Víctor Yanes

Opinión

Consciencia kafkiana

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La plena y transparente consciencia de Franz Kafka es una aguda visión, casi enciclopédica, que destierra cualquier mínima invitación al histrionismo emocional. Eso es, también, “Carta al padre”. Todos hemos tenido padre (en ausencia o en presencia) pero resulta infrecuente, en el arduo trabajo de reconstrucción de los hechos, tomar distancia, observar como desde fuera. 

Kafka sale de sí mismo en un prodigioso ejercicio de racional arbitraje, pudiendo comparar la grandeza de su carta autobiográfica con la habilidad única de un joven cirujano que, en su brillantez técnica y de conocimiento, abre el cuerpo de su propio padre para entenderlo todo, para entenderse a sí mismo y, en este caso, para abarcar desde el minucioso análisis, a su autoritario mentor. El padre de Franz, Hermann Kafka, era un hombre de enormes limitaciones emocionales y practicante de una escandalosa hipocresía. 

El autoritarismo paterno, empujado por un general y profundo resentimiento y odio hacia el resto de personas que habitan el mundo. Odio, desprecio y brutalidad psicológica que dirige, Hermann Kafka, hacia su hijo Franz. 

En la larguísima carta que el genial escritor checo le dedica a su padre, queda patente la relación de dependencia existente entre hijo y padre. Kafka, un ser diminuto ante la aplastante capacidad de humillación de su padre. Franz, atrapado en su carácter, que lo define como una persona tímida e insegura y en el que confluye una irresoluble ambivalencia, tan común como humana: los sentimientos de admiración temerosa del que ama igual que un siervo o súbdito y lo hace desde el terrorífico miedo a ser aniquilado, por un lado y la rabia contra ese ser amado, que realmente no ama y ejecuta su adoctrinamiento desde la violencia, por otro. 

“Carta al padre”, es una de esas raras genialidades literarias que abre una plausible oportunidad para el alivio, porque Franz Kafka escribe esta carta para equilibrar las fuerzas, en su particular batalla amarga contra el miedo y su propio sentimiento de existencia insignificante. Escribe una carta a su padre, sin trampa y con la lucidez, tal vez, de los que huyen del teatro retórico, casi ingrávido, de las víctimas oprimidas.

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Portada de "Carta al padre" | VY