Víctor Yanes

Opinión

La mirada lúcida

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En un tiempo ya lejano, yo quise ser periodista. Veía en el periodismo una favorable y ancha pasarela para narrar los hechos, para poner la mirada en algún sitio no demasiado visto o para construir relatos sobre la cara menos visible de los grandes acontecimientos. A todas luces, yo era el dueño de una mente ilusoria y romántica. Leyendo a Albert Lledó (La mirada Lúcida, febrero 2019) constato una realidad que, siendo perceptible, no resulta fácil explicarla con palabras. La observación de un periodismo para masas provoca tristeza. El oficio de periodista deja de tener la función de vigilante del poder para convertirse en cuarto poder. Cuando un determinado medio de comunicación puede hacer caer al gobierno de un país en peso, el periodismo se asemeja a un instrumento que despierta temor y desconfianza.

La mirada lúcida es una reflexión extensa, hecha de otras muchas reflexiones. Albert Lladó toma como hilo argumental, para construir el corpus de su discurso, cuatro puntos cardinales que se inspiran en la visión crítica de Albert Camus sobre el ejercicio periodístico y que son: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación, catalizadores, según Lladó, que convierten la información en una experiencia más allá de la urgencia. A través de estos valores, Lladó arma con determinación su propuesta, netamente dignificadora del oficio de periodista, porque nuestra mirada se ha convertido en una mirada pasiva que solo reacciona a las acciones de otros. Somos meros consumidores irreflexivos, máquinas de fagocitar noticias e incapaces de actualizar un hecho para convertirlo en una noticia, sin sentirnos atrapados por la “prosa institucional” y todo su armazón semántico. Este pequeño pero profundo libro, nos confronta con nuestra, cada día más notoria, incompetencia crítica, porque en una pueril significación de la finalidad única del consumismo de hechos que descontextualizamos, nuestra única forma de participar en el evento noticioso es un simple e intrascendente like o click. Cuando nos aburren las entrevistas largas que no leemos y una conversación entre dos personas (entrevistador y entrevistado) termina por ser un diálogo minoritario en el desierto de la incomprensión. Ante semejante panorama en el que el periodismo parece haberse conformado con ser el oficio que teledirige el pensamiento de un grupo amplio de consumidores, toca desobedecer para matar lo que Albert Lladó llama “curiosidad basura”, que se fomenta desde los diarios, con titulares llamativos pero que no anuncian nada. Desobedecer la perversidad de esa máxima que denigra la inteligencia y afirma, sin leve señal de rubor, que los medios ofrecen lo que los lectores desean consumir.

La mirada lúcida es un paso al frente, una salida del laberinto del caos, razonando argumentos más allá de las normas preestablecidas. Por un periodismo de periodistas creativos, que cuestionen el show mediático de los tertulianos de opinión y que crean escuela de opinadores vociferantes. Proponer un periodismo que se libere de la mera información de los hechos objetivos sin desdoblamientos. Mucho más allá de todo lo que es visible desde la superficie de los hechos. Mucho más allá de la obediencia, debemos ser atrevidos para no seguir favoreciendo el mercado de la autocomplacencia en una realidad llena de adversarios y prejuicios.

La mirada lúcida

Portada del libro La Mirada Lúcida | IMAGEN DE LA RED