Víctor Yanes

Opinión

Réquiem por un campesino español

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El asombro sobrecogedor del realismo de Réquiem por un campesino español. Se lee bien la sobriedad del realismo, narrar vinculándose a la aguda observación del temperamento opuesto de los dos personajes principales: el sacerdote Mosén Millán, aparece en el transcurso de los hechos que Ramón J. Sender narra, como aliado pero a la vez como enemigo de Paco. Paco el del Molino es valiente, comprometido con la dolorosa lucha de una vida más digna, para los campesinos y los pobres de solemnidad, que habitan en un remoto pueblo aragonés. 

La concisión y la sobriedad del relato, redimensiona el dramatismo de unos hechos que tuvieron lugar en el terrorífico año 1936. Año grabado, como un estigma, en el inconsciente colectivo de un país llamado España.  

Mosén Millán, el párroco que siente un áspero (en las formas) cariño por Paco, al que bautiza y casa, al que trata como un hijo, expresando su amor desde ese escalón parecido a un púlpito moral que no admite contestaciones. No adoctrina pero dirige, censura, separa el bien del mal como si fueran dos fuerzas eternamente irreconciliables. Mosén Millán abre los ojos de Paco a la pobreza. Los pobres existen y viven en cuevas y están enfermos y el sacerdote va, acompañado por Paco, a darles la extremaunción. La vida mísera e indigna existe, como una revelación que Paco no entiende siendo todavía un niño. 

Mosén Millán instruye a Paco, le enseña esa otra parte del mundo, triste y sin esperanza. Paco quiere cambiar el mundo, Mosén Millán mantenerlo como está, porque los pobres siempre serán pobres, porque la pobreza siempre existirá, como existirá la caridad paternalista de un cura en un remoto pueblo de Aragón.

Mosén Millán, mientras espera el comienzo de una misa de réquiem por el aniversario del asesinato de Paco el del Molino, rememora en silencio la vida del muchacho prontamente ejecutado. Mosén Millán mastica la culpa. Es él, un hombre entre dos mundos; el de una institución eclesiástica que cierra filas para adherirse a la causa brutal del alzamiento militar pero que, en su ingenuidad bondadosa se erige como mediador para salvar la vida de Paco, huido para esconderse como perseguido político, en los primeros días del levantamiento en armas de los insurrectos del bando nacional. En su intento de salvar la vida a Paco, lo delata. La narración de los hechos, en esta breve pero imprescindible novela, nos invita también a la duda, que se remonta más allá de nuestros propios prejuicios. La duda de hasta qué punto el sacerdote lleva a cabo una deliberada traición o si, por lo contrario, Mosén Millán es traicionado a su vez por los hombres que forman parte activa de las brigadas del terror golpista. La austera, pero acertada, presentación de los dos personajes principales de la novela, desde una perspectiva de índole psicológica, da a Réquiem por un campesino español, todo el valor fundamental para el entendimiento de la historia.