La librería solidaria Solican, ubicada en la calle Padre Anchieta de Santa Cruz de Tenerife, enfrenta un golpe decisivo: los actuales propietarios del inmueble y del local han advertido que no van a renovar el contrato de alquiler.
Luis de La Cruz, máximo responsable de la iniciativa, admite a Atlántico Hoy que la noticia llega en un momento complicado. Su preocupación no es solo por la viabilidad de la librería, sino también por el futuro de la red de ayuda que mantienen con donaciones de libros, ropa y otros qrtículos para diversas ONGs y comunidades.
No renuevan el contrato
“El problema es que esto me ha cogido mayor, pero ganas no me faltan y voy a tirar para adelante”, comenta el responsable de Solican, la librería solidaria que se encuentra desde hace algo más de 13 años en este pequeño enclave de la capital chicharrera.
Nos cuenta que hace aproximadamente dos semanas recibió un burofax de los propietarios actuales de la vivienda y el local que mantienen en régimen de alquiler, avisando que no volverán a renovar el contrato, por lo que, si no logran otra alternativa, una vez finalice se quedarán en la calle. “¿Y qué hacemos con todos estos libros y todo este material?”, se pregunta
Necesitan un local
El actual problema de Solican surge al fallecer la anterior propietaria del edificio, con quien mantenía una buena relación desde siempre, pero tras el deseso la situación ha cambiado. “Nos obligan a marcharnos, las cosas han cambiado y sus herederos han tomado una decisión totalmente legítima”, exclama, añadiendo que nunca han dejado de cumplir con lo establecido en el contrato de alquiler.
“Lo que ocurre es que esta decisión me coge con una edad y una enfermedad, pero aún así vamos a seguir adelante”, afirma. “Si cerramos Solican toda esta demanda de ayuda se queda sin respuesta y estas personas que vienen a colaborar desinteresadamente, cada día, se quedarán en sus casas, sin nada que hacer”, lamenta Luis, reiterando que desde la ONG no están pidiendo dinero sino un local, a ser posible cercano al actual, con el fin de no perder ni la red de ayuda ni la clientela.
Amenaza real: alquiler y vivienda
El contrato de alquiler del local expira en el mes de febrero y el de la vivienda en la que vive -en el mismo edificio- en marzo. Luis no esconde su preocupación y reconoce que encontrar una vivienda de alquiler es muy complicado no solo por la gran demanda sino por los precios tan altos del mercado. “Con lo que cobramos mi mujer y yo solo podemos permitirnos un pequeño piso y da igual en qué lugar de la isla esté. Solo pedimos un poco de ayuda”, insiste.
“Estamos buscando un lugar, de 90 a 100 metros cuadrados, donde podamos meter todo esto y seguir con nuestra labor solidaria”, comenta De la Cruz, indicando que buscan un local que no esté bajo el paraguas de una inmobiliaria porque, aunque no tienen problemas para afrontar un alquiler mensual, si supone un obstáculo no disponer de los “tres o cuatro meses que exigen por adelantado”. “El problema se pone cuesta arriba porque no tenemos todo ese dinero y tampoco vamos a meternos en préstamos y empezar a deber”, matiza.
Visibilidad de la labor
Comenta Luis que desde muy niño experimentó el altruismo, esa necesidad de ayudar a otras personas, sin esperar nada a cambio. Apenas tenía cinco años de edad cuando la vida le invitó a mejorar el sueño de otro niño y a reflexionar entre quien no tiene casi nada mientras que otros “almacenan” más de lo que necesitan.
Ahora, Luis, Amalia (su esposa) y otras tres personas voluntarias se hacen cargo de la librería. “Creemos que las cosas tienen una segunda y una tercera vida. Lo que unas personas desechan a otras les hace falta y nosotros actuamos para que estas cosas lleguen a donde son necesarias”, explica el responsable de Solican, mientras señala a unas cajas que guardan diferentes artículos.
Librería Solican
Solican es una librería con personalidad propia que se expande a lo largo de un recinto perfectamente delimitado por estanterías. En cada uno de los estantes los libros se muestran de acuerdo a su estilo y género literario. Temática romántica, policíaca, misterio, novela negra, infantil, poesía, humor, política…, todo perfectamente ubicado y ocupando su lugar, incluso las cajas de libros que hacen cola en el suelo para ir llenando los huecos que van quedando libres en las repisas.
También se ven juguetes y algunos cuadros. Una bicicleta cuelga del techo y algunas muñecas sobresalen por encima de unos osos de peluche que esperan su momento de partir a otro hogar por un módico precio.
En Santa Cruz desde 2012
La librería Solican se fundó en el año 2003 y tuvo su primera ubicación en el municipio de Candelaria. Desde el año 2012 recibe a sus donantes y clientes en la calle Padre Anchieta, paralela a San Sebastián.
“Siempre hemos trabajado para los demás, pero sin pedir dinero”, detalla, indicando que junto a un amigo suyo, que ya falleció, optaron por pedir los libros que la gente ya no usaba. “Empezamos con dos burras y una tabla vendiendo esos libros a muy bajo precio, destinando lo recaudado a pequeñas acciones concretas, colaborando con otras ONGs”.
Labor solidaria
Según explica nuestro entrevistado, Solican es mucho más que una librería, es una especie de nexo con otras entidades solidarias, lo que favorece la participación y el apoyo a quienes menos tienen. “Cuando nos traen ropas las derivamos a Bazar Solidario, que es otra ONG como nosotros, pero de ropa", apunta.
Por otro lado, destaca que también tienden puentes con centros de ancianos, pidiendo pañales para adultos, por ejemplo. "Con una parte de lo que recaudamos aquí por la venta de libros hacemos compras y las enviamos a estas personas mayores que no cuentan con ingresos suficientes. Por otro lado, en combinación con el Club de Leones, recogemos gafas que enviamos a África y, con otra ONG, también recogemos medicamentos sin receta y productos para curas que no estén caducados para enviarlos a Cuba y Venezuela”, detalla.
Siempre se ha dicho que quien da con una mano recibe con las dos. Ahora Luis de La Cruz pide ayuda, un poco de colaboración, que le permita encontrar un local y una vivienda para poder seguir mejorando su propio sueño y, en lo que pueda, el de los demás.