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Imagen de una persona recorriendo La Graciosa (Canarias) en bicicleta / VISIT LA GRACIOSA

Canarias tiene más de 500 playas y la más bonita está en esta isla: ideal para recorrer en bicicleta

Un paraíso salvaje en Canarias donde las playas vírgenes y los paisajes volcánicos crean la escapada perfecta para amantes de la naturaleza y la aventura

Canarias esconde auténticos tesoros naturales entre sus más de 500 playas, un paraíso de aguas turquesas y paisajes volcánicos que enamoran a quien lo visita. Sin embargo, hay un rincón especial que destaca sobre el resto, tanto por su belleza como por la experiencia única que ofrece.

Hablamos de un lugar remoto, donde el reloj parece detenerse y la naturaleza muestra su mejor cara. 

La joya: La Graciosa

Situada al norte de Lanzarote, La Graciosa es la octava isla habitada de Canarias desde 2018. Con apenas 29 kilómetros cuadrados y unos 700 habitantes, esta isla se ha convertido en un refugio para quienes buscan desconectar por completo. Lo curioso es que no tiene calles asfaltadas, lo que le da un aire salvaje y auténtico difícil de encontrar en otros lugares del mundo.

Por su tamaño y características, recorrer La Graciosa en bicicleta es casi una obligación para descubrirla al completo. Los caminos de tierra llevan a calas y playas solitarias donde apenas hay rastro humano —como quieren mantener para evitar la masificación que han sufrido las otras islas—. Otra opción para explorar su costa es apuntarse a alguna de las excursiones en barco que recorren los rincones más mágicos de esta isla protegida.

La Francesa: la más bonita

Entre todas las playas que esconde La Graciosa, la más popular es La Francesa, situada al sur. Sus aguas tranquilas y transparentes la convierten en un paraíso para practicar snorkel y admirar la fauna marina típica del Atlántico. Desde la orilla, la vista hacia los Riscos de Famara es simplemente espectacular, ofreciendo uno de los paisajes más icónicos del archipiélago.

Además de disfrutar de sus playas, merece la pena hacer la caminata hasta el volcán Montaña Amarilla, donde el contraste entre el amarillo intenso de la montaña y el azul turquesa del mar deja imágenes inolvidables. Y, por supuesto, no puedes irte sin degustar la gastronomía local en Caleta de Sebo, especialmente el pescado fresco como el bocinegro o la morena.