El militante socialista, exministro y analista político Jordi Sevilla pasó este martes por el Foro Canarias, un evento que apuesta por abordar asuntos clave desde un punto analítico, para presentar su último libro: Manifiesto por una democracia radical.
Se trata de una obra que aboga por una democracia más robusta y menos vulnerable ante el empuje de los populismos. En un momento en el que la crispación marca la agenda pública y la polarización parece convertirse en norma, Sevilla propone una reflexión firme sobre la necesidad de reforzar la calidad de las instituciones.
Vivienda o migración
Ha concedido una entrevista a Atlántico Hoy donde no esquiva los temas más incómodos que sacuden en la actualidad al Partido Socialista, como el caso de presunta corrupción que involucra a Santos Cerdán y José Luis Ábalos.
La mirada del exministro no se limita a su partido. Sevilla traza un diagnóstico contundente de la situación política general, donde la lógica de bloques ha sustituido al diálogo institucional, y donde tanto PP como PSOE —según él— han sido arrastrados por estrategias populistas. Frente a esta deriva, reivindica la necesidad de acuerdos transversales para afrontar los grandes retos del país, como la vivienda o la inmigración.
[Pregunta] ¿La democracia en España debería ser más radical?
[Respuesta] En el sentido que yo la defiendo, que es tener más y mejor democracia, sí. Vivimos un punto de las relaciones internacionales marcado sobre todo por la victoria de Trump, que está introduciendo cambios autocráticos en el que ha sido el modelo de la democracia mundial [Estados Unidos].
¿Usted cree?
La batalla por defender la democracia se ha convertido en la primera obligación de la política, más allá incluso en este momento de la confrontación entre derecha e izquierda. La polarización es el gran enemigo de la democracia, porque la invalida, la inutiliza y la enferma. Debemos exigirle a la clase política española que le ponga fin y recuperemos un clima donde discrepar sea normal e incluso positivo. No tiene por qué llevar al insulto y al enfrentamiento. Acordar es necesario para resolver problemas como el de la vivienda o el de los menores no acompañados de Canarias.
En su libro plantea una propuesta para superar la idea tradicional en la política de izquierda y derecha. ¿Es eso posible en un momento donde el bipartidismo en España se resiste a marcharse del todo? Le pongo como ejemplo la desaparición de Ciudadanos, el reducto que queda de Podemos en el Congreso o la contención de Sumar.
Fue un error plantear aquello como un problema del bipartidismo, el problema es la partitocracia. Los partidos políticos, PP y PSOE, antepusieron los intereses de partido por delante de los generales y eso es lo que pervirtió la democracia. A partir de ahí lo que surgen son movimientos populistas. Podemos es un movimiento explícitamente populista, se reivindica como tal desde el principio.
¿Qué me dice de Ciudadanos?
Ciudadanos empezó de una manera, pero también terminó hablando de la banda de Sánchez. Y Vox claramente forma parte de la orientación de polarización populista. Creo que en este momento tenemos un Partido Socialista y un Partido Popular abducidos por el populismo.
¿Incluso desde el propio gobierno?
El gobierno presidido por Pedro Sánchez está haciendo más políticas populistas que socialdemócratas. Y luego, creo que las alternativas que está planteando Feijóo son mucho más populistas mirando a Vox que del centro-derecha tradicional y constitucional.
Este domingo Feijóo hizo una promesa para la que deberá hacer malabares si quiere cumplirla: dio su palabra de que no hará un pacto de gobierno con Vox —aunque no renuncia a acuerdos parlamentarios—. ¿Cabe la posibilidad de que pueda ser presidente en solitario o es solo un sueño febril?
En primer lugar, él hace esa declaración de principios explícita porque responde a la realidad: Vox ha estado apoyando al Partido Popular en muchas comunidades autónomas. Pero, de alguna manera, lo hace después de haberse aproximado a varias de las políticas populistas de Vox, sobre todo en temas de inmigración o de violencia de género. Por tanto, lo que está intentando hacer es sustituirlo [al partido de Abascal].
