Opinión

La Ley de Segunda Oportunidad, ¿un alivio para los deudores o una vía de escape injusta?

Emprendedor y empresario

Guardar

La Ley de Segunda Oportunidad es un procedimiento legal que permite cancelar deudas a personas físicas en situación de insolvencia. Su principal carácterística es la posibilidad de acogerse a un concurso de acreedores, proceso que permite a los individuos solicitar la cancelación de sus deudas y negociar acuerdos de pago con sus acreedores.

En teoría, esto puede dar un respiro a aquellos atrapados en una espiral de deudas, ofreciéndoles la oportunidad de reorganizar su situación financiera y recuperar la estabilidad económica.

No obstante, muchos críticos argumentan que esta legislación es una puerta abierta al abuso y a la falta de responsabilidad financiera. Algunos deudores podrían aprovecharse de la ley para eludir sus obligaciones y evadir las consecuencias de sus malas decisiones económicas. Además, existe el temor de que los acreedores se vean perjudicados, especialmente aquellos de menor tamaño o particulares que dependen de los pagos para su subsistencia.

¿Cómo funciona la Ley de Segunda Oportunidad?

Para empezar, se deben cumplir una serie de requisitos: ser persona física, tener más de un acreedor, ser insolvente, no tener antecedentes por delitos económicos, ser deudor de buena fe y colaborar con el juzgado.

Una vez se cumplan estos requisitos, se puede solicitar la exoneración con un plan de pagos o una exoneración con liquidación de la masa activa. En el primer caso, el juez verifica que concurren los requisitos para la concesión, el contenido del plan de pagos y las posibilidades objetivas de que pueda ser cumplido. Una vez transcurrido el plazo previsto para el plan de pagos, el juez concede la exoneración definitiva del pasivo insatisfecho.

En el segundo caso, el procedimiento es muy similar al anterior, pero incluyendo la liquidación del patrimonio del deudor para hacer frente a las deudas pendientes.

¿Cuál es la situación actual en Canarias?

La reforma de la Ley Concursal, en vigor desde el pasado mes de septiembre, ya ha registrado su primer gran impacto. El número de concursos de acreedores de personas físicas (empresarios autónomos y familias) repuntó más de un 30% en 2022, en gran parte por las modificaciones introducidas en relación con el mecanismo de la segunda oportunidad, que permite cancelar las deudas.

De hecho, Canarias es la cuarta comunidad autónoma en la que más crecieron los concursos de acreedores. Entre enero y marzo de 2022 en este ámbito se habían registrado 81 presentaciones de declaración de concurso. En el mismo periodo del presente año la cifra se elevó a 493, es decir, un 608% más.

¿Un alivio para los deudores o una vía de escape injusta?

Desde su implementación en España, la Ley de Segunda Oportunidad ha generado una gran controversia y debate en el ámbito legal y económico. Promovida como una herramienta para aliviar la carga financiera de personas físicas sobreendeudadas y brindarles una oportunidad de comenzar de nuevo, esta legislación ha sido aclamada por algunos como una solución justa y necesaria, mientras que otros la critican como una vía de escape para los deudores irresponsables.

La falta de criterios claros y estrictos para determinar quién puede acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad también ha sido motivo de crítica. Algunos argumentan que debería haber una evaluación más rigurosa de la conducta y las circunstancias financieras de los deudores antes de permitirles la cancelación de sus deudas. Esto ayudaría a evitar que personas que han llevado una vida de excesos y despilfarro se beneficien de esta ley, dejando a los acreedores con las consecuencias.

No obstante, es importante reconocer que la Ley de Segunda Oportunidad también puede ser un salvavidas para aquellos que han sufrido circunstancias imprevistas y caídas económicas drásticas. Situaciones como la pérdida de empleo, la enfermedad grave o el divorcio pueden llevar a personas responsables y trabajadoras al borde de la bancarrota. En estos casos, la legislación proporciona un mecanismo para que puedan rehacer sus vidas y recuperarse económicamente.

Por tanto, la evaluación de la Ley de Segunda Oportunidad y el concurso de acreedores de persona física en España dependerá de la perspectiva desde la cual se analice. Algunos verán esta legislación como una medida necesaria para proporcionar alivio a aquellos en situaciones difíciles, mientras que otros la considerarán una puerta abierta a la irresponsabilidad financiera. Lo que está claro es que se necesita un equilibrio entre el apoyo a los deudores honestos y la protección de los intereses legítimos de los acreedores.

En última instancia, es fundamental que las disposiciones de la Ley de Segunda Oportunidad se apliquen de manera justa y equilibrada, evitando tanto el abuso como la negación de la ayuda a quienes realmente la necesitan. Solo así podremos tener un sistema que brinde una segunda oportunidad real a aquellos que lo merecen, sin socavar la integridad y credibilidad del sistema crediticio y la responsabilidad financiera en nuestro país.

Archivado en: