Opinión

Twitter: Elon Musk le cambia el agua al pajarito

Emprendedor y empresario

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A principios de esta semana conocíamos que la directiva de Twitter había aceptado la OPA hostil que ha lanzado el magnate tecnológico Elon Musk por la compañía por unos 44.000 millones de dólares.

Elon Musk

Musk es un personaje complicado de definir. Querido y odiado a partes iguales, lo que está claro es que el máximo responsable de Tesla y Space X (entre muchas otras), no deja indiferente a nadie y que su comportamiento está a medio camino entre el de un personaje público extravagante y un genio visionario.

Para poder situar su perfil, podríamos decir que tiene el carisma que le falta a Mark Zuckerberg, todopoderoso creador de Facebook. Es políticamente incorrecto, más como Steve Jobs que como Bill Gates. Y su sentido del humor y su estilo de vida lo distancia del estereotipo de hombre de negocios que encarna Jeff Bezos, fundador de Amazon.

Pero no es oro todo lo que reluce. También tiene múltiples polémicas, unas relacionadas con no respetar los derechos de sus trabajadores, otras con tratar de influir en la política de países donde tiene intereses comerciales.

Twitter

La red social cuyos números de usuarios no justifican ese tipo de inversión, ya que, si observamos sus datos (330 millones de cuentas), tiene la cuarta parte de usuarios que Instagram o nueve veces menos que Facebook.

Eso sí, a nivel subjetivo, es una de las más importantes del mundo occidental en relevancia de contenido y capacidad de influencia. Es la que más vive del “aquí y ahora”. Si uno quiere enterarse de una noticia de última hora o si quiere conocer un comunicado oficial por parte de una institución pública o privada, esta es la fuente donde recoger esa información antes que en cualquier otro sitio.

De hecho, varias encuestas a usuarios demuestran que el 70% aprecian que Twitter es donde las noticias se difunden más rápido, se desarrollan los acontecimientos en tiempo real o se pueden ver los diferentes ángulos de una misma historia.

Por poner un ejemplo cercano, si comparamos el perfil oficial de Twitter de Presidencia del gobierno de Canarias con el de Facebook, vemos que hay más contenido en Twitter, siendo el de Facebook más selectivo en lo que se publica. Si uno quiere acceder a toda su actividad: agenda, declaraciones públicas o en medios de comunicación, enlaces en directo a sesiones parlamentarias, así como compartir información relevante de las distintas consejerías, etc. debe chequear el perfil de Twitter. Mientras que el de Facebook se trata más de declaraciones públicas o en medios de comunicación. Si lo llevamos al símil futbolero, Twitter es ver el partido completo y Facebook es el resumen con los goles y mejores jugadas.

Implicaciones de la compra

La primera certeza es que la compañía dejará de cotizar en bolsa y pasará a ser propiedad exclusiva del multimillonario, lo cual genera un debate interesante sobre cómo han funcionado hasta ahora las empresas tecnológicas y cómo esta compra puede ser una vuelta atrás en el modelo de negocio. O un nuevo camino hacia delante.

Uno de los fundadores y hasta hace pocos meses CEO de la compañía, Jack Dorsey, cree que Twitter es un bien público y no una empresa, es decir, él postula que ningún individuo o institución debe ser dueño de ninguna red social o de ninguna empresa de medios.

Asimismo cree que el hecho de que sea una empresa ha generado conflicto en la toma de decisiones, ya que se ha hecho para satisfacer al mercado, muchas veces en contra de lo que según él debe ser: una especie de plaza pública donde expresar ideas, compartir conocimiento, dar noticias en tiempo real, etc.

Musk ha declarado que lo primero que quiere es acabar con las granjas de bots que radicalizan el discurso en la red social o que simplemente se utilizan con fines comerciales para esparcir cualquier tipo de publicidad o propaganda enviados de forma masiva.

Su segundo objetivo es potenciar la libertad de expresión. Este es un tema muy complicado por todas las aristas que surgen, pero el magnate se ha declarado absolutista en este sentido y también ha declarado que no cree en sanciones “de por vida” de la plataforma como ha habido en el pasado. El caso más sonado es el del ex presidente americano Donald Trump, uno de los mayores usuarios de la red social y que fue “excomulgado” poco después de abandonar la presidencia.

Otra de las batallas que quiere librar Musk es la de hacer que el algoritmo que utiliza Twitter sea de código abierto, lo que significa que está disponible públicamente para que cualquiera pueda verlo, reelaborarlo y utilizarlo para otros fines.

Empresarialmente, Twitter no es una empresa que históricamente de beneficios, solo ha logrado tener un resultado neto positivo en cuatro ejercicios de los últimos doce. No creo que esto sea lo que más le importe a Musk, aunque desde luego no ha pagado tal cantidad de dinero a fondo perdido, por lo que tendrá que buscar maneras de hacerla rentable.

Paradójicamente, creo que la red social tendrá una mentalidad más democrática en el sentido de que Musk hará participe a sus usuarios de muchas decisiones y escuchará más a la comunidad. Probablemente desarrollará nuevas funciones y tratará de maximizar su potencial, pero lo hará sin ningún control. Hará lo que le plazca con ella sin necesidad de rendir cuentas a una junta de accionistas o al mercado, más allá de lo que los gobiernos le dejen hacer. Estaremos atentos.