La primera sede del Gobierno de Canarias será demolida para construir dos edificios de viviendas

El Palacete de San Bernardo fue sede de la Presidencia autonómica entre 1983 y 1992 | Hace unos meses su precio de venta alcanzaba los nueve millones de euros

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En primer término, el palacete de San Bernardo, la primera sede de Presidencia del Gobierno de Canarias en Las Palmas. / AH
En primer término, el palacete de San Bernardo, la primera sede de Presidencia del Gobierno de Canarias en Las Palmas. / AH

El palacete de San Bernardo, primera sede de la Presidencia del Gobierno de Canarias, será demolido para posibilitar la construcción de dos edificios de viviendas —uno de seis plantas con acceso por la avenida Primero de Mayo y otro de cuatro alturas con entrada por la calle Doctor Juan de Padilla—. La carga simbólica del caserón es considerable en la historia reciente de las Islas. Allí, durante cuatro años —entre abril de 1978 y agosto de 1982—, se cinceló el Estatuto de Autonomía de Canarias, una ley que diez meses después de su aprobación —en mayo de 1983— dio paso a las primera elecciones regionales del Archipiélago tras la restauración de la democracia.

Jerónimo Saavedra, que ganó aquellos comicios y fue investido presidente con los votos a favor de PSOE, Asamblea Majorera (AM) y Agrupación Herreña Independiente (AHI), fue el primer presidente regional que ocupó el despacho prinicipal de un edificio que durante 34 años fue sede de diferentes administraciones públicas: la Junta Preautonómica —de 1978 a 1982—, Presidencia del Gobierno de Canarias —entre 1983 y 1992, además de Saavedra, por sus instalaciones también desfilaron como máximos mandatarios autonómicos Fernando Fernández (CDS) y Lorenzo Olarte (CDS)— y la Diputación del Común —hasta 2012, casualmente con Saavedra como dirigente de la institución—.

937,85 metros cuadrados construidos

El caserón de San Bernardo —como se conocía a la propiedad de la familia Díaz de Lezcano— ocupa el número 27 de la céntrica calle de Las Palmas de Gran Canaria, el 28 de Primero de Mayo y el 15 de Juan de Padilla. Hasta hace unos meses, su precio de venta estaba fijado en nueve millones de euros. La parcela roza los 1.000 metros cuadrados y el edificio cuenta con dos plantas que en total suman 400 metros cuadrados —el resto corresponden a jardines y terrazas—. El palacete se construyó en los años 50 del siglo pasado y es obra del arquitecto Fernando Delgado, que en uno de los laterales del inmueble recreó la fachada de la vieja mansión familiar.

La relevancia histórica del palacete no impedirá que la piqueta proceda a su derribo. El edificio no goza de protección desde 2016, cuando una sentencia judicial suprimió su clasificación como edificio administrativo público —ordenación incluida en el antiguo Plan Especial de Protección (Pepri) de los barrios de Vegueta y Triana redactado por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria entre 1995 y 2003, durante los dos mandatos de José Manuel Soria (PP)—. El fallo ya en firme, en 2018, acabó además con su protección arquitectónica.

Visitas ilustres

El PP propuso en 2018, en la comisión de pleno de Desarrollo Urbanístico, constituir un grupo de trabajo con el Ejecutivo canario y el Cabildo grancanario para intentar comprar el edificio y garantizar su conservación. Sin embargo, el equipo del gobierno municipal —con Augusto Hidalgo (PSOE) como alcalde— expuso en ese momento que el ayuntamiento no disponía de capacidad económica para adquirir el inmueble y consideró que en la ciudad había otras necesidades más urgentes —como la finalización de la reposición de las casas baratas de Tamaraceite—.

Como sede de la Presidencia del Gobierno de Canarias, el Palacete de San Bernardo fue escenario de eventos históricos, como las recepciones reales a Juan Carlos I y el Conde de Barcelona —padre del monarca— o las visitas de los primeros presidentes de la democracia española —Adolfo Suárez y Felipe González—. La compra, precisamente, de una lujosa vajilla para las ceremonias con ilustres invitados generó cierta polémica alrededor de un edficio que también fue destino final de numerosas protestas populares durante los años 80.