Víctor Yanes

Opinión

Matadero cinco

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Escribir una novela sobre el bombardeo de Dresde, la página oculta de la historia o la tormenta de fuego que carbonizó una ciudad. Kurt Vonnegut es Billy Pilgrim, un joven muy joven con un cerebro imberbe de niño, que participó en la Segunda Guerra Mundial como soldado americano y posterior prisionero de los alemanes. A los 21 años, el hombre aún es tierno e inocente, aunque inocente es siempre el hombre que jamás estará preparado para matar en la guerra. Escribir sobre la guerra un extenso relato, parecido a una secuencia de hechos locos que dirige nuestra atención hacia sentimientos absurdos. El hecho de matar, en una selva llena de hombres con metralletas y granadas de mano y armamento químico, no tiene mayor sentido. 

Es Matadero Cinco, la cruzada de los niños (Anagrama, 1987), un libro escrito por Kurt Vonnegut sin ningún tipo de linealidad y que puede causar, a partes iguales, tanto un insaciable entusiasmo como la más agria desafección. Es una novela sobre la guerra, pero sin cronologías definidas ya que, en esta obra antibelicista, el autor norteamericano cuenta bajo una propuesta poderosa y vanguardista, su experiencia en el hostil y sórdido planeta de la guerra. En Matadero Cinco, la cruzada de los niños, queda expuesta la condición humana en su terrible degradación, en descripciones de los episodios más espantosos y humillantes del conflicto bélico, en el que Billy Pingran (Kurt Vonnegut) relata, con una precisión hiperrealista, los cruentos escenarios de la guerra. Años más tarde, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, nuestro soldado Billy, tras su paso por un sanatorio para enfermos mentales dañados por las secuelas de la guerra, vuele a la vida real, inadvertida, común y rutinaria. En ese momento de presunta normalidad, Billy es abducido por una nave que viene del espacio desconocido, en el que se encuentra el planeta Tralfamadore. Estos extraterrestres que habitan este planeta no distinguen entre presente, pasado y futuro. Ven la vida toda a la vez y Billy, en convivencia con estos extraños seres, comienza a realizar unos sorprendentes e inconscientes viajes en el tiempo. La historia de esta obra es, en sí misma, el nacimiento de una asombrosa vanguardia poco frecuente. Vonnegut quería escribir la guerra y quería hacerlo sin declamaciones épicas ni heroicas, ni desde el registro obsoleto de la narrativa de los viejos combatientes. Ensambla, con total naturalidad, las vivencias ocurridas en 1945 con los sucesos anodinos de la vida doméstica del 1967 y, en este soberbio disparate, leemos el caos pero también el coherente hilo conductor, dentro de una mente destruida por la guerra. La mente del soldado Pilgrim.