En su rutina matinal, antes de que la luz dorada del Atlántico despierte la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, José Manuel Soria López ya ha completado su sesión de entrenamiento. Peso muerto, elíptica, cinta de correr o bicicleta; lo que sea necesario para mantenerse en forma. Porque, como escribió Haruki Murakami en De qué hablo cuando hablo de correr, “la mayoría de los corredores no corren porque quieran vivir más tiempo, sino porque quieren vivir la vida al máximo.”
Soria parece haber hecho de esa filosofía —ejercicio, disciplina, superación— una constante en su vida, desde los veinte años hasta hoy. Y lo ha plasmado tanto en su carrera pública como en su vida privada.
Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 5 de enero de 1958, Soria proviene de una estirpe marcada por el trabajo y la determinación. Su madre, Pilar López Pérez, fue para él una influencia decisiva. Fallecida en 2010, era una mujer muy conocida en Telde, madre de seis hijos —entre ellos José Manuel y su hermano Luis— y ejemplo de equilibrio y constancia. Con un padre estricto, Manuel Soria Segovia, granadino y antiguo empleado de Iberia que se estableció en Las Palmas para convertirse —a través de su matrimonio— en exportador hortofrutícola con la empresa de la familia de su mujer, la infancia de Soria estuvo marcada por los cambios y el esfuerzo.

Inglaterra
Aquel entorno familiar llevó a los Soria López a pasar parte de su infancia y juventud en Inglaterra, donde el padre dirigió sus negocios y donde el joven José Manuel aprendió inglés, descubrió otra cultura y se asomó al pensamiento político británico. Allí, figuras como Winston Churchill por su legado o Margaret Thatcher por la fuerza de su irrupción comenzaron a marcarle.
De la Dama de Hierro, que dominaba la política de los años 80, le impactó aquella frase que resumía la autosuficiencia y la responsabilidad individual: "La sociedad no existe como tal: hay hombres y mujeres individuales, y hay familias. Y ningún gobierno puede hacer nada, excepto a través de las personas".
De regreso a España, Soria se matriculó en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad Autónoma de Madrid a finales de los setenta. Vivió en el Colegio Mayor La Salle, en Aravaca, donde conoció a Juan José Cardona, quien años después sería alcalde de Las Palmas de Gran canaria por el Partido Popular. Fue con él con quien empezó a manifestar sus primeras inquietudes políticas, en un entorno universitario que hervía con los debates de la Transición.
Con Solchaga (PSOE)
Tras licenciarse, Soria ejerció como analista de mercados en la oficina comercial de España en Caracas antes de incorporarse al cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado y pasar por el Gabinete del ministro Carlos Solchaga durante el segundo Gobierno del socialista Felipe González. Aquella experiencia le dio una perspectiva técnica del poder y le permitió observar la economía desde dentro, antes de decidir que su futuro estaba en la política.

En Canarias, su ascenso fue meteórico: alcalde de Las Palmas de Gran Canaria (1995-2003), presidente del Cabildo Insular (2003-2007), vicepresidente del Gobierno de Canarias y consejero de Economía y Hacienda (2007-2010). Durante muchos años muchos vaticinaron su caída en las Islas. Él, sin embargo, no dejó de escalar. En diciembre de 2011, dio el salto al Gobierno central como ministro de Industria, Energía y Turismo en el Ejecutivo de Mariano Rajoy, cargo que ocupó hasta abril de 2016.
Pero su trayectoria dio un giro abrupto. En abril de ese año, la aparición de su nombre en los Papeles de Panamá, dentro de una red de sociedades en paraísos fiscales vinculadas a su familia, lo obligó a dimitir de todos sus cargos: ministro, diputado y presidente del PP canario. Fue un punto de inflexión. Como escribió Murakami —"Superar al yo que fui ayer, ese es el objetivo de cada carrera"—, Soria afrontó aquel golpe con la misma mentalidad que aplica al entrenamiento: resistir, analizar y volver a empezar.
Salto a la privada
Esa mentalidad de corredor de fondo lo llevó a reinventarse. Poco después de su salida del Gobierno fundó su consultora Sorben Partners, y desde 2019 ejerce como senior advisor en la firma de servicios profesionales Grant Thornton, “desarrollando una intensa actividad profesional de consultoría de empresas de naturaleza diversa”. Además, ha sido incorporado como asesor de la promotora de energías renovables Forestalia, para la que colabora desde 2018 en régimen puntual, y forma parte del consejo de administración del Grupo Domingo Alonso.
En su faceta privada, Soria sigue fiel a la rutina que lo define. Cada día arranca con entrenamiento físico. "Cuando corro no tengo que hablar con nadie, ni escuchar a nadie. Es una parte del día de la que no puedo prescindir". Esa reflexión de Murakami podría servirle de lema vital. Muchos de sus allegados aseguran que su pasión por el deporte, especialmente por correr, se ha convertido en una forma de introspección. En ese espacio de soledad, Soria encuentra equilibrio.

Dos mujeres
El peso de la figura de su madre, Pilar López, también perdura. Su fallecimiento fue un golpe profundo, pero quienes lo conocen sostienen que ella es todavía una presencia simbólica en su vida. La describen como una mujer de carácter afable pero firme, que aportó humanidad a una familia donde el rigor y la ambición marcaban el ritmo. Frente al padre exigente y viajero, la madre representó el anclaje emocional, la calidez doméstica, la educación sentimental.
Su matrimonio con Carmen Benítez, su novia de la infancia, consolidó el vínculo entre familias que ya unían negocios y amistad. Carmen es hija de Antonio Benítez Calixto, propietario de una conocida empresa agrícola de Gran Canaria. Esa unión simbolizó la continuidad de dos sagas isleñas vinculadas a la tierra, a la empresa y al esfuerzo personal.
Impuesto al sol
Durante su etapa en el Ministerio de Industria, Soria promovió el Real Decreto sobre el autoconsumo fotovoltaico, que introdujo el polémico impuesto al sol. Aquella norma fue duramente criticada por el sector y por la oposición, y muchos la señalaron como uno de los grandes errores de su gestión. Sin embargo, otros la interpretaron como una muestra de su fidelidad a la ortodoxia económica y a la necesidad de estabilidad regulatoria en plena crisis energética. Antes, en Canarias, su nombre fue vinculado a casos polémicos como Eolo, Salmón y Chalet —de los que salió bien parado—.
Cuando abandonó la política activa, esa experiencia técnica y su red de contactos internacionales le abrieron las puertas del sector privado. Hoy, su trabajo como consultor y su papel en empresas energéticas reflejan esa segunda vida profesional alejada de los focos, aunque no del análisis económico. Su discurso, más prudente que antes, gira ahora en torno a la transición energética, la competitividad y la independencia tecnológica.

Caídas y recomienzos
La suya es una historia de disciplina, de caídas y recomienzos. Como en una maratón, ha aprendido que el esfuerzo individual es lo único que no se delega. En palabras de Murakami, "corriendo día tras día, acumulando carreras, poco a poco elevo el listón, y al superarlo cada vez, me elevo a mí mismo”. Esa mentalidad, la del corredor que compite contra su propio límite, parece la metáfora perfecta para entender a Soria.
Porque detrás del político, del ministro y del empresario, sigue estando el corredor de fondo. El hombre que se levanta temprano, ajusta el cronómetro y corre, no para llegar antes, sino para llegar mejor. Un hombre marcado por una educación británica, una madre fuerte, un padre exigente, un archipiélago que lo define y una convicción que lo guía: la de no rendirse nunca, ni siquiera cuando el terreno se inclina en contra.
