El coste de la tierra y la competencia exterior marchitan la huerta canaria

El precio del suelo es casi 10 veces superior a la media europea y, además, los cultivos locales están sujetos a controles más exigentes que los importados

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La producción local está sujeta a requisitos que en el caso de las frutas y verduras importadas son mucho más laxos./ REDES.
La producción local está sujeta a requisitos que en el caso de las frutas y verduras importadas son mucho más laxos./ REDES.

Uno de los rasgos que definen a la mayoría de las economías desarrolladas es el crecimiento del sector servicios en detrimento de la industria y del sector primario. En Canarias el turismo abarca la mayor parte de la tarta mientras que la industria tiene una presencia testimonial y el sector agrario lucha por sobrevivir. A menudo se apunta a la falta de relevo generacional para explicar este retroceso que Theo Hernando, secretario general de Asaga Canarias, define como una pérdida progresiva de superficie de cultivo que ya nos sitúa en "por debajo de las 40.000 hectáreas" en toda Canarias. El desinterés de las generaciones más jóvenes por desempeñarse en el sector primario supone un problema dado que "tan solo el 16% de los titulares de explotaciones agrarias tienen menos de 45 años". De hecho, la mayoría de los propietarios superan los 55 años. "Cuando dentro de diez años empiecen a jubilarse, ¿qué vamos a hacer?", cuestiona Hernando.

A la dificultad propia del trabajo agrario hay que sumar las barreras que existen para acceder a la tierra cultivable. "Deben tomarse medidas para evitar que sea solo por herencia, de manera que quienes quieran comprar o alquilar terreno agrícola puedan hacerlo a unos precios normales, porque en Canarias tenemos unos precios que parecen más propios de terreno de urbano", señala Hernando. El coste medio de la hectárea en Canarias se sitúa "en 88.000 euros cuando en el resto de España la media son 13.000 euros y mientras que en la UE es en torno a 9.000 euros", afirma el portavoz de Asaga. "Casi multiplicamos por 10 el precio medio de Europa y algunos propietarios se creen que en algún momento esos terrenos serán considerados urbanos, pero eso no es otra cosa que especulación con el suelo", sentencia.

Suelo agrícola en la Reserva del Malpaís de la Rasca./
El alto coste del suelo cultivable es una barrera para la inversión y el relevo generacional./ Archivo.

Asimismo, Hernando propone algunas posibles medidas para incentivar la venta o el alquiler de suelo agrícola a precios razonables. "Podría bonificarse fiscalmente a los propietarios, igual que se ha hecho con los alquileres de viviendas", aclara. De por sí el sector agrícola no es especialmente atractivo para la mayoría de los jóvenes "y encima tienes que ser prácticamente millonario para poder acceder, por lo que se hace muy difícil" avanzar en el relevo generacional. ¿Quién puede alquilar una hectárea a esos precios?, se pregunta y a continuación asegura que "al nuevo gobierno le vamos  a solicitar que actúe en este sentido porque de nada sirve ensalzar el producto canario y decir que es necesario el relevo generacional si luego no se incentiva".

Desigualdad de condiciones

A los altos precios del terreno cultivable se le suma la dificultad de competir en los mercados frente a productores de países con requisitos mucho más laxos de los que establece la UE. "Lo primero que le dijimos al ministro cuando fue a La Palma es que en el mercado tenemos que competir con las mismas reglas. No pueden exigirnos a los europeos medidas medioambientales y laborales muy estrictas mientras luego dejan entrar mercancía en tropel de Marruecos y otros países", denuncia Hernando. "Eso nos tumba el mercado y no hay manera de competir", aclara.

En este sentido destaca que esta "doble vara" que separa la producción interna y la importación "supone un problema en la salud del consumidor porque aquí se prohíben ciertos productos fitosanitarios" permitidos en la producción de otros países exportadores de Latinoamérica y África. Entre las soluciones plantea que, "si se pusieran aranceles a esos productos, los precios se asemejarían más" y, en este contexto, los consumidores priorizarían la calidad de la producción local que cumple con los estándares comunitarios, aunque fuera un poco más cara.

