La identidad canaria en 2025, por Farruqo.
La identidad canaria en 2025, por Farruqo.

30 de Mayo: Canarias se busca a si misma

Atlántico Hoy conversa con investigadores y pensadores isleños para entender cómo se construye la identidad canaria en pleno 2025.

Alberto Ley

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En un contexto globalizado y en constante cambio, la identidad canaria se redefine día a día. Más allá del folclore y de los símbolos tradicionales, el ser canario en el presente se expresa en un marco de tensiones históricas, realidades sociales y búsquedas de pertenencia. Este 30 de mayo, Día de Canarias, proponemos una mirada reflexiva sobre cómo se articula hoy el sentimiento de identidad en el Archipiélago.

Identidad en evolución

La identidad canaria ha sido, desde sus orígenes, el resultado de múltiples influencias. Lejos de entenderla como un legado estático, diversos expertos coinciden en que se trata de un proceso dinámico y en continua transformación.

El filólogo y antropólogo José Miguel Martín, presidente de la Fundación Canaria Tamaimos, recuerda que la identidad "es una construcción dinámica que va cambiando con el tiempo". Desde su perspectiva, más que un legado cerrado, la identidad es un proceso en evolución constante. Las nuevas generaciones reinterpretan lo heredado, adaptando manifestaciones culturales como la música, el habla o los deportes tradicionales a un contexto contemporáneo. Lejos de extinguirse, estos elementos se reformulan.

Julio Yanes, doctor en Historia Moderna por la Universidad de La Laguna y autor de varios ensayos sobre el pensamiento atlántico, destaca el carácter abierto y plural del archipiélago: “Canarias nunca vivió la Edad Media peninsular. Lo nuestro fue siempre el Atlántico”. Esa vocación de apertura, afirma, ha dado lugar a una cultura que tiende a la convivencia más que al enfrentamiento. A diferencia de otras comunidades históricas del Estado, el nacionalismo canario ha sido más difuso y moderado, lo que también ha influido en la construcción de su identidad.

Representación simbólica

Uno de los grandes desafíos actuales es cómo se transmite la identidad canaria en los espacios formativos y mediáticos. Martín señala que el sistema educativo no ha incorporado de forma estructural los contenidos canarios, y que su inclusión suele depender de la iniciativa individual del profesorado. Esto, advierte, tiene consecuencias en la construcción de una ciudadanía consciente de su realidad.

En los medios, añade, la representación de lo canario suele simplificarse o caricaturizarse. La tendencia a estandarizar el habla, por ejemplo, ha dado lugar a lo que llama el “canario ficticio de anuncio”, una variedad artificial que no refleja las verdaderas características del habla insular.

El sociólogo José Saturnino Martínez, profesor titular de Sociología en la Universidad de La Laguna y experto en desigualdad social, complementa esta idea señalando que la identidad también puede utilizarse como pantalla que oculta desigualdades. “La verdadera identidad se juega menos en el traje de mago y más en quién tiene llave para quedarse o marcharse”, resume. Una mirada a las cifras de exclusión social en las islas obliga a replantear qué tipo de pertenencia se está construyendo y para quién.

Narrativas, poder y exclusión

Desde una mirada crítica y descolonial, el sociólogo Roberto Gil Hernández —autor de obras como Neblina de fantasía y En el nombre de Canarias— propone repensar la identidad isleña como una construcción marcada por un “trauma colonial”. Para él, la conquista europea dejó una cicatriz que aún hoy condiciona el modo en que se construye lo canario: “Toda enunciación de lo canario es problemática, pues se basa en la inclusión de ciertos grupos y la exclusión de otros”.

En su análisis, alerta contra las narrativas hegemónicas que nos repiten “que somos dependientes, ultraperiféricos, amables y sin conflictos”. Son relatos, dice, que refuerzan el statu quo y dificultan una lectura más crítica y transformadora de la realidad. Frente a esto, propone fomentar nuevas relaciones con África, revisar el legado indígena sin paternalismos y reivindicar el conocimiento producido desde el propio territorio.

Gil Hernández también critica el papel actual del sistema educativo, que considera “bancario” y desconectado del entorno, y advierte sobre el impacto de los discursos globales en redes sociales, especialmente entre los jóvenes. No obstante, insiste en que la identidad se construye también desde abajo: en la familia, los barrios, los espacios comunitarios. Y es ahí, sugiere, donde anidan las posibilidades de un cambio real.

Diversidad, fractura y futuro

La creciente diversidad demográfica también interpela a la idea de una identidad única. Canarias ha pasado de ser una tierra de emigración a una de llegada, y hoy conviven en el mismo espacio realidades muy distintas. Según Martínez, esto obliga a redefinir el concepto de lo común, entendiendo la identidad no como exclusión, sino como inclusión activa.

En ese sentido, la reflexión sobre la base económica de la identidad es crucial. Desde la caña de azúcar al turismo masivo, el modelo productivo canario ha generado riqueza pero también desigualdad. La identidad cultural no puede desvincularse de esta dimensión material, ni dejar de preguntarse a quién beneficia y a quién deja fuera.

Un presente abierto

Ser canario en 2025 no es una respuesta cerrada, sino una pregunta abierta. Es una identidad en construcción, atravesada por influencias globales, tensiones internas y aspiraciones colectivas. Las voces consultadas coinciden en que este proceso no debe verse como una pérdida, sino como una oportunidad para profundizar en lo que nos define.

Quizá el reto esté en construir un marco común en el que puedan convivir los elementos tradicionales con las nuevas realidades, sin renunciar a una mirada crítica ni a una voluntad integradora. Pensar la identidad como un camino más que como una meta puede ser el punto de partida para una Canarias más consciente de sí misma y de su diversidad.