Los ‘signos’ de nuestro tiempo

Héctor Morán. / AH

Hay que estar siempre con el signo de los tiempos” decían nuestros antes, una recomendación que buscaba prepararnos para entrar en la vida por la puerta principal. Sin embargo, entonces se podían identificar esos signos con cierta claridad: lo que estaba bien, lo que estaba mal, la honradez, la educación, el valor del esfuerzo, la escalera social, comprar una casa, un buen trabajo, consolidar una buena cartillita... 

Hoy vivimos rodeados de confusión y con pocas certezas en el trabajo, en el ahorro, en la familia tal y como se conocía, en el valor de los estudios, en la ética personal, en el paraguas de los servicios públicos... En fin, que todo se ha vuelto tan inestable que hace anacrónico aquel dicho de hace unos pocos años. 

Dando por buena esta situación de inestabilidad, habría que preguntarse: ¿Cómo afecta el vértigo de estos cambios al devenir de la sociedad? ¿Cuáles son los verdaderos signos que sostendrán los tiempos venideros? ¿Qué valor real tiene la ética, la formación, la verdad o el trabajo personal? ¿Sobre qué identidades queremos construir nuestro país? ¿En qué condiciones socioeconómicas afrontamos las exigencias de este tiempo? Demasiados interrogantes que enmarañan, si es que existen, los fundamentos que han de transitar esta y las próximas generaciones.

Se nos ofrece un paisaje de desesperanza y la dirigencia gubernamental se empeña en buscar soluciones en los viejos manuales de la política, en sanar el pesimismo social con fórmulas extraídas de los marcos tradicionales de derecha e izquierda, proteccionismo frente a aperturismo, cultura universal frente identitaria, canarios autóctonos frente a foráneos... como únicas fuentes para gestionar el presente y el futuro; pero ahí ya no encontraremos todas las respuestas para salir de ese paisaje, al menos no en Canarias.

Populismo

Quizás algunos echan la pelota un poco más lejos, pero la melancolía social, la angustia de la gente y el éxodo de la juventud mejor preparada continuará. Además, ahondar en esas políticas pone una alfombra al populismo que ofrece sin rubor un bálsamo de fierabrás que resuelve las desigualdades, la corrupción, amplía el estado del bienestar, los servicios públicos, el problema de la vivienda, la estabilidad laboral, la llegada de inmigrantes... Unas mentiras que solo pueden contrarrestarse con explicaciones claras e introduciendo transparencia y participación en la gestión de lo público; en ningún caso, tratando de reescribir la historia o añorando un tiempo en el que no había derechos ni libertades.

Tampoco podemos despreciar, sin más, la postura de quienes se alejan del ideal democrático mostrando su disconformidad y refugiándose en soluciones ultras, por mucho que estas hundan sus raíces en postulados engañosos o reaccionarios. “El dinero alcanza cuando nadie roba”, proclama Bukele; los chivos expiatorios de Donald Trump; la motosierra de Milei amputando la administración y los gastos sociales en Argentina; “la democracia no se come y tampoco los derechos o el voto libre”, que diría el presidente de Zambia; el “interés” de EE UU en apoyar populismos en Latinoamérica, en el Gran Magreb o en la propia Europa; la realidad de que muchos gobiernos africanos derivan de golpes de estado contra la voluntad popular; el genocidio Gaza... Son mensajes de impunidad y abuso que entran a cuchillo en nuestro mundo absolutamente interconectado.

En Canarias aún no estamos en eso, pero tampoco faltan los grupos y organizaciones que alumbran el camino del sálvese quien pueda o de la conveniencia de otorgar mayores cotas de poder a los heraldos del ordeno y mando. Así las cosas, hemos de reconocer que no hay otra vacuna que hacer funcionar las políticas sociales, hablarle claro a la gente que no encuentra el modo de vivir con dignidad en su tierra, señalar los responsables de que no haya asistencia digna para nuestros mayores, de que haya sectores económicos que no contribuyen de forma razonable al bienestar de la sociedad, del mal funcionamiento de los servicios públicos en ayuntamientos, cabildos o en el Gobierno de Canarias. 

La fría acogida de la vieja política a una mayor implicación de los jóvenes nos intenta abocar al estancamiento y la irrelevancia como sociedad, porque sólo una clase política rejuvenecida y empoderada hará posible frenar la amenaza de esas posiciones reaccionarias y avanzar en políticas de progreso. A propósito, nunca discutiré los resultados de cualquier estudio estadístico, pero restaré credibilidad a los titulares que alertan de que la juventud está comprando los valores ultras, si no se coloca en la misma muestra el porcentaje de jóvenes que llenan los colectivos de igualdad, los movimientos medioambientales, las plataformas de estudiantes, a los que empujan la reivindicación y las exigencias ocasionales. Que por mucho que intenten ser engañados por la fontanería de la vieja política supuestamente progresista no van a sucumbir a la legitimación de anteriores gobiernos.

Códigos éticos

Hay que reconocer que no son halagüeños los signos de nuestro tiempo, pero es nuestro tiempo y cada palo deberá aguantar su vela. Esta organización y nuestras portavocías vienen señalando, con claridad, cuál es su hoja de ruta y los códigos éticos propuestos para dar confianza y seguridad en las instituciones, para enfrentar los intereses socioeconómicos y el sentir social de este país. Seguiremos cuajando equipos solventes para que, llegado el caso y esperemos que también sus padres y madres permitan que puedan trabajar con ponderación, rigor, honestidad y humildad en ayudar a resolver las problemáticas presentes en los distintos territorios; unos valores que, por desgracia, se echan de menos en el desempeño de clase política. 

Hoy, 28 de diciembre, es el Día de los Inocentes. Sabemos que en la orilla izquierda de la política canaria vive poca gente inocente y menos aún en algunas terminales mediáticas que con una mano mecen la cuna y con la otra decretan exigencias y censuras. Pero estamos en Navidad y tiempo habrá de hacer valer aquel dicho canario de que “lo que se escribe y se dice siempre podrá leerse u oírse”. Ahora, nuestra prioridad sigue siendo convencer de que hay salida democrática para los agobios que vive este país, de que hay recursos materiales y humanos para ofrecer a su gente mejores condiciones de vida, que el compromiso de esta organización es firme, realista, leal y que no les defraudará.

Hoy, en nombre de Drago Canarias, permítanme desearles un año 2026 con salud, con trabajo, sin renuncias ni miedos y lleno de esperanza e ilusiones. /// 

Ese es nuestro compromiso.