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Conocida como Penca o Tunera, es planta muy habitual en Canarias, procede de Centroamérica y fue traída tras la colonización, ya que sus tallos y frutos eran usados por los indígenas como parte de su dieta y por sus propiedades medicinales, para calmar contusiones o quemaduras, tratar inflamaciones, dolor de articulaciones, “pulmonías”, “dolor renal”, como jarabe para inflamaciones de vías urinarias, catarros o antidiarréicos.

lámina 21, la penca

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Descrita como una serie de hojas sin tallo, es al revés, una sucesión de tallos sin hojas y cubiertos de espinas, en los bordes de las palas tiernas brotan unas flores amarillas o anaranjadas que más tarde generan frutos verdes, tornándose a rojos en la madurez, de un interior carnoso, muy dulce y lleno de semillas.

Tradicionalmente el uso que se le dio en Canarias fue aparte de alimentar a personas y ganado, para delimitar senderos o cercados de labor, creciendo también en terrenos yermos o barrancos, pero sin duda el principal motivo para su propagación por todas las islas fue la implantación del cultivo de la cochinilla, que supuso una auténtica revolución en un siglo para olvidar, durante el cual, las desgracias y penurias en todo el archipiélago habían sido incesantes.

No existe acuerdo si la fecha de llegada de la cochinilla a Canarias fue en 1825 o en 1830. Lo que sí se sabe es que la primera penca contaminada de cochinilla llegó a Cádiz en una caja desde Veracruz como muestra para que la Sociedad Económica investigase la viabilidad de su cultivo masivo para la producción de tintes, quien tras experimentar durante unos años, comparó la calidad del tinte de Oaxaca con el fabricado en Cádiz, cuyo resultado fue un éxito. De ahí que Fernando VII aprobase su implantación en cuantos lugares de España fuesen idóneos, siendo Canarias una zona privilegiada. 

No sería hasta 15 años más tarde cuando después de sucesivas investigaciones, don Manuel de Osuna y Savinón publicase el primer estudio detallado sobre las pautas para obtener cochinilla de calidad, lo que extendió una “fiebre” que contagió en todas las islas. Con la pérdida de las colonias de América, unos pocos agricultores habían intentado con escaso éxito acceder al mercado nacional para suplir el vacío que había dejado la importación desde México y Honduras, pero después de una prolongada sequía entre 1830 y 1840, se extendió la idea de que el cultivo de cochinilla era muy sencillo, de secano, no precisaba casi mantenimiento y su recolección daría trabajo a mujeres y niños. De ahí que entre 1865 y 1870, los beneficios que reportó la exportación de cochinilla a las poblaciones isleñas fuesen fabulosos, siendo frenados bruscamente a principios de la década siguiente tras la aparición de las anilinas, lo que llevó a la ruina a cientos de familias que habían empeñado su patrimonio en comprar tierras para el cultivo.


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