Resignación en Taganana: "El norte de Anaga está condenado a muerte"

Luján González, presidente de la Asociación de Vecinos La Voz del Valle de Taganana, comparte en Atlántico Hoy el desenlace al que apunta la zona norte de Anaga si no hay medidas contra la despoblación

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El presidente de la Asociación de Vecinos La Voz del Valle de Taganana, Luján González, y una imagen del pueblo perteneciente a Anaga. / AH
El presidente de la Asociación de Vecinos La Voz del Valle de Taganana, Luján González, y una imagen del pueblo perteneciente a Anaga. / AH

Canarias lleva lustros con un importante nivel de crecimiento poblacional, con proyecciones que apuntan a superar los 2,5 millones en los próximos tres lustros. Sin embargo, al igual que el problema en la Península de la comentada España vaciada, Santa Cruz de Tenerife vive su particular y preocupante Anaga vaciada, donde, una vez más, las voces de la comarca claman un SOS para afrontar la despoblación de tal emblemática zona.

Así lo ha expresado en Atlántico Hoy el presidente de la Asociación de Vecinos Voz del Valle de Taganana, Luján González, que afirma sin dudar que “la zona norte de Anaga está condenada a muerte”.

Despoblación

Esta afirmación no está dicha a la ligera. Luján hace referencia a la preocupante, y casi definitiva, despoblación que está sufriendo esta comarca a la sombra del Parque Rural, que está provocando una marcha de niños y niñas a zonas más urbanas arrancando indirectamente el futuro de las poblaciones de la región.

“Es curioso que en una isla como esta -Tenerife- que se está superpoblando más de la cuenta, hay una zona de Anaga que pierde población. No solo eso, sino que pierde siglos de historia y de identidad de un pueblo que en algunos casos como Taganana se remonta a más de mil años como lugar habitado”, expone el presidente de la AA.VV Voz del Valle.

 

 

Cierre de colegios

En este sentido, recuerda que ya se han cerrado varios colegios (Chamorga, Almaciga, Casas de la cumbre, Afur, Taborno…) y solo quedan el de Roque Negro y el de Taganana en la zona norte de Anaga. “Los colegios están enfermos de gravedad porque hay muy pocos niños y cuando un colegio se muere, se muere el pueblo, porque no hay generaciones que vayan a relevar a las que viven actualmente en la zona”, argumenta antes de reflexionar que “cuando muere más gente mayor de las que nace, quizás estás abocado a la desaparición”.

González reflexiona sobre que “qué desgraciado es el presidente una AA.VV que un día ha luchado tanto porque su pueblo mejore, pero ve que no tienen niños que corran por sus caminos”. Este presidente que comparte la historia ha luchado por tener un colegio, pero ya no hay niños. “Como presidente podría decir que hasta aquí llegue, que tendría que dimitir porque por vergüenza no debería continuar como presidente de un pueblo condenado a muerte”, apostilla.

El sur, condenado a no ser Anaga

De la misma manera que marca los designios de la vertiente norte de Anaga como “condenada a muerte”, insiste, Luján contempla que la vertiente sur “está condenada a no ser Anaga”. Esto lo justifica por “la masificación, porque es más urbe, con otra gente. Las del norte no sentimos que la Anaga sur, en su inmensa mayoría, sea parte de Anaga ,porque no tiene los mismos problemas”, expresa

Sin embargo, cree que Taganana no desaparecerá nunca como lugar habitado, “pero habrá muerto un pueblo con una historia en cierto modo ancestral y herederos de muchísimas cosas”.

Competencias repartidas

Como presidente de la Asociación de vecinos Voz del Valle de Taganana, y habiendo vivido toda su vida en el popular pueblo costero de Anaga, Luján, a sus 57 años, explica que ha siempre ha luchado por que esa desaparición no ocurra y que Taganana “siga formando parte de la historia de la Islas Canarias”.

Cree que uno de los problemas es que en la zona “hay demasiadas competencias de demasiados organismos” que lo único que hacen es “asfixiar la vida de la gente”. Así, señala al Cabildo insular, al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, al Parque Rural de la Reserva de la Biosfera, a Costas…  

Anaga. / Cedida
Anaga

Escritos ignorados

Administraciones -las tres primeras- que, según explica, han ignorado los diferentes escritos que les envió entre los años 2018 y 2019 alertando de la despoblación de Anaga y solicitando medidas para afrontarla. “Tras los escritos no ha habido absolutamente nada”, sentencia.

Asimismo, esgrime que han pedido “por activa y por pasiva” viviendas de protección oficial en esta zona de Anaga, y compartiendo que no se le entienda mal comenta que no quieren “guetos”.

Emigración a la ciudad

“Queremos que, a quien corresponda, compre casas abandonadas en la zona, se restauren y se pongan a disposición de la gente, sobre todo a las personas jóvenes y parejas que quieren vivir ahí”, solicita. “Hay mil problemas y mil complicaciones, por lo que los vecinos optan por buscarse un piso en Santa Cruz ciudad, pagar una hipoteca, llevarse a sus hijos, lo que ya son menos niños para el colegio, menos servicios… “Piensan en marcharse y al final es la pescadilla que se muerde la cola”.

