Alexander Dugin, considerado el principal ideólogo del presidente ruso Vladimir Putin, ha lanzado un poderoso mensaje en clave geopolítica: África debe abandonar toda dependencia del modelo occidental y forjar una nueva alianza con Eurasia, liderada por Rusia. Esta visión, encuadrada dentro del proyecto de un orden mundial multipolar, tiene un eco directo en Canarias, por su posición privilegiada como puente entre Europa y África y su papel como plataforma de cooperación regional.
En una entrevista publicada por el canal ruso Paideuma, Dugin sostiene que el panafricanismo no debe ser simplemente un movimiento político, sino un renacimiento espiritual, cultural y civilizacional. Para ello, defiende una ruptura radical con las estructuras heredadas del colonialismo europeo, que incluye desde las fronteras actuales hasta las formas de Estado, los lenguajes políticos y los sistemas educativos impuestos.
Dogma de fe
“África no debe imitar a Europa ni replicar sus sistemas. Debe volver a sus raíces, a sus formas tradicionales de organización y a sus religiones ancestrales", explica Dugin, padre del nacionalismo ruso que abandera Putin. Se presenta, desde hace años, como un revolucionario frente al orden moderno. Entre sus ideas defiende que la historia de la humanidad no ha sido una evolución hacia el progreso, sino una degradación constante desde una edad sagrada y jerárquica hacia un mundo moderno, secular e igualitario que considera enfermo.
En su visión, la modernidad —con sus valores de ciencia, razón, derechos humanos y liberalismo— no es un logro, sino una amenaza existencial. En La Cuarta Teoría Política (2012), uno de sus textos clave, denuncia al liberalismo como la forma más radical de individualismo, culpable de destruir toda identidad colectiva y tradición.
Modelo autoritario
Frente a las ideologías modernas, incluido el marxismo, que también rechaza, Dugin propone una alternativa que bebe de la filosofía de Heidegger: una cosmovisión centrada en el Dasein, como forma de volver a las raíces espirituales y culturales de los pueblos. Su propuesta no busca un orden más justo o igualitario, sino restaurar un mundo tradicional basado en Dios, Patria y Jerarquía. Es, en esencia, una defensa de un modelo autoritario, espiritualista y profundamente reaccionario, que encuentra en Rusia el núcleo de ese renacer civilizacional.
En este contexto, el pensador ruso cita a figuras del panafricanismo contemporáneo como Kemi Seba y Nathalie Yamb, a quienes considera aliados naturales de Rusia en su lucha contra la hegemonía occidental. Seba, por ejemplo, defiende que África fue la primera civilización del mundo y que debe recuperar su papel sagrado y soberano.
Dugin defiende incluso el renacimiento de estructuras como las monarquías tradicionales africanas o las federaciones tribales, como una alternativa legítima y orgánica frente a las repúblicas liberales impuestas por las potencias coloniales. En su visión, un gran imperio africano puede coexistir con una multiplicidad de formas de gobierno, siempre que respondan a la realidad espiritual y cultural del continente.
Riesgo y oportunidad
Aunque Canarias no aparece mencionada directamente en el discurso de Dugin, las implicaciones son claras: si África redefine sus alianzas y rompe con Europa como eje estratégico, el Archipiélago corre el riesgo de perder influencia. Durante décadas, Canarias ha actuado como plataforma de cooperación europea en África, tanto en proyectos institucionales como empresariales, académicos o humanitarios. Pero si el nuevo panafricanismo ve esas estructuras como instrumentos coloniales, esa interlocución puede verse cuestionada.
“Los africanos no necesitan lecciones de Europa ni de los europeos. Si alguien viene a enseñar desde la superioridad, que se marche. África debe construir su propio destino", advierte Dugin en la entrevista.
Presencia militar rusa
En los últimos meses, Rusia ha intensificado su presencia militar al este de Canarias, en una maniobra geopolítica que pasa casi desapercibida para la opinión pública de las Islas pero que podría tener implicaciones estratégicas directas para el Archipiélago.
La llegada, hace un año, de cinco buques rusos cargados de material militar al puerto libio de Tobruk, así como el despliegue de tropas del Africa Corps —la estructura mercenaria que ha sustituido al grupo Wagner—, proyecta que Moscú está afianzando una base operativa en el norte de África. Esta proyección militar responde tanto al apoyo al general Haftar, como al uso del este libio como estación de paso hacia el Sahel, donde Rusia ya está desplazando a Francia como actor dominante.
Nuevo eje Sahel-Moscú
El avance ruso se extiende por Burkina Faso, Níger y Mali, países donde recientes golpes de Estado han abierto las puertas a Moscú en detrimento de París y Washington. En todos ellos, el Kremlin ha encontrado aliados dispuestos a romper con las antiguas potencias coloniales, facilitando desde acuerdos nucleares hasta despliegues militares.
Este nuevo eje Moscú-Sahel dibuja un cinturón de influencia rusa justo frente a Canarias, alterando profundamente el equilibrio geoestratégico en la región. Si la tendencia se consolida, el Archipiélago, tradicionalmente vinculado a la cooperación europea en África, podría encontrarse rodeado por una nueva arquitectura de poder en la que Rusia juega un papel cada vez más protagónico.
Redefinir discursos
Frente a esa ruptura con Europa, Dugin propone una alianza espiritual y geopolítica con Eurasia, donde África —libre de ataduras coloniales— pueda desarrollarse en sus propios términos. En su lógica, el liberalismo, los derechos humanos o el humanitarismo son conceptos vacíos para el África profunda, porque fueron introducidos por los colonizadores para justificar la dominación.
Esto supone un reto mayúsculo para las administraciones e instituciones canarias que trabajan desde marcos europeos de cooperación. Si África avanza hacia un modelo civilizacional propio, Canarias deberá redefinir su discurso, adaptarse culturalmente y buscar un papel nuevo: no el de mediador entre África y Europa, sino quizás el de actor regional en un sistema en transformación.
Advertencia estratégica
Dugin advierte que el futuro orden mundial no será definido por las potencias tradicionales, sino por aquellos que sepan articular proyectos civilizacionales fuertes, arraigados y plurales. África, según su visión, vive un momento decisivo, y si logra despertar su potencial espiritual, lingüístico y cultural, podrá convertirse en un sujeto geopolítico por derecho propio.
Canarias, que históricamente ha vivido de espaldas a su entorno africano, tiene ahora la oportunidad de reorientar su papel. Si se mantiene como apéndice periférico de Europa, podría quedar aislada en el nuevo tablero. Pero si sabe leer los signos del tiempo, entender la transformación africana y construir lazos desde el respeto y la escucha, podría posicionarse como un actor de proximidad con un rol útil en el nuevo orden multipolar.
“El futuro", subraya Dugin, "será para los que piensen desde sus tierras, no desde ideologías importadas. África debe pensar con África. Europa debería hacer lo mismo".