Tomates de Canarias. / Pixabay
El Brexit y la competencia de Marruecos acabaron con muchos productores de tomates en Canarias / Pixabay

Por otra parte advierte de la necesidad de avanzar en la profesionalización  ya que "muchos empiezan a trabajar la finca porque se encuentran en paro o les gusta la naturaleza pero este tipo de planteamientos no duran más de dos años", afirma Hernando. A las barreras descritas se unen otros inconvenientes propios de la actividad "como plagas, lluvias torrenciales, olas de calor y, sobre todo, los bajos precios a los que les compran sus productos". Por esta razón aboga por un perfil más profesional, "gente que entre a trabajar de verdad, a pleno rendimiento porque, si le dedicas solo los ratos libres, abandonas ante el primer contratiempo".

Del tomate a la papaya o el mango

En los últimos años el sector agrícola canario ha demostrado su capacidad para adaptarse a los cambios de los consumidores y las dinámicas del mercado. "Cultivos como la papa y el viñedo han descendido bastante pero han subido la papaya o el mango porque se están dando ayudas para reconvertir los cultivos de tomate". Años atrás el tomate en Canarias se destinaba a la exportación principalmente hacia el mercado británico pero, a raíz del Brexit y sobre todo por la competencia de Marruecos, los productores canarios tuvieron que adaptarse a la nueva situación. Por el camino, este entorno competitivo ha provocado el cierre de algunas empresas tomateras "como la mítica La Aldeana de Gran Canaria, que cerró hace unas semanas", ejemplifica Hernando. A día de hoy la producción autóctona tan solo abastece al mercado canario y, para diferenciarse de sus competidores, está apostando por variedades muy demandadas como el cherry o el tomate pera

Cultivo de lechugas en Tenerife. / GOBIERNO DE CANARIAS
Cultivo de lechugas en Tenerife. / GOBIERNO DE CANARIAS

En el mercado de la lechuga Canarias se autoabastece al 100% debido a que en la última década muchos agricultores han apostado por esta verdura para aprovechar el auge de la lechuga en bolsa, lavada y lista para consumir. "Somos autosuficientes en lechuga, canónigos y otras variedades similares", resume Hernando aunque, más allá incluso del incremento en la lechuga se encuentra el aguacate, "sin duda el que más se ha incrementado en los últimos años". 

Potencial de autoabastecimiento

Además del tomate para el mercado interior, el auge de la lechuga preparada y la irrupción del cultivo del aguacate, las Islas tienen un gran potencial para ser autosuficientes en otras variedades menos frecuentes pero que empiezan a ganar presencia en las fruterías como como la pitahaya, las carambolas, la piña tropical. En este último caso, Hernando cree que se debería apostar bastante más, no solo por la de El Hierro, que además tiene bastantes problemas de enfermedades si no también en otras islas", propone. 

carambolas
Las carambolas son una alternativa que empieza a ganar presencia en Canarias./ REDES.

Por otra parte, en el caso del pimiento, con un porcentaje de autobastecimiento cercano al 75% en datos de Mecatenerife, ya cuenta con "un alto porcentaje de autoabastecimiento, pero siempre se podría aumentar", plantea Hernando, "como también ocurre con el pepino, calabacín, la calabaza u otras hortalizas". Los mismos datos de Mercatenerife apuntan a un consumo de papas de origen local de en torno al 37% pero Hernando subraya que la muestra no es representativa porque este mayorista recurre mucho al producto importado. Así, establece un porcentaje de producción local que oscilaría entre el 65-70% de las papas consumidas en Canarias.

Por último existen cinco cultivos tropicales que no se pueden importar por razones fitosanitarias, es decir para proteger las variedades ya presentes en Canarias. Concretamente se trata del plátano, el aguacate, la papaya, la piña tropical y el mango, por lo que todo el consumo fresco en Canarias de estas variedades es de producción local. En este sentido solo está permitido importar productos elaborados como, por ejemplo, piña en lata, pero en ningún caso la fruta fresca por las consecuencias para la producción local, como podrían ser plagas de especies invasoras.