Las cotorras se hacen con el cielo de Santa Cruz

Pese a los ingentes esfuerzos por controlar el número de estas aves en Tenerife, hay una serie de factores que imposibilitan una erradicación total

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Ejemplar de las cotorras de Kramer que viven en Santa Cruz./ AH
Ejemplar de las cotorras de Kramer que viven en Santa Cruz./ AH

Como si de una película de Hitchcock se tratara, en Santa Cruz de Tenerife hay un grupo de aves que se está haciendo con el control de los cielos, desplazando a muchas especies autóctonas que nada pueden hacer contra la inteligencia de la cotorra de Kramer, una especie exótica invasora que ha arraigado tanto en Tenerife que ya se considera muy complicada de erradicar.

La Fundación Neotrópico se encarga del control de estas aves en toda la isla, aunque los mayores núcleos poblacionales se encuentran en la capital, La Laguna y Las Galletas, en el sur de la isla. El último censo, realizado hace unos tres años, habla de unos 300 ejemplares, aunque se estima que esa cifra ha crecido desde entonces.

Pese a los ingentes esfuerzos por controlar el número de cotorras, hay una serie de factores que imposibilitan una erradicación total.

El presidente de la fundación Jaime de Urioste cuenta a Atlántico Hoy que “son animales muy inteligentes y esquivos, no siempre caen en la trampa. Cuando hace calor no se acercan a las trampas pero cuando el clima está un poquito más fresco vemos una mayor efectividad”.

Capacidad de reproducción

La cotorra hace dos puestas al año, y pueden nacer entre cuatro y ocho crías. Considera de Urioste que el sistema tendría capacidad de carga para 30 o hasta 50 ejemplares, pero el problema es que esa cifra ya se considera una población muy alta.

“Con su capacidad de reproducirse es muy fácil que la población remonte otra vez, y ese es precisamente el problema, que aunque hagamos un esfuerzo enorme con unos poquitos que quedan son capaces de regenerar su población en muy poco tiempo”, lamenta.

Pese a ello, cree que “no es que haya tanta cantidad de ejemplares, lo que pasa se desplazan por la ciudad, del García Sanabria a la Plaza del Príncipe, también hacia el Viera y Clavijo, el parque de La Granja y parecen muchos más”.

Asegura que en Santa Cruz y La Laguna están capturando bastante y "manteniendo a raya a la población, que no es fácil”, pero su reconoce que hay “lugares como en la zona de Ten-Bel donde habido una explosión demográfica brutal”.

¿Por qué llegaron?

Haciendo un poco de historia el presidente de Neotrópico recuerda que las cotorras de Kramer en los años 80 fueron especies que se vendieron muchísimo. Se le llamaba coloquialmente el loro de los pobres, porque un loro amazónico verde era muchísimo más caro que una cotorra, que además es más fácil de capturar.

Al ser animales que pueden superar los 20 años de edad, era fácil que las familias se aburriesen del ave o que se escapara. Al final acabaron encontrándose y se formaron pequeñas poblaciones reproductoras. “Es lo que pasa con las invasiones biológicas, que pasan desapercibidas hasta que de repente hay una explosión demográfica”, apunta.

Existen varias puntos magnéticos en las ciudades, puntos muy atractivos dentro de un entorno urbano que ofrece oportunidades para fabricar nidos y de alimentación. Los parques. Hasta allí volaban las cotorras, cuya capacidad de vuelo alcanza varios kilómetros, y era habitual que, al cacarear, encontrasen congéneres de manera relativamente sencilla.

Daño a especies nativas

La cotorra, como especie exótica invasora, compite con especies nativas por los lugares donde hacer nidos, por la alimentación o por sus zonas de influencia, y destaca el entrevistado que estos animales son muy territoriales, expulsan a otros para quedarse con la zona y además  hacen un daño importante a la vegetación tanto nativa como ornamental.

Trabajadores de Parques y Jardines de Santa Cruz de Tenerife confirman este hecho. En el parque García Sanabria varios trabajadores señalaban los huecos en palmeras y otros árboles. “Se lo comen todo y luego hay peligro de que las palmeras se vengan abajo”, advierten.

Otro riesgo añadido es que es un importante transmisor de enfermedades como la salmonela, los polyomavirus, circovirus o la chlamydophila, entre otras. Y en el caso de la salmonela, por ejemplo, existe un riesgo para la población porque podría infectarse cualquier persona,

Necesidad de un censo

Pide de Urioste la actualización del censo de ejemplares en la isla de Tenerife, aunque admite que es muy difícil porque para hacer un censo que fuera fiable “habría que disponer de ojeadores en todos los puntos del trayecto y coordinar a nivel de tiempo cuantas cotorras se están viendo en los distintos puntos”.

Puntualiza que hay núcleos que se mueven entre Santa Cruz y La Laguna, por el barrio de La Salud, La Cuesta o incluso en el Camino Largo o el parque de La Vega laguneros. “Si cuentas a distintas horas, el mismo grupo que estás viendo en un lado puede estar en el otro, no son animales estáticos. Es muy difícil”.

Con todo considera de vital importancia continuar con el proceso de poner coto a la población. “Por el número de ejemplares que hay probablemente ya es imposible la erradicación. Como la ratas o las cucarachas habrá que llevar un control continuo para mantener la población dentro de unos márgenes, igual que con las palomas”.

Añade que tenerlas en entornos urbanos es lo más positivo, porque el daño es menor que en zonas rurales. Allí las cotorras infligirían “unos daños brutales” y competirían “con palomas laurisilva y otras especies de aves que no están acostumbradas a competir con estos animales inteligentísimos, oportunistas y con un alto desarrollo cognitivo”.

Poca concienciación

También quiere poner de relieve que hace falta una mayor concienciación de la sociedad con respecto a estas aves, pues relata que muchas personas ignoran los peligros que trae tener estas aves en libertad y no facilitan las capturas.

“Nos encontramos con gente que intenta boicotear el trampeo porque dice que son muy bonitas y tienen que están libres. Nos han intentado romper las trampas o intentar que no se capture espantándolas”. Por ello pide una mayor implicación para explicarle a la ciudadanía cuál es el problema, porque “lo que estamos intentando es proteger las especies de Canarias”.

La Fundación Neotrópico tiene una política de sacrificio cero, por lo que todos los animales pasan a vivir en unas instalaciones controladas, con buena alimentación, control veterinario y con los biólogos de la fundación. En la actualidad hay unos 95 ejemplares pero de Urioste dice que “lo ideal sería llegar a capturar 200”.

Finalizar admitiendo que en Tenerife “afortunadamente” no se da el problema que hay en Gran Canaria con la serpiente rey de California, un depredador que está actuando muy negativamente en la fauna local.