La llegada del Greetingman al Puerto de Las Palmas no solo ha traído un nuevo símbolo cultural, sino también una tormenta de opiniones en redes sociales. La escultura azul del artista coreano Yoo Young-ho, de seis metros de altura, ha generado un intenso debate entre quienes la consideran un gesto de paz y gratitud y quienes la califican directamente de “fea”.
Críticas por su diseño y oportunidad
En Facebook y X (antes Twitter), muchos usuarios han cargado contra la obra, donada por el Gobierno de Corea del Sur y valorada en unos 40.000 euros de instalación.
Algunos comentarios ironizan con que parece “un regalo de boda horrible” o que “deberían ponerla en un sitio donde no se vea”. Otros van más allá y la interpretan como una falta de respeto: “es como si le estuvieran diciendo al canario que baje la cabeza”, escribió un usuario.
También hubo críticas al Ayuntamiento y a la Autoridad Portuaria por presumir de la inauguración mientras “las calles están sucias y las aceras rotas”. Un internauta resumía su indignación con sarcasmo: “mucha foto, poca limpieza en la capital; pónganse a trabajar, vagos”.
Voces que llaman al respeto
Sin embargo, no todo son reproches. Varios usuarios han salido en defensa de la escultura y de su significado. “Está bonita, es un regalo simbólico del pueblo coreano a Canarias, no hace falta tanto drama”, escribió un vecino.
Otros recordaron que la comunidad coreana ha sido clave en la historia del Puerto de Las Palmas desde los años sesenta. “Aunque no me guste el diseño, hay que agradecer su contribución y su comportamiento ejemplar”, señaló otro comentario con decenas de apoyos.
Un tercer usuario resumió con humor el sentir de muchos: “Si no hay escultura, todo está feo. Si ponen una, todos nos volvemos críticos de arte. La gente es increíble”.
Arte, redes y susceptibilidades
El Greetingman, que simboliza el respeto y la amistad entre culturas, es la primera escultura de Yoo Young-ho instalada en Europa y se enmarca en el 75 aniversario de las relaciones diplomáticas entre España y Corea. Su llegada, sin embargo, ha puesto de nuevo sobre la mesa la división habitual que generan las intervenciones artísticas en el espacio público.
Mientras unos piden “guardarlo en un armario”, otros celebran que Las Palmas de Gran Canaria se sume al circuito internacional del arte contemporáneo con una pieza que invita, literalmente, a saludar.