La noche de este martes marcó un pequeño hito para los jugadores del Club de Rugby Universidad La Laguna (CRULL). Anoche, una veintena de ellos se juntaron en el campo de rugby de la ULL. Sobre el césped se vieron miradas y sonrisas cómplices, caras de compañeros que llevaban tiempo desvinculados del equipo... Algo había pasado.
Y es que la noche de este martes fue la primera en aproximadamente 15 años -las memorias de la vieja guardia del club fallan al respecto- que el equipo pudo entrenar en el campo de la universidad que le da nombre, su feudo, su casa.
Problemas con el césped y los horarios
"El CRULL vuelve al lugar de donde nunca tuvo que haber salido", celebraban tras el primer entrenamiento en sus redes sociales. Aunque el CRULL ha podido jugar en ese campo desde que acabó la pandemia, volver a entrenar en su casa era una reivindicación histórica del combinado desde que hace tres lustros tuvo que marcharse por problemas con el mantenimiento del césped e incompatibilidad de horarios.
Por aquel entonces, la hierba que cubría el campo era natural y las instalaciones carecían de iluminación artificial. Cuando llovía -algo muy habitual en La Laguna-, el suelo se embarraba. Los tacos de las botas de los jugadores, gruesos y de aluminio, levantaban la hierba, que luego había que replantar. Además, a partir de las 18:00 de la tarde en invierno, una vez se ponía el sol, era imposible ver la pelota.
Creado por universitarios
El CRULL, aunque lleva el nombre de la universidad, es una de las contadísimas organizaciones a las que, pese a no ser parte de la ULL, la institución les permite lucir su nombre. Como ocurre de forma habitual en este deporte, el club fue fundado en su día en el seno de la Universidad de La Laguna, pero acabó por federarse para competir en ligas regionales no universitarias.
No son pocos los ejemplos en el panorama rugbístico español. Ingenieros Industriales, Aeronauticos, Veterinaria, Arquitectura, Ciencias... Son un puñado de nombres de clubes federados en España que compiten en diferentes categorías -algunos de ellos incluso en División de Honor o División de Honor B- que fueron creados por universitarios pero acabaron por separar sus caminos.
Durante un tiempo, la sección universitaria del CRULL nutrió de jugadores a la federada, que se marchó a las instalaciones deportivas de Montaña Pacho, en Los Andenes, cuando tuvo que exiliarse forzosamente de la universidad. Hoy en día, apenas hay contacto entre el equipo federado y el universitario, aunque comparten campo y colores.
Semiabandonado
Tras la marcha del CRULL de su campo histórico, el terreno quedó desvirtuado. Poco a poco, el campo, sin rugby, fue cayendo en el más absoluto desaliño. Sí que hubo un tiempo durante el que el CRULL continuó jugando los fines de semana en el terreno de la ULL, pero finalmente, y en vista de lo caro que resultaba el mantenimiento, la universidas dejó de permitir al combinado lagunero jugar allí.
El césped dejó de cuidarse y creció sin control. Antes de ser sustituido por el artificial, hubo incluso un intento del CD Tenerife de utilizar el campo de rugby de la ULL como espacio para cultivar su propio césped para el Heliodoro, aunque aquella idea se descartó.
Una reforma a trompicones
Finalmente, antes de la pandemia, la ULL decidió remodelar todo el espacio y poner un campo de césped artificial que sirviese no sólo para rugby, sino también para otros deportes.
Pero la licitación del césped artificial presentó varios inconvenientes, luego llegó la pandemia de la COVID-19, el cierre de instalaciones deportivas por motivos sanitarios y numerosas obras en el complejo deportivo de la ULL que han obligado a que la reinauguración del campo se tuviese que posponer hasta pasada la crisis sanitaria.
Regreso definitivo
Las dos últimas temporadas, el CRULL ha podido jugar la mayoría de sus encuentros en su estadio, pero la vuelta a los entrenamientos sólo ha sido posible este mes de octubre gracias a la instalación de focos en el campo y la pista de atletismo.
Hace casi 50 años que el Club de Rugby Universidad La Laguna se fundó en la ULL a propuesta del propio rectorado. Aunque apenas queden en el equipo jugadores de aquel grupo de fundadores y la inmensa mayoría de sus deportistas hace muchos años que dejaron atrás las clases, poder regresar al campo de la universidad ha sido todo un golpe de moral para un club histórico del rugby en Canarias.