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Patricia Hodgson, candidata a presidir el Real Casino de Tenerife./ CEDIDA

Hodgson, candidata a presidir el Real Casino de Tenerife: "No soy continuista, no soy Pérez-Camacho"

Patricia Hodgson se presenta a presidir el Real Casino tras haber pasado cuatro años como vicesecretaria del presidente Pérez-Camacho

El Real Casino de Tenerife vive una cita decisiva este martes 14, con unas elecciones que llegan tras una legislatura marcada por la controversia y los casos judiciales que han salpicado a su presidente, algunos de ellos archivados. El clima interno mezcla cansancio y ganas de pasar página, y pone el foco en la gestión, la transparencia y la manera de “vivir” la institución en el día a día.

Por primera vez en su historia, las tres candidaturas están encabezadas por mujeres, lo que garantiza la elección de la primera presidenta de la sociedad. El dato no es menor: simboliza un relevo generacional y de miradas en una entidad con mucha tradición y un peso cultural evidente en la ciudad.

Patricia Hodgson, candidata a presidir la institución frente a María Jesús de Lojendio y Beatriz Barrera, explica en esta entrevista el modelo de gobierno que se propone para el Casino, el papel de la asamblea y la junta directiva y hasta dónde deben abrirse los mecanismos de información a los socios sin chocar con la protección de datos. También asoma un debate práctico: cómo ordenar espacios, financiar reformas y priorizar inversiones sin perder el pulso cotidiano.

La candidata explica sus posiciones sobre juventud y participación, programación cultural, uso del restaurante y la cafetería, y el cuidado del patrimonio artístico. La conversación deja ver la idea de un Casino “vivido” por todas las edades.

Plancha de Patricia Hodgson./ CEDIDA

¿Continuismo?

PREGUNTA: Usted es la alternativa continuista, porque ya está en la junta directiva. ¿Qué valoración hace de la gestión de la junta donde era vicesecretaria?

RESPUESTA : Yo no soy continuista. Tengo la experiencia de cuatro años con Miguel Cabrera Pérez-Camacho. Llegué en su segunda fase, porque ha estado ocho años. Cuando él llegó, después de ganar las elecciones, hizo una gestión económica muy importante porque el Casino tenía una deuda heredada del anterior presidente. Estos años ha tenido problemas que todos lo sabemos, y ha estado también malo, y se acaban sus ocho años de legislatura. Yo no soy continuista porque no soy Miguel Cabrera. Yo soy más abierta, pensando en todas las edades, desde los jóvenes que no participan en nada, a todas las demás edades, en todos los sectores que hay en el Casino, que son muchos. Por eso he elegido una plancha multidisciplinar con una media de 55 años, que es la media de edad del Casino, y cada uno aporta sus ideas.

La preocupación por los jóvenes y cómo se sienten en el Casino es algo que veo transversal a las tres candidaturas.

Nosotros lo tenemos claro. Yo tengo dos hijos, uno no quiere ser socio y otra sí. Mi hijo no quiere porque antes los niños no podían entrar en el Casino; entonces, él no fue al Casino. Mi hija se presentó en sociedad, que era una cosa que se hizo hasta 2003; ese fue el último año y fue mi hija la que se presentó. Desde 1950, me parece, fue la primera presentación. En 2003 fue la última, porque ya las chicas salen antes sin presentarse en sociedad. Eso se hacía para poder salir de noche. Ella, con la presentación, empezó a entrar al Casino y lo ha vivido. Por eso nuestro trabajo es vivir el Casino. Ella sí es socia. Ahí está la diferencia. La diferencia es hacer cosas para los jóvenes, no solo para nosotros. La cultura es para todas las edades y queremos ponerla para todas las edades. Aunque mis hijos ya son mayores y no estoy en ese mundo, los que sí están son gente joven, sus hijos conocen mundo de los videojuegos, por ejemplo. Se podría hacer algo de eso, o fomentar otra participación de la gente joven, porque al fin y al cabo es nuestra cantera. Mis abuelos fueron socios, mi padre fue socio. He vivido la sociedad desde chica. Mi padre fue directivo con Faustino Martín Albertos y con Pérez-Machado. Ellos en los años 60-70 crearon una murga que se llamaba Los Puretones, y yo viví todo eso. Con 14 años ya iba al Casino, porque allí te vigilaban tus padres. El Casino es para vivirlo, en todas las edades. I

Otras candidaturas proponen mecanismos para hacer más transparente al Casino: cuentas, acceso de los socios, procesos electorales... ¿Qué propone sobre la transparencia?