Cree González que si hubieran algunas viviendas de protección oficial en Taganana, Almaciga, Roque Negro o en Taborno todo sería menos complicado. “Si todas las casas que hay abandonadas se compraran a los dueños y se pusieran a disposición para que las familias las fuesen pagando, revertiría el perder una cultura como la nuestra”, indica.

“¿Quién mantiene nuestra idiosincrasia? ¿Quién se cría en el pueblo? Si no te crías aquí es muy complicado repoblar la zona. Es algo difícil de explicar para quien no tiene arraigo”, sostiene este vecino de Anaga que a su vez señala que las familias que se van “intentan inculcar a sus hijos que ellos son de Taganana, aunque se hayan mudado y criado en otras zonas del municipio”, aunque reconoce que después es difícil que esos chicos, a una edad determinada, “vayan a avecindarse a Taganana”.

Sector primario

Luján no se olvida tampoco de lo que está sufriendo el sector primario. “Es una desesperación cuando vemos que una zona como esta se muere sin importarle prácticamente a nadie. ¿Dónde se ve que la ganadería y la agricultura hayan prosperado?”, cuestiona. “Va a peor”, se responde a sí mismo.

Tal es así que esgrime que la agricultura la realizan de forma altruista, en la que a veces pierden más de lo que ganan. “No se ha hecho lo suficiente ni se ha concienciado a la gente desde los años 60 para ir cambiando el modelo de agricultura y  que pudieran tomar parte del mercado sin que les absorba del desastre, porque, por ejemplo, ya no se puede vender el queso casa por casa”.

Sin ayudas

Por ello, expone que los residentes ya les dicen a sus hijos que ni se les ocurra tener cabras. Además, apunta que la administración “exige mucho, pero no te dan nada. Quieren presumir de productos naturales de agricultura, pero después no hay nada, no se ayuda a la gente”.

En este contexto, comparte su tristeza sobre que, en algunos casos, personas con bajos recursos económicos que por cualquier motivo tenga terrenos “no los atiende porque no tiene agua ni forma de regar”. Ante esta situación, Lujan explica que estos vecinos “deciden acudir a las monjas, a Caritas, le dan 400 euros miserables que le pagan y con eso van escapando. Y a lo mejor tienen terrenos que podrían atenderlo y darles de comer y tener dignidad antes que mendigar un plato de comida”, especifica.

Barrio de Almáciga en el Macizo de Anaga. / Imagen de la red
Barrio de Almáciga en el Macizo de Anaga. / Imagen de la red

La ‘parajoda’ del verano

A pesar del drama de la despoblación, la paradoja llega con el verano y los atascos y aglomeraciones en la costa de Anaga. “Es una paradoja y una parajoda”, ironiza Luján. “Nos invaden. En verano, la gente quiere ir a las playas, buscar zonas cercanas a la ciudad donde puedan desestresarse. Es entendible, pero hay muchísima gente que va que tiene el mismo respeto que tienen en una explanada cuando hacen botellón”, critica asertivo.

Matiza que no son todas, “pero sí hay muchas personas que no respetan, en primer lugar, a los vecinos de la zona y, en segundo lugar, al medio”. Así, apunta a que se hace un senderismo sin respeto a propiedades privadas en algunos casos. “Cuando piensan que todos esos montes forman parte de la administración, no es así. Son propiedades privadas en su inmensa mayoría, herencias de más de 500 años”.

Salvajes antaño

Terrenos que, recuerda el presidente de la AA.VV La Voz del Valle de Taganana, “hace muchos años nos decían que no valían nada, que éramos como unos salvajes que vivíamos ahí. Y ahora resulta que sí valen y aunque sea tu propiedad no te puedes mover”.

Reconoce que “el turismo es necesario” pero que se ha vendido la zona. “Antes invitaban a los visitantes a pasear, y ahora el ayuntamiento ve que se ha desbordado el turismo, que hay que ponerle freno y no saben qué hacer”, reclama. “Es una forma de decir hemos creado un problema y ahora a ver cómo lo resolvemos, pero resulta que lo quieren resolver, a veces, perjudicando a los vecinos”, critica Luján.

Otras reclamaciones

Por último, reflexiona que hay impuestos que les deberían quitar porque “no hay ayudas para la conservación de las casas, pero sí hay multas”. También apunta que las administraciones “te exigen más de lo que te dan” y que el transporte público “debería ser de más calidad, con más guaguas, mejor horario” y reitera el mensaje de que se debería concienciar a la gente a dónde van. “Para los de fuera manteca, pero para los que vivimos dentro, mierda seca”, expresa con esta llamativa expresión.

“Mis huesos están hechos de la misma tierra que piso, porque he comido desde pequeño leche de las cabras, comía lo que daba la tierra… Todo lo que forma mis huesos, como a la mayoría, es de aquí… Somos tierra que camina sobre nuestra tierra y, a veces, nos sentimos secuestrados y desterrados en nuestra propia tierra”, finaliza.

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