Santiago Negrín

Opinión

El fin de una década...

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Solo han pasado 30 y tantos años. Parece que fue ayer cuando en la década de los 80, se podía ir sin casco en la moto, sin cinturón de seguridad, y la tasa de alcoholemia permitida, era más o menos de 0.80 (hoy, eso la triplica). Se fumaba en los aviones y en los hospitales. Los premios de la Lotería no pagaban impuestos y los bares no tenían horario de cierre. Ahora el Virus ya se encarga de cerrarlos.

Los productos veganos eran asunto de gente rara, y ver un chino por la calle, era como contemplar una especie extraterrestre. En los supermercados, nada de exquisiteces: arroz Rocíogalletas María leche Millac. Los polos de Clipper de fresa, de la hielera de la nevera costaban menos de un céntimo. Hoy, entre guantes, mascarillas y distancias, mil chocolates y helados nos gritan desde las estanterías del Super.  

Si te caías jugando al fútbol, enseñabas la herida y te gritaban: “anda coño, échate un puñado de tierra y sigue jugando...”. Sinceramente no sé cómo escapamos vivos a esa década...ni cómo escaparemos a la que viene en unos días. Supongo que seguiremos viviendo y muriendo igual. Supongo que el coche o la moto, a pesar de tantas campañas de prevención, seguirán siendo armas de destrucción masiva.

Con la falsa seguridad en la que nos hicieron creer, llegó una Pandemia decidida a hacer buena la teoría de Darwin, y a hacer una limpieza étnico-planetaria, porque cada cierto tiempo, hay que barrer y fregar la casa. Fíjense si nos vamos resignando a vivir de esta manera tan ruin, que un amigo me comentaba ayer: “carajo, a ver si pasa ya esta Navidad, que me tiene frito, y volvemos a la tranquilidad de la Pandemia”. Que miedo...

Llegamos al final de una década, donde todo ha ocurrido, con 1.7 millones de muertos, la cuenta en negro y quemada, y agarrándonos a la esperanza como a clavo ardiendo. En Canarias, el clavo del Turismo, ya no se sujeta a la pared. Menos mal que este invierno ha llovido algo, a ver si llenamos las garrafas para la travesía en el desierto que nos espera. Como decía Lenin: “Hay décadas donde nada ocurre y semanas donde ocurren décadas...”