Tenemos un punto que se llama comunicación y transparencia. La comunicación digital hoy es fundamental para los que la manejan, porque hay gente de todas las edades que no la maneja. Queremos una web con una sede virtual para la sociedad, un canal de comunicación para los socios y entre los socios, la junta y la administración. Queremos un espacio para estar informados y trasladar opiniones y sugerencias, como un buzón de sugerencias virtual, y poder hacer gestiones con facilidad con todos los contenidos. De todas formas, para ver cosas de las juntas, el socio puede ver las actas metiéndose en el área de socio. Ahí puedes ver cosas del Casino; cuando eres socio, puedes ver incluso las actas. Eso se puede hacer en cualquier momento. Esta idea es del siglo XXI. No podemos estar llamando por teléfono pidiendo eso; para eso están las personas de informática, para hacerlo más viable.

Y sobre la participación de los propios socios, más allá de la junta directiva, ¿cómo deben participar en la toma de decisiones durante los años siguientes a las elecciones?

Quiero dejar claro que el Casino no es la administración pública ni una empresa privada. El Casino es una sociedad. En los estatutos está recogido que la administración del Casino la lleva la junta directiva, presidente y su junta. Cuando hay algo importante que informar —una obra grande, una derrama— se hace en asamblea y son los socios los que aprueban lo que la junta directiva propone. Si todos los socios tuviéramos que decidir cómo funciona el Casino, no funcionaría. La administración la lleva la junta directiva y su presidente. Somos 12 personas y, si son decisiones importantes, se llevan a la asamblea. Por ejemplo, hay que reformar la terraza. Esto cuesta tanto y hay dos proyectos: se lleva a la asamblea. La asamblea decide si se hace, cómo se hace, si con derrama, si con un préstamo. Las decisiones importantes se llevan a la asamblea. La junta directiva va informando de otras cosas, no de temas importantes como este, sino de otras cosas que se pueden hacer con los socios. Pero nunca el Casino puede dejarse en manos de la asamblea general para todo; no funcionaría y quedaría estancado.

Sobre la terraza y la reorganización de espacios dentro del Casino, ¿qué propone?

Es un edificio grande, pero con poca capacidad de espacio: la terraza, el salón principal, el salón Miguel Duque, el salón Presidente y una sala de juntas pequeña. Hay poco espacio. Hay un espacio que hemos cogido ahora. El Casino tuvo una reforma muy grande e importante en la época de Opelio Rodríguez Peña, para mí el mejor presidente con Faustino Martín Albertos; hizo muchísimo por la sociedad. En la tercera planta, donde están las oficinas, había habitaciones donde vivían socios, un lujo con vistas y baño. Viendo con visión de futuro, decidió quitar todas esas habitaciones y hacer un cambio. Hoy están el salón Presidente, la oficina, la biblioteca, una sala de juntas. Todo eso lo reformó él. Y en la primera planta, donde estaba la biblioteca, la oficina y el billar en otro lado, también lo reformó. Todo se llevó a asamblea general por el gasto importante. Gracias a esa visión tenemos el Casino actual; y se aprobó como se hacía antes: aplaudiendo. Ahora, los espacios: por ejemplo, había una pared en medio de dos espacios para dividir, pero quedaron muy pequeños. Era una pared no de carga; se tiró y se ha hecho un espacio grande. Ese espacio ahora se utiliza porque se está restaurando el mural, el cuadro de Aguiar que está en la entrada, que estaba a punto de caerse. Soy licenciada en Bellas Artes. En juntas anteriores, cada vez que entraba, miraba al techo porque estaba a punto de caerse el cuadro. Cuando llegué a la Junta de Miguel, lo primero que dije fue: “Hay que arreglar este cuadro; son dos lienzos unidos”. El arquitecto que hizo el edificio, Miguel Martín Fernández de la Torre, se lo encargó para él. El lienzo es delicado porque Aguiar lo pintó en Madrid, justo antes de la guerra. Cuando lo iba a mandar a Tenerife desde Valencia, se quedó en un almacén hasta que acabó la guerra y entonces se pudo mandar. Llegó deteriorado. Mucha gente metió mano y el cuadro ahora, con la restauración, es una maravilla. La restauradora es muy buena; su especialidad en Valencia es de las mejores. Ese espacio está ahora ocupado por el material de restauración y habrá otro espacio más. Sobre las terrazas: la terraza se arregló en los 80 o 90; se amplió y era mitad al aire libre y mitad cubierta. Con el tiempo, Carlos Suárez reformó la terraza: la cerró y la acristaló pensando en ver las estrellas. Era bonito, pero en verano el sol da fuerte y hace efecto invernadero. Le pusieron toldos verdes motorizados; con el tiempo el mando dejó de funcionar y hace calor. Se dice que hay que arreglarla o poner aire acondicionado. Eso requiere proyectos y llevarlo a asamblea general para que los socios voten; costará mucho dinero. Hay que dar al socio formas de pagarlo: derrama, préstamo o con fondos propios, pero si nos votan en contra los presupuestos, como han hecho hasta ahora, no se puede ir pagando con fondos propios. Pero no todo lo que los socios quieren se puede hacer. Por ejemplo, cuando Miguel se presentó la primera vez iba con otro candidato; querían comprar una sociedad por la zona de Radazul y hacer un club tipo náutico. Pero había que subir y tal. Los socios no estaban de acuerdo y no lo votaron. Todo no se puede hacer. El 80% de los socios del Casino son del Club Náutico. El otro día una señora me decía: “Tienen que comprar un solar de la refinería y hacer ahí un club”. Esos solares son muy caros; además del solar, un edificio con piscinas es inviable. Y luego hay que llevarlo a asamblea y dirán que no. Si ya tengo el Club Náutico, ¿para qué tener eso? Hay ideas no factibles por dinero y porque los socios dirán que no. La asamblea manda. Los socios eligen quién dirigirá el casino: la junta directiva y su presidente.

