La panadería Miguel Díaz, localizada en la calle Viera y Clavijo (Las Palmas de Gran Canaria), aún orbita alrededor de la incertidumbre que le genera la amenaza de cierre. La noticia ha provocado numerosas reacciones porque muchos no entienden cómo es posible que un local centenario —abierto desde el año 1920— se encuentre en una situación así.
Marc Llobet, presidente de la Asociación de Empresarios Zona Triana, asegura en declaraciones concedidas a Atlántico Hoy que existe predisposición por parte de las instituciones de mantenerlo vivo y está convencido de que el negocio va a seguir operando. Indica que es un polo de atracción porque cada vez quedan menos panaderías artesanales.
El Ayuntamiento, "dialogante"
“Hay muchísima gente que va a comprar allí desde otras partes de la ciudad o incluso de fuera del municipio. Como muchas veces hay cola, cogen el número y se dan un salto a otras tiendas cercanas”, relata. “Todavía tenemos este tipo de comercios y es una alegría que el Ayuntamiento se haya mostrado dialogante para buscar una solución”, apostilla.
Pone sobre la mesa que es importante cuidar negocios como la panadería Miguel Díaz porque la zona comercial de Triana va más allá de su vía principal. Sentencia que la calle Viera y Clavijo es muy relevante porque cuenta con casi 40 tiendas. Un número que no lo superan, dice, puntos similares en Santa Brígida, San Mateo u otras áreas de la capital.
Sostenibilidad y calidad
Llobet cuenta que incluso hay un añadido cultural. “A lo largo de los últimos 30 años hemos visto cómo las multinacionales y la industrialización han ido acabando con el trabajo artesanal. Lo vemos en la moda con el fast fashion, donde se ha perdido muchas veces una confección que era mucho más sostenible y ofrecía más calidad”, sostiene.
“La panadería Miguel Díaz lo sufrió cuando surgieron todas estas franquicias con el pan congelado. Y sí, está muy bien en cuanto a que hacen un producto más accesible para todo el mundo, pero no podemos perder esa parte artesanal, histórica y cultural del buen trabajo de la artesanía”, prosigue. La pregunta es: ¿cómo se pueden proteger estos negocios?
Adaptarse a los tiempos
El presidente de los empresarios de Triana indica que el sentido común lleva a pensar que se debe proteger, pero recalca que existe un marco regulador —en referencia a que la orden de cierre es por no tener licencia—. “Es un poco simple decir que como es tan histórica no se tiene que adaptar a los tiempos, obviamente tienen que hacerlo”, resalta.
“Seguramente tendrá que cerrar unos días, porque al final por mucho que un político o un funcionario quiera que algo funcione, las normas son las normas, entonces. Si se las saltan, podrían acusarlos de prevaricación. Todo siempre es más complejo de lo que puede parecer a primera vista”, destaca.
Problemas administrativos
Llobet cuenta que “la movilización que ha habido en la defensa de esta panadería demuestra la importancia de hacer algo con estos temas”. “Ese es el primer paso, ojalá en el futuro cuestiones así se solucionen de otra manera”, agrega. Ahora bien, defiende que los empresarios responsables de estas empresas tienen el reto de adaptarse a los nuevos tiempos.
Por otro lado, asevera que aunque el Ayuntamiento de la ciudad está queriendo ayudar, lo que ha ocurrido con la panadería Miguel Díaz “deja de manifiesto el problema administrativo que tiene el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria”. “También nos ha pasado en la calle Cano, donde en algunas obras se han descubierto fallos en forma siete años tarde”, afirma.
Eso sí, Llobet defiende que, aunque han cerrado muchos negocios históricos, Triana sigue siendo una zona donde hay mucho pequeño comercio. Resalta que es un punto donde sigue habiendo fuerza y músculo para los locales de proximidad frente a las franquicias que están cobrando fuerza a lo largo y ancho del territorio nacional.
