En mitad de un paisaje árido, donde la tierra aún vive del recuerdo de antiguas erupciones, se alza un lugar donde la gastronomía se funde con la fuerza del interior del planeta. No hay gas ni electricidad. Solo el calor puro y salvaje que emana del corazón de la tierra y transforma cada plato en una experiencia inolvidable.
Comer aquí no es simplemente saciar el hambre: es rendir tributo a los elementos. La piedra, el fuego, el viento y el tiempo son los verdaderos cocineros. Y quien se sienta a la mesa, lo sabe.
El corazón de la montaña
El restaurante se encuentra en el epicentro de uno de los parajes más impactantes de Canarias: el Parque Nacional de Timanfaya, en Lanzarote. En este entorno modelado por la lava y el silencio, se cocina con energía geotérmica real, sin trampa ni cartón. El calor natural que desprende el subsuelo alcanza temperaturas de hasta 600 grados, suficientes para asar pescados y carnes sin necesidad de fuego artificial.
Aquí, el asador no es convencional. Es una barbacoa volcánica instalada directamente sobre un respiradero natural del suelo. El restaurante, bautizado con el nombre de El Diablo, está construido con piedra volcánica y rodeado por las Montañas del Fuego, una visión que parece más propia de Marte que de nuestro planeta.
Cocina con identidad
El menú hace honor al lugar. Entre los platos más destacados se encuentran las carnes a la brasa volcánica, pescados frescos del Atlántico, papas arrugadas con mojo, quesos artesanales y postres elaborados con ingredientes tan locales como el gofio o el bienmesabe.
A través de sus enormes ventanales, los comensales contemplan un mar de lava solidificada, cráteres dormidos y un horizonte de ceniza que corta el aliento. Comer aquí no solo alimenta el cuerpo, también despierta la consciencia del origen.
Experiencia única y asequible
Pese a lo exclusivo de su propuesta, El Diablo mantiene precios accesibles, convirtiéndose en una visita obligatoria para quienes exploran Lanzarote. La sensación de probar un filete cocinado por el calor de un volcán activo es, literalmente, algo que no se puede vivir en otro lugar del mundo.
Este rincón gastronómico es mucho más que un restaurante: es una puerta abierta a la historia geológica de Canarias y una forma innovadora de convivir con su poderosa naturaleza.
