En Canarias hay mucha pobreza, muchos desempleados, faltan camas hospitalarias, se desborda la atención a los inmigrantes por la gran avalancha que llega y la insolidaridad de las otras regiones españolas; en Canarias hay un alto índice de fracaso escolar, la limpieza de muchas ciudades deja cada vez más que desear y cada día hay más inseguridad; en Canarias batimos cifras de turistas que nos visitan y luego estamos a la cola de España en la media de los sueldos, en Canarias, ay, en Canarias, claro que se está de maravilla con nuestro clima privilegiado, con las playas y con los paisajes volcánicos, con los barrancos y los bosques de laurisilva; pero en Canarias se está, sobre todo, de fiesta. Cada barrio, cada calle de cada barrio, cada pueblo, cada isla, tiene su patrón o su patrona, su pregón, su romería y sus isas y saltonas, y hay carrozas, papagüevos, fuegos artificiales, torneos de fútbol, de vóley playa, carreras de sacos, piñatas con gofio, todo eso se ve más en Canarias porque casi nos conocemos todos, y cuando no suena un volador en Valleseco, lo hace en Utiaca, en Tejeda o en Agaete. Y está bien que la gente se divierta, pero el problema es que ahora todas esas fiestas tienen que contar con los representantes institucionales, no con el concejal de Fiestas o un par de concejales delegados, no, va toda la corporación, y la oposición, y dentro de poco llevarán hasta los cronistas y los hijos predilectos.
Hace años, los alcaldes y la corporación presidían la fiesta principal de cada municipio, y luego los veías el viernes santo o en el Corpus. Ahora no, ahora dedican buena parte de su tiempo a acudir a cada uno de sus barrios, la semana antes al pregón, el día antes a los fuegos o las carrozas, y después a la procesión por las tres calles del barrio. Imagino que ese estrés lo asumen por el semillero de votos, y que es como ir de mitin para pedir el voto, para llamar luego por su nombre a cada vecino, y para que no digan que el alcalde no estuvo con ellos. Pero como dije al principio, en Canarias hay pobreza, fracaso escolar o una grave crisis migratoria, y esas muchas horas de compromisos festeros no creo que arreglen esos problemas, que es para lo que están, a no ser que crean que paseándose con santos cada semana se arreglan los problemas.
Eso es lo que soñábamos de niños cuando teníamos un examen, que pidiéndole a la patrona el aprobado en el examen de quebrados ya estábamos salvados, y nunca fue así, nos tuvimos que poner a estudiar, y después de que aprobábamos ya disfrutábamos de los papagüevos, de las carreras de sacos y hasta de los primeros bailes en aquellas verbenas en la que tocaban grupos que se llaman Los Sotos, Los Mejías o Los Falcon’s Boys. Hoy los volverán a ver en todas partes, con el terno de los días de fiesta o con trajes para las fiestas, saludando, sudando, pero serios cuando el santo sale o entra de las ermitas. Seguirán quitándole horas a lo importante, y no nos daremos cuenta hasta que volvamos a comprobar que el hambre de muchas familias de Canarias sigue siendo hambre, que lo que cobramos es mucho menos de lo que cobra un vasco o un catalán haciendo lo mismo que nosotros, y que las calles están sucias, o que solo se limpian cuando pasan por ella algún trono con algún santo.
