Estos son algunos de los elementos patrimoniales que están en riesgo de desaparecer / MONTAJE AH - HISPANIA NOSTRA
Estos son algunos de los elementos patrimoniales que están en riesgo de desaparecer / MONTAJE AH - HISPANIA NOSTRA

Canarias pierde su historia: el abandono arrasa con 26 inmuebles singulares

Tenerife concentra la mayoría de los 26 bienes históricos incluidos en la Lista Roja de Hispania Nostra, una herramienta de denuncia ciudadana que alerta sobre el abandono del patrimonio cultural en Canarias

Alberto Ley

Casi una treintena de construcciones históricas de Canarias están hoy un paso más cerca de desaparecer. Son 26 los bienes patrimoniales que han sido incluidos en la Lista Roja de Hispania Nostra, una herramienta ciudadana que denuncia el deterioro grave de elementos culturales o naturales en España.

Tenerife concentra la mayoría, con 18 edificaciones en estado ruinoso, como la Hacienda de Las Palmas de Anaga, la Hacienda de los Brieres o el Teatro-Cine Viera y Clavijo, este último con alto valor emocional para la ciudadanía. También aparecen ejemplos en Gran Canaria y Fuerteventura, como el Molino de Los Barber, el Museo Cho Zacarías o la Casita del Huerto de la Higuera.

La lista crece

Esta actualización representa un salto notable respecto a enero de 2024, cuando solo cuatro elementos del Archipiélago figuraban en el listado, tal como recogió entonces este medio. Entre ellos estaban la Hacienda de San Clemente (Santa Úrsula), el molino de La Piñera y el Teatro-Cine Viera y Clavijo, en Los Realejos, así como el pailebote Nostramo, embargado y destinado al desguace en Fuerteventura.

Hispania Nostra advierte de que estos inmuebles se encuentran “abandonados, arruinados y sin ningún mantenimiento”. En la mayoría de los casos, no existe protección específica, ni voluntad política suficiente para impulsar su recuperación, lo que los aboca a la desaparición.

Una llamada ciudadana

La Lista Roja es un proyecto abierto a la participación social. Cualquier persona o colectivo puede proponer la inclusión de un bien patrimonial amenazado a través de un formulario público. A partir de ahí, un comité científico evalúa su estado y determina si debe sumarse al listado.

El objetivo es doble: por un lado, visibilizar el abandono patrimonial; por otro, presionar a administraciones y propietarios para evitar que los bienes pasen a la llamada Lista Negra, que recoge elementos ya irrecuperables.

Más que arquitectura

Desde la asociación recuerdan que el patrimonio no es solo piedra o madera. Es también educación, identidad y cohesión social. “Conservarlo no es una cuestión estética, sino de valores”, afirman. Por eso, insisten en que su defensa no puede quedar solo en manos de técnicos o políticos, sino que debe implicar al conjunto de la sociedad.

En el caso de Canarias, la falta de un plan integral de rescate patrimonial se traduce en que muchas de estas edificaciones se hunden sin ruido. En ocasiones por estar en manos privadas; en otras, por el desinterés o la burocracia institucional.

Sin plan de rescate

Mientras comunidades como Andalucía o Cataluña han activado mecanismos para facilitar cesiones temporales o recuperar bienes en riesgo mediante fondos mixtos, en las islas la respuesta institucional es dispersa y reactiva. Salvo excepciones puntuales, no hay una política autonómica coordinada para rehabilitar el patrimonio en ruina.

Paradójicamente, muchos de estos inmuebles se encuentran a poca distancia de zonas turísticas o áreas urbanas revalorizadas. Su abandono convive con la presión inmobiliaria y el vaciamiento de cascos históricos.

Entre el olvido y la ruina

Algunos de los casos recogidos por la Lista Roja reflejan este contraste. El Teatro-Cine Viera y Clavijo, construido en 1947, fue uno de los ejemplos del neocanario arquitectónico que definió la posguerra en Tenerife. Hoy presenta un avanzado estado de deterioro, sin que el Ayuntamiento haya intervenido.

El molino de La Piñera, activo hasta 1970, llegó a suministrar gofio y electricidad en Los Realejos, pero hoy muestra muros derrumbados, tejas caídas y restos de escombros. La vegetación crece sobre lo que antes fue parte del motor de la economía doméstica del norte insular.