5.500 flores 'plantan cara' al coronavirus en La Palma

Tras conocer la imposibilidad de comercializarlas, Wilber Ávila prefirió adornar Barlovento y regalarlas todas justo antes del aislamiento en lugar de tirarlas a la basura

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Nadie pone en duda que la pandemia del Covid-19 haya cambiado radicalmente nuestro día a día, ocasionando incontables pérdidas económicas y situaciones casi inverosímiles. Sin embargo, en momentos como los que vivimos afloran pequeños gestos de solidaridad y generosidad que aligeran la carga a los demás. 

Si un mal que me ha sucedido puede mejorar el día a otra persona, que sirva para algo. Eso es lo que pensó Wilber Ávila, un trabajador de Barlovento (La Palma) que decidió regalar toda su producción de proteas a su pueblo, unas 5.500 flores en total, justo antes de ser decretado el estado de alarma, en lugar de tirarlas a la basura debido a la imposibilidad de comercializarlas. Ahora, todo Barlovento, casa por casa, calles y cementerio, lucen todavía los colores y el aroma de su trabajo, aunque ya nadie pueda verlo más allá de las ventanas debido al estado de alarma. 

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La finca de proteas que produce Wilber Ávila | CEDIDAS

Esta era la primera cosecha que recogía de una finca cuya producción llevaba tres años preparando, con una potente inversión económica detrás. Justo la jornada en la que se disponía a trasladar a la Cooperativa Próteas La Palma la primera parte de las mismas, concretamente las 5.500 flores que ya había cortado, le comunicaron que no lo hiciera porque no se podían comercializar debido a la situación que se está viviendo en Europa a consecuencia de la pandemia del coronavirus. “Entonces, decidí regalarlas, en lugar de tirarlas”, explica Wilber quien colocó personalmente los samuros en el centro del casco de Barlovento para que los vecinos las disfrutaran mientras pudieran y se las llevaran a casa o al cementerio con total libertad. "Y así lo hicieron", comentó el joven agricultor.

Lo primero que pensó Wilber fue en que las pudiera aprovechar alguien y, para él, nadie mejor que sus vecinos. "Las puse en el centro del pueblo y se veían preciosas", recuerda. Además, reconoce con satisfacción que los vecinos se mostraron muy agradecidos con su gesto. "La mayoría me decía lo bonitas que eran y qué pena lo que había pasado".


"Otros agricultores habían acabado la cosecha, pero a mí me tocó esta situación y prefería regalarlas. A día de hoy, si pasa alguien por la finca, se las sigo obsequiando, pero con el estado de alarma he tenido que parar de hacerlo"

Los ciudadanos que así lo quisieron se llevaron sus flores y se repartieron por el pueblo. "Se llevaban entre 20 y 30 flores cada uno y todos adornaron sus casas, incluso llevaron muchas de ellas al cementerio local. Se repartieron por todas partes", explica el protagonista.

Esa satisfacción es lo único que alivia la decepción por la pérdida. "Es cierto que me daba dolor. Era mucho dinero el que estaba perdiendo, pero sin duda prefería hacer esto a tirarlas. Piensa que yo ya tenía la producción cortada, lista para embarcar, y la otra opción que tenía era tirarla en la misma tierra después de tres años esperando por ella, porque era una planta nueva". Eran unas 5.500 flores cuyo valor económico ha preferido no calcular. "Si vas al cementerio a día de hoy, aún está todo adornado con flores mías, y al menos así no se perdieron", insiste.

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Imagen de las flores ya cortadas | CEDIDA

Para entender en su justa medida la extensión de la pérdida es necesario saber que los trabajadores del sector cuentan con una cosecha únicamente y "hasta el próximo año ya no hay más flores". "Atiendes la planta todo un año, y después sacas la cosecha, que suele salir alrededor de navidades, una parte en marzo, dependiendo de la variedad. Otros agricultores habían acabado la cosecha, pero a mí me tocó esta situación y prefería regalarlas. A día de hoy, si pasa alguien por la finca, se las sigo obsequiando, pero con el estado de alarma he tenido que parar de hacerlo", cuenta el agricultor.

Sin embargo, Wilber Ávila remarca que trabajar en las flores es "una maravilla". "Nunca antes había sucedido nada así y no me gustaría que alguien pensara que es un trabajo que no funciona. Lo ha hecho siempre, al igual que la cooperativa donde trabajamos". Insiste, además, en que "siempre se han vendido las flores y hasta ahora los mercados han estado perfectos", reitera el joven, opinión que respalda el propio gerente de la cooperativa, Francisco Molina, quien matiza que esta situación ha afectado a más de una decena de trabajadores. 


"Nos vimos encerrados por todos lados"

Próteas de La Palma Sociedad Cooperativa exporta prácticamente el 100 por cien de su producción. De ella, el 60 o 70 por ciento va a Europa y el resto, a China, Japón y otros países asiáticos. Según expone su gerente, todo fue bien hasta la celebración del Año Nuevo chino, "cuando estalló todo esto allí", recuerda. Perdieron ese mercado por completo, y el de Japón y Vietnam bajó muchísimo, por lo que aguantaban el tipo con lo que todavía se exportaba a Europa. Sin embargo, cuando la situación comenzó a ponerse seria en Italia y España fue detrás, al igual que Dinamarca y otros mercados europeos, la venta de sus producciones se puso "muy complicada", recuerda el responsable.

Cuando vieron que las flores seguían sin tener mercado, "decidimos parar, especialmente después de ver que Donald Trump cerraba la entrada a los vuelos procedentes de Europa". Su reacción fue enviar sus flores en un vuelo vía Tenerife Sur a China, Japón y Vietnam, pero "este vuelo ya no opera más. Nos vimos encerrados por todos lados", subraya. En consecuencia, el cierre temporal de la cooperativa no se pudo posponer más. "Hay agricultores a los que les pilló, como a Wilber, con las flores cortadas, y yo solo podía decirle que si me las traía, irían a la basura, porque me acaban de cerrar todas las opciones. Por eso él decidió regalarlas y las puso por Barlovento para que las cogiera quien quisiera", explica. 

Han podido conseguir que algunas de las flores que quedan en el campo atrasen el momento de su floración al descabezarlas, pero su sensación es la de que "esta situación no va a durar 15 días o un mes". "Esto va para largo, se va a parar todo", lamenta. Asimismo, remarca su preocupación por la zona oeste de La Palma, como El Paso o Garafía, "la más fría, más tardía en producir. Hay muchos agricultores que tienen el 80 % de su producción en el campo. Ellos me preocupan bastante", subraya.

Pese a la seria situación que afrontan, no creen que tengan opción, por el momento, a ningún tipo de ayuda, aunque las autoridades les han pedido que hagan una primera valoración de las pérdidas. "La presentaremos a ver si cuando pase todo esto es posible hacer algo, pero son muchos los sectores a los que les hace falta. La recuperación va a ser muy difícil, pero no queda otra que luchar y tirar hacia delante", expone.