José María Cabrera

Opinión

Iglesia y Convento de San Agustín

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La Orden de los Ermitaños de San Agustín se estableció en la recién fundada villa de San Cristóbal de La Laguna a finales del siglo XV. Se cree que su primera casa fue el Hospital del Santo Espíritu, situado en los límites de la Villa, y ya en 1.500 consta la construcción del Convento, que hoy conserva su distribución original.

Destaca el primer claustro, de arquitectura renacentista, rodeado de columnas de cantería roja con capiteles variados y un fabuloso jardín interior.

Existe un segundo claustro, hoy reformado, al que se conecta con arcos de piedra de medio punto sostenidos por columnas acanaladas, existiendo también uno de forma ligeramente ojival, testimonio de arquitectura conventual medieval.

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En cuanto a la iglesia, su historia incluye tres, una primera que fue provisional, posteriormente una segunda, que fue denominada la vieja por los propios frailes, que llegó a tener tres naves y fue construida a medida que personas, familias o cofradías iban aportando fondos y materiales para sufragar la construcción de capillas. Lamentablemente la combinación de materiales y el largo proceso de construcción, propiciaron que a comienzos del S. XVIII hubiese que demolerlo y fabricar un tercer templo desde sus cimientos, obra promovida por fray Antonio Jacob Machado, que comenzó en 1755 y concluyó en 1781.

El nuevo templo, de aspecto monumental, estaba compuesto de tres naves a la misma altura, columnas en cantería azul de orden toscano y base poligonal y cubiertas de madera, de estilo claramente barroco, fue casi totalmente destruido en el incendio de 1964.

En el incendio se perdieron gran cantidad de imágenes, como la del Ecce Homo, el Cristo de Burgos o la Virgen de la Cinta, entre otras muchas, salvándose la Virgen de la Soledad, así como algunas tumbas que aún puede observar en el suelo original de la iglesia.

En su fachada lateral, secundaria pero con notable presencia en el espacio urbano, permanecen aún al nivel de las ventanas sendos escudos de armas tallados en cantería; a los pies, el de la familia Machado y en la cabecera, el de los Llarena. En ambos casos, testimonio de la titularidad familiar de las capillas ubicadas en esos lugares.

El edificio ha sufrido intervenciones a lo largo del tiempo, las más representativas la construcción en 1926 de los pabellones que dan a las calles Anchieta y Rodríguez Moure, los cambios introducidos posteriormente por el Arquitecto Domingo Pisaca y finalmente los realizados por el Gobierno de Canarias y el Cabildo Insular. Desde la desamortización de 1836 ha sido usado como centro educativo universitario, colegio de internado, estación meteorológica, primera biblioteca provincial, hospital, prisión o comedor social. El 25 de Julio de 1983 fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento y hoy está considerado uno de los elementos históricos más importantes de la ciudad.


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