JuanCarlosGalindo

Opinión

Los Intergrupos: asignatura pendiente del Parlamento Europeo tras el QatarGate

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El Qatargate tiene consternada y profundamente preocupada a gran parte de la ciudadanía europea. Los actos de corrupción, blanqueo de capitales y participación en una organización delictiva presuntamente cometidos por diputados, antiguos diputados y personal del Parlamento Europeo a cambio de influir en las decisiones de la Eurocámara son repudiables y afectan muy negativamente a la confianza de la ciudadanía en las Instituciones y en la democracia en general. En este sentido, las medidas que pretende adoptar la Eurocámara para regular la injerencia de terceros países en la acción democrática de las Instituciones son acertadas y muy necesarias, sobre todo la prohibición de los grupos de amistad, aunque deberían expandirse también a los llamados Intergrupos.

Los grupos de amistad, según indica la propia web del Parlamento Europeo, son "grupos no oficiales" que forman algunos eurodiputados “para discutir las relaciones con países no miembros de la UE”. La misma Eurocámara reconoce que a veces están "patrocinados por grupos de presión o gobiernos", pero deja claro que cuando viajan al extranjero "no tienen estatus oficial" y "no pueden hablar en nombre del Parlamento". A todas luces, son la punta de lanza de la injerencia de terceros estados en las decisiones democráticas de la Unión Europea. Su prohibición es un importante avance en la buena dirección. 

El problema es que, a veces, los terceros Estados también encuentran subterfugios para operar en una figura oficial que cuenta con una reglamentación antigua, incluso previa al Tratado de Lisboa, como son los Intergrupos. Los Intergrupos son, sobre el papel, el espacio de intercambios informales de puntos de vista sobre asuntos determinados y promover los contactos entre los diputados y la sociedad civil. Sin embargo, hay un caso paradigmático que ejemplifica como son cooptados por intereses de terceros países. Este es el caso de Argelia, que urde sus planes de interferencia en las instituciones europeas a través del intergrupo del Sahara Occidental, el único sobre una región geográfica concreta, donde el Frente Polisario participa siempre de manera activa.

De hecho, varios eurodiputados de dicho intergrupo, entre ellos el anticapitalista Miguel Urbán y la independentista gallega Ana Miranda, fueron invitados a participar en el Congreso del Frente Polisario que tuvo lugar a mediados de enero. El congreso tuvo lugar en Tinduf, donde los participantes llegaron en avión fletado por el gobierno argelino desde Barcelona. Durante el congreso se aprobó el Plan de Acción Nacional, que incluía “intensificar la lucha armada”. Curiosamente, la semana siguiente a esa visita el Parlamento Europeo fue especialmente duro contra Marruecos, enemigo tradicional del Frente Polisario y de Argelia. Ana Miranda y Miguel Urbán fueron, precisamente, los eurodiputados más críticos.

Ante esta dramática situación, donde está en juego la credibilidad de la propia institución e incluso del proyecto europeo, al Parlamento Europeo no le valen medias tintas y debe ser ambicioso en la regulación de todos los refugios que usan terceros Estados para injerir en sus decisiones, incluyendo no solo los grupos de amistad sino también los Intergrupos.