Sobre el restaurante, que en las otras candidaturas se habla de dinamizarlo, ¿usted qué propone?

El restaurante hoy funciona muy bien. Está en el centro, tiene un menú del día muy bueno. ¿Que hay que dinamizarlo con otras cosas? Vale, pero puntualmente: hay socios que van a comer todos los días. Tienes un menú del día con tres platos a elegir, primero, segundo y postre. A lo mejor hay que subir la calidad, pero funciona. La cafetería habría que dinamizarla más; va poca gente. Lo que sí me gustaría hacer es algo con La Marina. Los fines de semana se llena el restaurante La Marina y no hay espacio para socios. Queremos que en la cuarta planta, en la zona Churchill, haya mesas para que los socios puedan comer esos días. Si no hay mesa abajo, que tengan la opción de ir arriba a comer en el Churchill. Tiene que haber mesa para los socios. Habilitar el Churchill los fines de semana para la comida.

Cultura

¿Qué programación cultural o ponencias habría que impulsar?

El Casino tiene dos importantes: el ciclo de música y el ciclo de conferencias. Pienso que ha bajado la calidad. Sé que cualquier persona que quiere venir tiene un caché alto, más vuelos y estancia, pero hay que fomentarlo. También para la gente joven. Hay cosas culturales y de música o conferencias para edades más jóvenes; hay que buscarlas. ¿Quién las encuentra? La gente de mi plancha que está en ese mundo y sabe qué puede gustar a la gente joven. El Casino es para vivirlo en todas las edades.

Además del buzón de sugerencias, ¿habrá un mecanismo más concreto para los jóvenes?

En estos cuatro  años, un compañero de la plancha creó la comisión de juventud. Ellos opinan. A veces no tienen tiempo por estudios, pero con esa comisión se ha recuperado la fiesta del 25 de diciembre. Empezó floja y el año pasado se agotaron las entradas nada más ponerlas porque ahora es por TomaTicket. Es una forma de que la gente joven participe. Se pueden pedir invitaciones; los chicos van con amigos. Para los mayores puede ser más complicado, pero los jóvenes lo hacen rápido. En el Casino tenemos cursos de todo y el gimnasio, que es muy importante. Hay cursos de informática, inglés, francés, pilates, yoga, zumba... Además de las fiestas de socios que piden salas para comidas, desayunos, colegiados que piden el salón para su fiesta, funcionarios del cabildo para la comida de Navidad. En Navidad los salones están ocupados; hay que pedirlos desde enero. También primeras comuniones, cumpleaños, bautizos. El Casino se vive desde pequeños; es nuestra cantera.

¿Cómo funciona el sistema de acceso y baja de socios?