¿Cómo analiza usted la situación?
A mí me parece que es normal. A todo líder que se presenta a las elecciones le gustaría gobernar solo. ¿O se cree la gente que Pedro Sánchez está mejor ahora que si tuviera mayoría absoluta? El problema está en que el Partido Popular mira a Vox y el Partido Socialista mira a su izquierda, pero lo que yo digo es que el PP tiene que mirar al PSOE y viceversa, que se tienen que poner de acuerdo entre ellos.
El Partido Socialista no atraviesa un buen momento a raíz del caso que salpica a Santos Cerdán y José Luis Ábalos. ¿Cómo ve el futuro del PSOE? Y, lo más importante, ¿Sánchez debe someterse a una cuestión de confianza, debe dimitir o tiene posibilidades reales de aguantar hasta el 2027?
Tiene posibilidades reales de aguantar hasta el 2027 y creo que va a hacer todos los esfuerzos posibles para garantizarse unos presupuestos en el 2026. No sabemos a qué precio, pero desde luego él va a intentarlo. Ahora bien, yo creo que una manera de asumir las responsabilidades políticas por todo lo que ha pasado sería convocar elecciones. Aunque se presente él como candidato, pero debería refrendarse con las urnas.
¿Tiene esperanzas en que lo hará?
No es en lo que él está trabajando y no creo que sea lo que tiene en mente. Pero eso hace que esté en manos de grupos minoritarios que ni son socialdemócratas ni comparten la visión de los socialistas ni son tan siquiera muchas veces de centro izquierda. Y por tanto, le obligan a aceptar políticas mucho más populistas que socialdemócratas.
Él ha dicho que no convocará elecciones ante el riesgo de que gobiernen las derechas.
La democracia es la que gobierna quien más votos saca y consigue mayoría parlamentaria. Por tanto, si ahora es la derecha, tendrá que pensar qué ha hecho mal para que después de siete años de gobierno se llegue a una situación en la que manda su adversario. Ese es un mal argumento y una instrumentalización de la democracia. La democracia está en juego hoy en el mundo, mucho más que la tecnología, los minerales raros o el poder militar.
En el caso que salpica a Santos Cerdán y a Ábalos, se trata solo de dos manzanas podridas como han defendido desde el PSOE o sería necesario tirar de la manta para ver si hay más situaciones similares?
En este momento quien más posibilidades tiene de tirar de la manta en el sentido que tú estás diciendo son los tribunales. Es un poco donde está el proceso que a ese nivel acaba de empezar. Realmente todavía es muy prematuro para poder aseverar ni tan siquiera que muchas de las cosas que están saliendo se puedan luego comprobar y confirmar en la realidad.
¿Qué se debe hacer?
Dejarlo en manos de los tribunales es lo único que se puede hacer, porque tienen muchos más instrumentos que el propio partido. El partido lo que puede hacer es reaccionar como está haciendo. ¿Qué más puede haber? No no lo sé, yo tampoco me esperaba que esto saliera. En fin, a Ábalos lo conozco, Santos Cerdán no tengo conciencia de conocerle, pero a mí me sorprende muchísimo verlos y escucharlos en los vídeos.
¿Usted se siente decepcionado como militante y exdiputado?
Me siento muy decepcionado, sobre todo porque yo creo que si algo hemos pretendido que sea diferente entre los socialistas y el Partido Popular es la manera en la que reaccionamos a fenómenos como la corrupción. También me siento decepcionado porque soy de las personas que en el Partido Socialista ha defendido una lucha activa contra los que recurren a los servicios de la prostitución y me he declarado partidario de prohibirla desde hace muchos años.
¿A qué se refiere?
Me parece execrable la práctica de la prostitución. Ver que compañeros, algunos a los que conozco, recurren a esto, me deja... Se te pasan por la cabeza muchas cosas cuando eres ministro, pero aunque solo sea porque tienes la sensación real de que te están mirando 50.000 ojos, intenta ser lo más cuidadoso posible. Me sorprende la cantidad de irresponsabilidades que estos mangantes parece que han tenido.
