Clavijo y el traje nuevo del emperador

La probable imputación en el Supremo del dirigente nacionalista por el 'caso Reparos' genera dudas en el partido de cara a las elecciones de 2023

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El ex presidente de Canarias, Fernando Clavijo.
El ex presidente de Canarias, Fernando Clavijo.

Habló Fernando Clavijo en Santa Cruz de La Palma y después el silenzio stampa se impuso en Coalición Canaria (CC). El resto de sus mandos, cargos públicos o referentes históricos optó, públicamente, por callar. Ninguna fisura, ninguna duda, ninguna deslealtad en torno a la figura del líder, que va camino de la investigación judicial en el Tribunal Supremo (TS) por un posible delito continuado de prevaricación administrativa en el llamado 'caso Reparos' cuando era alcalde de La Laguna. 

Quedan pocos críticos a la dirección actual dentro de CC. O, al menos, son minoría absoluta los que que se atreven a cuestionar en voz alta el mandato de Clavijo y su guardia pretoriana —Rosa Dávila, Carlos Alonso, Francisco Linares—. Eso, sin embargo, no quiere decir que sean pocos dentro del partido los que duden sobre la idoneidad de volver a presentar a un imputado como candidato a la presidencia del Gobierno de Canarias en las elecciones de 2023.

'Caso Grúas' en 2019

Clavijo ya concurrió a los comicios autonómicos de 2019 como investigado en un juzgado lagunero por el 'caso Grúas' —causa que fue archivada luego por el Supremo, después de que fuera elegido por su propio partido como senador por cuota autonómica—. Y algunos miembros de su partido han recordado en las últimas horas, todos con la boca chica, que ese detalle sumó en clave negativa para sus intereses y que fue uno de los motivos por las que Coalición Canaria —tras 26 años seguidos con presidentes nacionalistas— perdió el poder en el Archipiélago.

Aquel verano, durante las complejas negociaciones para fraguar un pacto de gobierno, Vidina Espino —entonces candidata de Ciudadanos (CS) a la presidencia— negó su apoyo a Clavijo por estar imputado en el 'caso Grúas'. Aquello era una línea roja que, según los mandamientos del partido conservador, no se podía cruzar y esa posición hizo saltar por los aires la posibilidad de un pacto entre CC, Partido Popular (PP), Agrupación Socialista Gomera (ASG) y Cs.

Curbelo y el 'Pacto de las Flores'

Casimiro Curbelo, con sus tres escaños cautivos de ASG, optó entonces por arrimarse al PSOE, Nueva Canarias (NC) y Podemos para formar el Pacto de las Flores y acabar con la hegemonía de Coalición Canaria que, de golpe, se vio sin la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife —pérdida que solventó pocos meses después con una moción de censura—, el Cabildo de Tenerife y el Ejecutivo regional.

El secretario general de Coalición Canaria y senador, Fernando Clavijo. / Luis G. Morera (EFE)
El secretario general de Coalición Canaria y senador, Fernando Clavijo. / Luis G. Morera (EFE)

El camino, desde entonces, se ha hecho largo para muchos mandos intermedios de CC. Y el temor, dentro del partido —en el que, curiosamente, se ha integrado como independiente Vidina Espino—, es que esa travesía lejos del poder —y de muchos cargos de confianza dentro de las administraciones públicas— se alargue otros cuatro años más por, las mismas causas y motivos, apostar por un candidato investigado en el Supremo y que no ha hecho oposición a Ángel Víctor Torres dentro del Parlamento por buscar una salida en el Senado a otra imputación.

¿Casualidad?

Clavijo, este jueves, señaló en Santa Cruz de La Palma que no sabía si será "casualidad" que esta sea la tercera ocasión que un informe de la Fiscalía se emite cuando está cerca un proceso electoral, en referencia a los casos Corredor y Grúas —causas que finalmente fueron archivados—. Indiscutible su candidatura, los debates internos gravitan sobre otras cuesiones, en concreto alrededor del nombre que encabezará la lista al Cabildo, plaza que quiere José Manuel Bermúdez pero para que se barajan otras opciones —¿Rosa Dávila?— en la dirección del grupo nacionalista.

Al tiempo que Clavijo duda de las casualidades, nadie en CC —ni entre sus voceros— se atreve a cuestionar al líder. Muchos, sin embargo, sí ven el riesgo. Pero prefieren disimular: nadie se atraverá a decir nada malo del traje nuevo del emperador. Aunque este vaya desnudo.