José María Cabrera

Opinión

La vida en el Malpaís

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Malpaís es un término con el que se conoce a las zonas áridas del suroeste de los Estados Unidos, sin embargo, se sabe que fue una palabra llevada por los colonos españoles que se establecieron en esa parte de América y que hoy se pronuncia con un perfecto acento inglés, aunque en nuestro caso, está estrechamente relacionada con procesos eruptivos. 

Tras una erupción volcánica, la superficie de los terrenos adyacentes queda repleta de escorias, sedimentos y todo tipo de restos. Se trata de lugares tremendamente inestables, compuestos de rocas irregulares y sin erosionar, y por ello caóticos y muy cortantes, por donde es muy difícil transitar a pie y en los que no existe ningún tipo de vida.

lámina 12 la vida en el malpaís

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Pero al poco, comienza un lento proceso de colonización gracias a la llegada de unas formas de vida muy curiosas, llamadas briofitos, que son quienes van preparando los terrenos para convertirlos en suelos fértiles que permitan la posterior implantación de los seres vivos de las áreas cercanas.

La llegada de los briofitos (líquenes o musgos) a estos campos de lava, supone el primer paso para el imparable avance de la vida vegetal. Se sabe que fueron quienes dieron el salto hace unos 500 millones de años para colonizar los espacios terrestres, y gracias a ello propiciaron el desarrollo posterior de vida. Hoy hay catalogadas unas 24.000 especies en 900 géneros presentes en todo el planeta, todas muy pequeñas, salvo alguna que puede llegar a alcanzar los 60 cm de altura.

Son necesarias ciertas condiciones de humedad que en nuestro caso son propiciadas por la cercanía del mar o los vientos alisios, las que provocan que dichos terrenos se vayan cubriendo de estas plantas, las cuales son tan simples que carecen de vasos conductores, flores o frutos, tampoco poseen tejidos especializados, ni siquiera raíces y se reproducen por las esporas que lanzan al aire. Plantas también muy resistentes al calor que pueden revivir tras largos periodos de sequía.

Estos organismos junto a la erosión atmosférica, poco a poco van fragmentando el terreno y creando una serie de minúsculos sedimentos que favorecen el que posteriormente germinen las semillas de otras plantas más complejas, compuestas de raíces, hojas y flores.

Es también común que en algunos lugares hayan sobrevivido algunas especies tradicionales de los cultivos previos a la erupción, como higueras (Ficus carica) y viñas (Vitis vinifera), incluso algunos pocos pinos canarios (Pinus canariensis), en distintos grados de crecimiento que, en un futuro, serán quienes colonicen las partes más altas de las zonas.

Uno de ellos es el Estereocaulo, (Stereocaulon vesuvianum), un liquen muy frecuente en el piso vegetal infracanario (de 0 – 400m de altitud). Localizable en cualquier colada de las Islas.


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