El cáncer de ovario representa una de las amenazas más silenciosas y letales para la salud femenina. Se calcula que una de cada 78 mujeres será diagnosticada con esta enfermedad a lo largo de su vida, y pese a ser la quinta causa de fallecimiento por cáncer entre mujeres, continúa siendo la más mortal del aparato reproductor femenino.
El diagnóstico precoz es clave: en estadios iniciales, la tasa de supervivencia puede alcanzar hasta un 95%, pero en fases más avanzadas cae drásticamente a un 70% en estadio II y tan solo un 30% en estadio III.
Débil sintomatología
El cáncer de ovario se caracteriza clínicamente por no mostrar síntomas específicos y porque no existe un método de detección precoz eficaz. El principal obstáculo radica en su diagnóstico en etapas iniciales, ya que sus síntomas son vagos o inexistentes. "Solo el 20% de los casos se detectan en estadios I y II, ya que el cáncer de ovario no suele presentar síntomas o estos suelen ser muy difusos en sus primeras fases", señala el doctor José Antonio Pérez Álvarez, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Quirónsalud Tenerife.
La enfermedad puede diseminarse rápidamente desde los ovarios a órganos vecinos e incluso a la cavidad abdominal, lo que complica el tratamiento y reduce significativamente las opciones terapéuticas.
Avance tecnológico
Ante este panorama, la cirugía robótica se presenta como un avance decisivo. En palabras del doctor Pérez Álvarez, "gracias a la cirugía robótica podemos acceder a la zona afectada con incisiones mínimas, reduciendo complicaciones postoperatorias y acortando la recuperación de las pacientes".
Este tipo de intervención resulta especialmente eficaz en los estadios iniciales del cáncer de ovario, donde permite realizar procedimientos complejos con mayor precisión y menor agresividad. Uno de los grandes beneficios de esta técnica es su capacidad para preservar la fertilidad en mujeres jóvenes.
En casos de tumores localizados, en estadios iniciales y que cumplan una serie de criterios, en aquellas pacientes con deseos genésicos no cumplidos, la cirugía mínimamente invasiva en general y la cirugía robótica en particular, permiten la realización de una intervención quirúrgica conservadora, conservando el útero y el ovario contralateral. Es por esto, que este tipo de procedimientos se limita a pacientes con tumores malignos de ovario que afectan a un sólo ovario, cuya superficie está indemne, y no han mostrado diseminación tumoral externa.
De esta forma, no solo se mejora el pronóstico médico, sino también la calidad de vida y las perspectivas personales de muchas mujeres.
Cuando la cirugía abierta es inevitable
Sin embargo, no todos los casos son aptos para endoscópica o cirugía robótica. En estadios más avanzados, donde el tumor ya se ha extendido más allá del propio ovario y/o ha invadido múltiples órganos, se recurre a la cirugía abierta tradicional —laparotomía xifo-púbica— para eliminar toda la masa tumoral visible. Aunque más agresiva, esta técnica sigue siendo imprescindible en muchos pacientes, ya que la eliminación de todo el tumor visible es el principal factor pronóstico de esta enfermedad.
Aun así, el doctor Pérez Álvarez insiste en que, siempre que la cirugía pueda ser asistida con un robótica quirúrgico, los beneficios son evidentes: menor riesgo de infección, menor sangrado, una recuperación más rápida y una vuelta más ágil a la vida cotidiana. El abordaje quirúrgico del cáncer de ovario está evolucionando, y la cirugía robótica está llamada a desempeñar un papel protagonista en este nuevo paradigma de tratamiento más humano, preciso y esperanzador.