Raquel Marín

Opinión

El cerebro es más longevo en buena compañía

Neurocientífica

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Una de las frases más célebres de Rita Levi Montalcini, neurocientífica y Premio Nobel de fisiología y medicina en 1986 fue aquella en la que afirmaba que “Las emociones son el sistema más complejo que nuestro cerebro alberga, y el que predomina en nuestra existencia”.

Las emociones son uno de los motores principales del cerebro.

Un cerebro muy sociable

Uno de los éxitos fundamentales de nuestra especie en la evolución ha consistido en la gran capacidad que tiene el cerebro humano de adaptarse a los entornos y lo contextos. Lo que se denomina “plasticidad cerebral” que se estimula significativamente cuando interaccionamos con otros individuos.

El cerebro humano evolucionó para adaptarse a formar parte de grupos en sociedades cada vez más complejas.

Si nos remontamos a la época principal de la existencia del ser humano de vida nómada, podemos comprobar que desde las tribus más ancestrales la mayor parte de la actividad energética y metabólica diaria consistía establecer vínculos sociales y afectivos. El ser humano siempre se ha agrupado en las actividades cotidianas diarias como alimentarse o defenderse, y también en las más “elevadas”, desde compartir pensamientos abstractos o espirituales hasta aquellos que son fruto de la creatividad.

La felicidad reside en el entorno social

Tan importante es mantener el cerebro socialmente activo que hay estudios que demuestran que las personas que se declaran más felices son las que tienen una vida social saludable.

En un estudio efectuado con una amplia cohorte de población de EE.UU. se encontró que el 31,5% de las personas encuestadas se declaraban “muy felices”. Cuando se les preguntaba sobre la razón fundamental de su felicidad todas incidían en el hecho de que eran felices porque tenían personas con las que hablar cuando están tristes, que les acompañen en caso de enfermedad o que les presten algo de dinero cuando están necesitados.

Lo más interesante era que el grupo de personas muy felices no coincidían en edad, género o situación económica u origen étnico, sino que tenían en común este aspecto de sentirse en buena compañía.

Pero además, en el estudio concluyeron que las personas muy felices vivían más tiempo y tenían menos riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

A más amistades, menos riesgo de demencia senil

Se ha demostrado científicamente que tener amistades contribuye a reducir el riesgo de demencia senil en sexagenarios en un 12%. En el estudio efectuado en Reino Unido se comprobó que los participantes que visitaban a sus amigos con frecuencia tenían menos incidencia de Alzhéimer al llegar a octogenarios.

Curiosamente, este beneficio en el cerebro no ocurría significativamente cuando estas personas visitaban únicamente a familiares. Los autores del estudio explican que la interacción social generada una gimnasia mental basada en el ejercicio de comunicarse verbal y corporalmente, estimular las emociones, la sincronización cerebral, la empatía y la motivación. En definitiva, estar con las amistades es una medicina preventiva, que mantiene el cerebro conectado, aumentando la reserva cognitiva.

Para que el contacto social sea terapéuticamente más eficaz conviene acompañarlo de la interacción física. Mirarse a la cara, el tacto y olor de otras personas afectivas liberan una gran cantidad de sustancias químicas que utilizan las neuronas para reforzar los lazos afectivos, relajarse, sentir placer e incluso atenuar el dolor. El mero hecho de intercambiar abrazos con otras personas estimula en el cerebro la
producción de moléculas como la dopamina y la serotonina que fomentan la motivación, la memoria, el ánimo, el placer y hasta los permiten dormir mejor.

El aislamiento social puede envejecer el cerebro precozmente

Las estadísticas indican que la sensación de soledad va en aumento en la población. En algunos países como Estados Unidos o Japón se calcula que aproximadamente un 25% de la población no tienen personas con las que dialogar e interaccionar afectivamente. El aislamiento social se ha convertido en un problema de salud pública para muchos gobiernos. A modo de ejemplo, Reino Unido mantiene un
Departamento Ministerial dedicado únicamente al problema de aislamiento social creciente en sus ciudadanos.

La soledad no deseada es anómala en la naturaleza del cerebro humano y puede generar un envejecimiento precoz del cerebro, aumentar el riesgo de neuropatologías y reducir la esperanza de vida. La interacción social es tan importante para la salud que se considera que la soledad genera más riesgo de muerte frente al estilo de vida poco saludable como el consumo excesivo de alcohol o grasas saturadas
o vivir en lugares con alto índice de contaminación atmosférica.

No escatimes en caricias positivas

En tiempos de COVID con las restricciones para el contacto físico pueden ser emocionalmente reconfortantes los denominados “abrazos virtuales” o caricias positivas: Una sonrisa, una palabra de afecto o ánimo pueden ser reconfortantes para la salud mental.
No escatimes en caricias de todo tipo para que el cerebro permanezca eternamente joven.


Para saber más:

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