Si un socio no quiere seguir, se inscribe en una lista de los que quieren vender la acción. El que quiere entrar se inscribe en una lista de los que quieren entrar. No se puede vender directamente a un amigo. El Casino gestiona la lista y se va vendiendo por turnos. Si quiero entrar al Casino, lo solicito, me firman dos socios y puedo ser socio pagando los 7.000 y pico euros de entrada. Si quiero quitarme ese derecho, prefiero vender la acción y recuperar los 7.000 y pico euros. Si tú mañana quieres ser socio y me pides firma, te firmamos yo y otro socio; presentas en la oficina, se lleva a la junta directiva y, si está correcto, entras y pagas la cuota de entrada. 

Otras candidaturas piden más transparencia, como saber quién entra. También vender la acción es un proceso difícil y largo, mucha gente permanece muchos años en la bolsa. ¿Qué piensa de esto?

Esa acción la compra el Casino, pero tenemos presupuesto prorrogado y es dinero. Si hay 10 personas, son 70.000 euros. Estamos atados de manos. Sobre publicar quién quiere entrar: hay un tablón de anuncios, pero debemos velar por la protección de datos. Poner en el tablón quién quiere entrar puede incumplirla. Hoy hay que ir con pies de plomo. Eso no lo hemos llevado porque hay que tener cuidado. En el club, antes se ponía en el tablón, pero ya no. Otra plancha ya puso una denuncia al Casino por poner nombres en un correo electrónico. ¿Dónde vamos a ir si incumplimos protección de datos? Es un tema delicado; hay que estudiarlo y que los asesores del Casino digan si se puede o no.

Esta es una propuesta que lleva otra candidatura. Dentro del Casino hay 2000 socios. ¿Hay una preocupación general entre los socios, o por lo menos de una buena parte de ellos, por querer controlar quién entra y quién sale?

Eso no es verdad. Yo uso mucho el Casino. Porque trabajo en el Casino, soy de las que cuando me involucro en algo, estoy, no para la foto, sino que estoy allí trabajando tal cual. Yo llevo el tema de la sala de arte y el tema de la biblioteca y otras cosas, soy vicesecretaria. Y nunca en estos cuatro años he oído a nadie, salvo a una directiva de una plancha, que quieren saber quién entra o sale.

¿Qué mensaje le manda a los socios para que la voten?

“Vivir el Casino” es importante. Queremos implantar un modelo de gestión participativo, transparente y cercano, con servicio al socio. Vivir el Casino es disfrutarlo todos los días: los que van al gimnasio, al bridge, al billar, a cultura o al gabinete de lectura. Hay que hacerlo participativo. También queremos un espacio para trabajar: si eres socio y sales de tu despacho, puedas tener un salón para trabajar con alguien, con conexión. Está muy bien situado y quien viene se va encantado. La prioridad es atender al socio. Hay una biblioteca con muchos libros, muchos en inglés por el antiguo Casino Inglés, que cerró y donó los libros y una mesa de billar. Tenemos una pinacoteca buenísima, con pintores muy buenos. Hay una de Romero Mateo, de 1.800 y algo, de lo poco que quedó. El Casino, donde está hoy, eran varias casas alquiladas. Se propusieron comprar las casas para hacer el edificio. El arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre lo hizo en dos partes para no perder actividades: primero la que da a la plaza de España, y luego la otra parte. Se pidió un préstamo y se vendieron cosas antiguas, como lámparas de cristal traídas de Francia. Pero se hizo el Casino actual. Había cartas, póker, ruleta (existe todavía), lectura, reuniones. Es el más antiguo de Canarias.  El gimnasio es una oferta que el Casino ha dado. En el sótano antes estaba una sala tipo discoteca. Con el tiempo se cerró y se hizo el gimnasio ahí, con duchas y vestuarios. Era un sitio cerrado y quedaba pequeño. Se quiso hacer un gimnasio en la tercera planta, pero Patrimonio dijo que no por ser BIC. Se trasladó a un salón que da a la plaza de la Candelaria y a la plaza de España. El bridge se trasladó a una sala de proyecciones y donde estaba el gimnasio ahora es una sala multiusos: televisión, asientos, cartas, dominó. El gimnasio es un centro del Casino: lo usan más de 120 personas diarias. Hubo protestas por el cambio, pero cuando un porcentaje tan alto de socios y familiares lo usa, hay que mantenerlo. ¿Mejorarlo? Sí, poco a poco: más mancuernas, suelo más protegido, lo que diga un asesor de gimnasio. Tenemos un monitor. El gimnasio está muy bien, con muchas máquinas. Desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche hay gente. Puedes estar en la cinta mirando el mar; eso es un lujo. Sobre los jóvenes: hacer realidad sus inquietudes, espacio multifuncional, música, videojuegos. La cultura es importante. El Casino tiene semana de música, conferencias, presentaciones de libros, pero para una edad determinada. Queremos que la juventud participe con ciclos de música adaptados, videojuegos. Queremos una promoción cultural de calidad, diseñada para todas las edades: exposiciones, conferencias, cine, música, para un casino vivo. Queremos acuerdos con instituciones culturales para convenios. 