Porque tampoco es tan fácil vulnerar el resultado de un tribunal que adjudica una obra. Hay empleados y gente que firma. Más que decepcionado, me siento cabreado por haber estado en el mismo partido que gente que estaba pensando en cosas que no tienen nada que ver con mis valores.
Sánchez anunció 13 medidas contra la corrupción entre las que se encuentran reforzar el equilibrio de poderes o mejorar la gobernanza del partido. ¿Echa en falta alguna que tenga como protagonistas a los corruptores? Porque el problema no es solo quien mete la mano, sino también las empresas que incitan a cometer el delito. Fíjese en la noticia que conocemos hoy relacionada con Pardo de Vera.
Creo que sí. Aunque insisto, no hay que confundir las medidas que se deben de tomar desde los partidos con las medidas penales y judiciales. Yo hice, siendo ministro, lo que entonces llamaba un código de buen gobierno. Te limitaba la posibilidad de hacer cosas que siendo legales no nos parecían éticas. Por ejemplo, aceptar determinados regalos o hacer determinado tipo de actividades.
¿Qué más haría usted si estuviera en su mano?
A mí me sorprende, por ejemplo, que no tengamos en España, como ocurre en el Reino Unido, un código de comportamiento de ministros y de sus cónyuges que, por ejemplo, hubiera impedido hacer todo lo que ha ocurrido con la mujer del presidente del gobierno. Creo que lo que ha hecho no es ilegal, pero desde luego en un código de conducta que yo hubiera elaborado no habría podido llevarlo a cabo.
¿Qué me dice de los partidos nacionalistas en el Congreso? Hasta el momento, Junts, Esquerra o Bildu han sido importantes para sacar leyes adelante. Pero el PNV, UPN o CC han tenido menos protagonismo. ¿Sería buena idea aumentar el número de diputados para aumentar su representación?
Todo depende de cómo quieras hacer las cosas. Que haya pluralidad en el Parlamento es bueno porque hay pluralidad en la sociedad española. Siempre digo que detrás de cada diputado y diputada que se sienta allí, hay gente que los ha votado y hay que ser respetuoso con eso. Pero en este momento las minorías mandan mucho porque PP y PSOE no se ponen de acuerdo.
Este martes Vox anunciaba un plan que han elaborado donde, al parecer, plasman la posibilidad de expulsar a millones de migrantes —aunque no han entrado en demasiados detalles—. ¿Nos debe preocupar esta deriva?
Nos debe preocupar por dos razones. Primero porque va contra los derechos humanos. Creo que también contra la doctrina católica, cosa que a los de Vox debería preocuparles. Pero sobre todo no entienden que el 80% del nuevo empleo que se ha creado en España es por parte de inmigrantes. Por lo tanto, de hacer eso, estaría siendo un movimiento antiespañol porque va contra España y sus intereses.
¿De dónde parte todo esto?
Tenemos una extrema derecha en Europa cuyos ídolos son Putin y Trump, los dos grandes líderes que quieren que Europa desaparezca. Son unos submarinos de nuestros adversarios.
Hubo quien vio en su momento a Yolanda Díaz como la primera mujer presidenta del Gobierno y a día de hoy parece estar lejos de conseguirlo. ¿Sumar es un proyecto que ha fracasado?
Fue un proyecto que no ha cumplido las expectativas que generó. Sobre todo a partir del momento de la salida del Gobierno por parte de Podemos y de la ruptura entre Sumar y Podemos. Ahí se creó un espacio de mucho votante decepcionado del Partido Socialista y que podía ver en Sumar una alternativa de una izquierda atractiva, moderna y del siglo XXI. No ha estado a la altura de las expectativas. Se ha equivocado a la hora de establecer sus prioridades políticas y sigue tirando mucho de manuales antiguos de la vieja izquierda.
