Cada año, con la vuelta al cole, padres y madres se enfrentan a una vieja pesadilla: los piojos. Estos diminutos parásitos parecen volver puntuales a su cita con los escolares, causando picores, nervios y una batalla que, para muchas familias, se siente interminable. Sin embargo, la lucha contra ellos no tiene por qué convertirse en un ciclo sin fin de champús y desesperación. “La clave está en conocer cómo actúan, cómo se propagan y qué estrategias resultan realmente eficaces para erradicarlos”, explica el doctor Francisco Estrella, especialista del departamento de Dermatología y Venereología del Hospital Quirónsalud Tenerife y Costa Adeje.
La amenaza no acaba en septiembre. Estos insectos no descansan, ni aparecen solo al inicio del curso: cualquier contacto estrecho puede ser suficiente para que salten de una cabeza a otra. Y aunque no transmiten enfermedades, su presencia provoca incomodidad y alarma. Por eso, los dermatólogos insisten en que la prevención “comienza con hábitos sencillos que, aplicados con constancia, pueden reducir notablemente el riesgo de contagio”, subraya.
Pequeños gestos que previenen
Los especialistas recomiendan algo tan cotidiano como el uso de gominas, lacas o acondicionadores, que crean una película sobre el cabello que dificulta que los piojos se agarren. También destacan la importancia de no compartir objetos personales como peines, gorras o toallas, y de lavarlos con agua caliente o alcohol si ya se han utilizado en un entorno de riesgo.
En el caso de los más pequeños, mantener el pelo corto o recogido es una medida sencilla pero muy efectiva. Y si ya circulan casos en el colegio, “conviene emplear la lendrera dos o tres veces por semana, pasándola sobre el cabello húmedo y con paciencia”, aconseja el doctor Estrella. El vinagre blanco diluido o el ácido acético al 3,5% pueden ayudar a desprender las liendres más resistentes.
La sombra de los ‘superpiojos’
Aunque pueda parecer lógico aplicar un tratamiento preventivo, los especialistas advierten que esto es un error: no solo carecen de eficacia, sino que pueden favorecer la aparición de los temidos ‘superpiojos’, parásitos más resistentes a los productos convencionales. “La prevención debe basarse en la observación y en la higiene, no en una aplicación indiscriminada de lociones químicas”, remarca el dermatólogo.
En el terreno del tratamiento, las opciones se dividen en tres: químicas, físicas y naturales. La permetrina sigue siendo uno de los compuestos más utilizados, aunque requiere paciencia: debe permanecer en el cabello unas ocho horas para dar resultado, Asimismo es conveniente el uso del vinagre y la lendrera antes de iniciar este tratamiento. También son eficaces los productos que asfixian a los parásitos, como las vaselinas o siliconas, cuya seguridad está contrastada.
Remedios y repetición
Los aceites naturales —como el de árbol de té, coco o neem— cuentan con seguidores, pero la ciencia aún no ha confirmado su eficacia real. En cualquier caso, sea cual sea la opción elegida, “hay una regla que nunca debe olvidarse: repetir el tratamiento a los siete o diez días para eliminar a los nuevos piojos”, recuerda el dermatólogo.
Los especialistas insisten también en derribar falsos mitos: no es necesario apartar a los niños de la escuela. Con las precauciones adecuadas y revisiones periódicas, no hay motivo para aislarlos. Y, sobre todo, conviene recordar un detalle tranquilizador: “Los piojos no saltan ni vuelan; su propagación depende del contacto directo, lo que facilita que podamos poner límites a su expansión”, resalta.
