Felipe Ravina, biólogo marino

Opinión

Instagram vs. realidad

Graduado en Ciencias del Mar y productor de documentales submarinos

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En los últimos años, Instagram se ha convertido en una plataforma excelente para la difusión y divulgación. Sin embargo, hay un lado “oscuro” que con el paso del tiempo cada vez se hace más evidente.

La ubicación de los lugares

Existen numerosos casos de lugares que hace años eran prácticamente desconocidos (pongamos el ejemplo de ciertos charcos o lugares en la costa de Canarias) y desde que se publica su ubicación en redes sociales se vuelven conocidos y se pierde su encanto. Aunque el mayor problema es el impacto que tienen los visitantes en dichos ecosistemas.

En el caso de los charcos, el impacto de los visitantes puede llegar a ser muy alto, ya que son ecosistemas de un tamaño reducido, y la visita de decenas de personas le puede pasar factura a la gran cantidad de habitantes que viven en su interior. Entrar al agua con crema solar (con componentes químicos dañinos para la fauna marina), pisotear la zona o llevarse conchas y caracolas son algunas acciones que, realizadas repetidamente por un gran número de personas, pueden hacer que un ecosistema intacto se convierta en un lugar sin vida.

¿Todo por la foto?

¿Cuál es el objetivo? Parece que en los últimos años, todo vale con tal de sacar una buena foto para nuestros seguidores en Instagram. Cuando estaba en El Hierro grabando los tiburones solrayo, vi en repetidas ocasiones como diferentes personas se acercaban sin ningún respeto hacia los tiburones para sacarse un “selfie” con ellos. Tenían delante un animal prehistórico que se observa en muy pocos lugares del mundo y, en lugar de admirarlo, lo único que importaba era la foto para Instagram…ni siquiera los miraban.

Lo mismo lleva ocurriendo en Tenerife durante años con las tortugas verdes. Decenas y hasta cientos de personas persiguiendo a los animales a diario, con el único objetivo de sacarse una foto con las tortugas con su “palo selfie”. ¿Qué pensarían si una persona empieza a invadirles su espacio vital mientras van caminando por la calle? Una vez todo esto se publica en redes sociales, con su correspondiente ubicación, esto atraerá a muchos más visitantes que irán a ese lugar a hacer lo mismo, por lo tanto es un bucle en el que los único perjudicados son los animales y los ecosistemas que habitan. Lo ideal sería que a la hora de hacer una publicación en cualquier red social nos hagamos la siguiente pregunta. ¿Qué impacto puede tener en los animales/ecosistemas esta foto que voy a subir? ¿Es realmente necesario subir esta foto? ¿O simplemente la estoy subiendo para conseguir la validación de los demás?

Necesidad de validación

En mi opinión, el mayor problema de Instagram es la necesidad constante de validación. De conseguir la mejor foto a cualquier precio. De conseguir el mayor número de “me gusta”. Estoy escribiendo este artículo desde Baja California Sur, México. Ayer por la tarde estaba en Playa Balandra, una de las playas más icónicas de esta zona, y el panorama era exactamente el mismo. Decenas de personas que querían una foto de ellos mismos con la playa detrás. Nadie se paraba 1 minuto a observar la playa, a admirar los manglares, a escuchar el sonido del agua o de las aves. Lo mismo ocurre bajo la superficie del mar. He visto buceadores al lado de un tiburón ballena de 12 metros (uno de los animales más espectaculares de observar en el mundo) durante minutos mirando a su palo selfie para salir bien en su vídeo, dándole la espalda al tiburón.

La paradoja es que, aunque el objetivo de las redes sociales es conectarnos, parece que cada vez estamos más desconectados de la realidad. Muchas de las personas que nos siguen ni siquiera son nuestros amigos reales, así que deberíamos pensar si su validación es realmente importante para nosotros. Deberíamos volver a reconectar de vez en cuando con la vida real, a disfrutar del momento presente, y sobre todo, a priorizar las cosas que verdaderamente son importantes.

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