, hasta las zonas más húmedas cerca del Barranco de Balos, donde crecen especies como el balillo y el verode.
Consejos prácticos para disfrutar de la ruta
La ruta circular de grabados rupestres requiere tener una preparación adecuada y llevar calzado adecuado para montaña, agua suficiente, protector solar y una cámara fotográfica para capturar los impresionantes paisajes y grabados.
La dificultad del recorrido es moderada, por lo que se aconseja tener experiencia previa en este tipo de terrenos. La mejor época del año para realizarla es durante la primavera y el otoño, cuando las temperaturas son más agradables.
Aunque la ruta es de acceso público y no requiere de permisos especiales, es primordial respetar el entorno y los elementos arqueológicos. Esto implica no tocar ni alterar los grabados, no dejar basura y seguir siempre los caminos marcados. Por último, se recomienda familiarizarse con los puntos de inicio y final del trayecto, así como llevar el teléfono móvil cargado.