¿Sienten que quizás hay otras instituciones que están cogiéndoles ventaja en el tema cultural, como por ejemplo el Círculo de Bellas Artes?

Cuando llegué, Miguel quiso que llevara la sala de arte. Me propuse que, salvo excepciones, fuera una sala de nivel alto, aprovechando que el Círculo estaba cerrado por obras. Creo que lo logré: han expuesto artistas importantes y también escultura y fotografía. La sala ha subido de categoría y ahora todos quieren exponer. Si el socio nos da su voto, seguiremos manteniendo esa calidad para competir con el Círculo, que ahora está abierto. En Navidad puse exposiciones de fotografías antiguas del Casino para que socios nuevos o jóvenes conozcan su historia. También está la cuestión del Patrimonio: en el Casino hay obras muy importantes. La de José Aguiar se está restaurando; estaba a punto de rajarse. Es una obra a la en cáustica (óleo con cera de abeja calentada y mezclada). Son dos lienzos unidos y pesa mucho. Hay otras obras que hay que limpiar: Néstor tiene dos lados, mar y tierra. El mar: un barco con gente pescando con redes. La tierra: nuestra gente; mujeres rudas, medio desnudas, un pulpo, etc. Enfrentado, la tierra: platanera, tomatera, cochinilla, un camello. Son dos obras que hay que limpiar. Bajar eso requeriría mucha gente; son unos 90 m² entre las dos. Al ser BIC nos exigen conservar las obras de arte. He recuperado varias: encontré tres obras de Vicky Penfold en mal estado; se desmontaron del bastidor, se planificaron y la restauradora las arregló. Había un cuadro de Teodoro Ríos (“caras y caretas”) grapado en una chapa; se arregló, se puso bastidor y se colgó. Hay un Mercurio, copia de Juan de Bolonia, totalmente sucio; hay que restaurarlo. Muchos cuadros antiguos necesitan restauración o limpieza. Todo eso es dinero. Para restaurar el Aguiar no teníamos dinero. Toqué puertas en administraciones; no ayudaron. Al final ayudaron Cajasiete y La Mutua Tinerfeña. La restauradora pidió al Cabildo dos becarios y los tuvo unos meses.

¿Qué otros asuntos importantes para los socios harán?

La rehabilitación del edificio. Se rehabilitó hace unos 20 años; se limpió toda la fachada, la piedra escupe sal y hay que arreglarla; se caen trozos. Es caro. No se puede hacer todo a la vez ni en cuatro años. También queremos impulsar un networking, un entorno para trabajar y mantener relaciones empresariales. En materia de fiestas, queremos ampliar la propuesta de fiestas y actividades sociales con temáticas diferentes, pero siempre para todas las edades, sin perder la tradición. Tanto fiestas emblemáticas, como carnavales, aunqie ahora solo se haga el sábado de piñata, y fin de año, como nuevas fiestas que estamos impulsando, como la del 25 de diciembre. No se deben perder; y se pueden hacer otras.

No ha habido nunca una mujer presidenta del Casino y ahora las candidaturas están encabezadas por mujeres, ¿qué significaría para usted ser la primera?

Para mí sería un orgullo, como mujer y como socia. Soy feminista, pero la mujer tiene que ser válida. Creo que yo soy muy válida para llevar el Casino y lo he demostrado estos 4 años. Vengo de tradición familiar del Casino por los dos lados. Sería lo máximo. No busco ego; quiero trabajar por lo que me gusta: que nuestro Casino, lo que vamos a deja a hijos y nietos, funcione mejor de lo que hoy funciona. Dejar una buena herencia a los que vienen detrás.