Las cinco cárceles canarias atraviesan una situación complicada —unas más que otras—. Aunque cada una vive su propia realidad, problemas como la masificación en los módulos o la falta de personal se han convertido en el pan de cada día para unos centros que tienen el objetivo de reinsertar en la sociedad a quienes han cometido un delito. “Nos sentimos abandonados”, afirma Nacho Fernández, delegado del sindicato Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM).
A lo largo de la última semana, los empleados de la prisión Tenerife II —donde él trabaja— se han manifestado por los frecuentes cortes de agua que sufre el centro penitenciario. Se trata de un tema que genera impotencia, incluso, en el Ayuntamiento de El Rosario porque necesitan ayuda del Cabildo, el Gobierno autonómico y el Estado para sacar adelante un proyecto que tienen redactado.
Infraestructura obsoleta
Ahora bien, no es el único contratiempo que atraviesa la cárcel. Fernández detalla que se ha quedado obsoleta porque han pasado 40 años desde que se inauguró y sufren inconvenientes como humedades en las paredes —algo en lo que tampoco ayuda el clima frío del municipio tinerfeño—. Pero la cosa no queda ahí porque “las celdas, que son dobles, deberían ser individuales por recomendaciones del Juzgado de Vigilancia y el Defensor del Pueblo”.
Pone sobre la mesa que es inviable continuar con unas infraestructuras muy viejas y con la masificación que registran. “Llevo aquí dos décadas y no veía algo así desde que tuvimos hace años 200 internos por módulo, estamos volviendo a eso, imagínate el hacinamiento que tenemos”, lamenta. La cárcel de Tenerife II está diseñada para 700 reclusos y esta semana superan el millar.

Módulo cerrado
Fernández recuerda, además, que en 2023 cerraron el antiguo módulo de mujeres. Dicho con otras palabras, eso redujo la capacidad real de la prisión en 100 plazas. Al no existir una separación interior de los presos, hay áreas donde confluyen quienes están recién llegados y los reincidentes y quienes llevan años encerrados. Algo que antes no ocurría porque la división era mejor.
El representante sindical expone que si entra alguien con solo 18 años y se mezcla con gente que ha estado mucho tiempo en prisión va a sufrir extorsiones. “Le van a sacar todo lo que tiene y se meterá en temas de drogas, es muy delicado, hace que la reinserción sea más difícil”, afirma. Si se une al mal estado de las instalaciones, deja un escenario muy complejo para Tenerife II.
Proyecto pendiente
Relata que sí hay mantenimiento, pero es necesario invertir una mayor cantidad de dinero porque la cárcel es muy antigua. “En Tenerife”, dice, “tendrían que hacer un gran proyecto y construir una prisión nueva”. “Estamos llegando a un momento muy delicado, imagínate que de aquí a final de año ingresan 100 personas más, ¿dónde se meten? Empieza a haber un problema real de ubicación”, resalta.
Por otro lado, denuncia que “la propia administración penitenciaria a veces no hace nada para que haya un cambio”. Pone como ejemplo un proyecto para construir celdas nuevas que no se ha comenzado. “No es una cárcel del Levante donde los presos son todos conflictivos, se comportan dentro de unas normas, pero si esta masificación se diera en una prisión difícil como las de la Península, nos comerían”, comenta.

Falta de médicos
En Santa Cruz La Palma se encuentra otra de las cárceles de las islas. Una información publicada por El Español, revela que la prisión de la isla bonita es una de las 15 de toda España —en un total de 80— que están sin personal médico. Una lista a la que se suman otras como Málaga II, Soria, Menorca o Cáceres. Una de las razones, al parecer, es porque los facultativos no cobran lo suficiente.
En cierta manera, según ha podido confirmar Atlántico Hoy, ocurre lo mismo en la cárcel de Juan Grande (San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria). Gonzalo Legazpi, delegado de TAMPM en Las Palmas, asegura que para 925 internos solo hay tres médicos. “Pero esto se va a complicar mucho más cuando el año que viene solo quede uno, porque hay dos que se jubilan”, aclara.
Servicios insuficientes
Una de las consecuencias es que si un recluso necesita atención sanitaria es trasladado al hospital en una ambulancia que paga el Ministerio del Interior y una patrulla policial debe custodiarlo durante todo el tiempo que permanezca ingresado “en vez de velar por la seguridad de las calles”. No solo faltan médicos, sino también juristas, trabajadores sociales, educadores o jefes de oficina.
La cárcel abrió en el año 2011 con 612 internos y el número de funcionarios era de 334. A día de hoy, llegan a 925 reclusos, pero con la misma cantidad de empleados. Por ello, desde el sindicato solicitan que se actualice la Relación de Puesto de Trabajo (RPT) de manera proporcional al número de reclusos. “Nos mandan prácticos para que se formen, pero no pueden desempeñar ningún puesto, no cubren las carencias”, indica Legazpi.

Seguridad crítica
Otra de sus denuncias es que “los módulos están prácticamente llenos”. El de respeto “tiene su capacidad al máximo”. Por otro lado, apunta, "un módulo conflictivo debería tener en torno a 70 internos más o menos y están sobre los 115, estamos casi llegando al doble”, apostilla. Legazpi sostiene que la problemática para los funcionarios de prisiones es la seguridad porque están en una inferioridad numérica importante —dos o tres para 120 internos en algunos módulos—.
“En cuanto a la seguridad supone un grave perjuicio. Pero ya no solo para nosotros, sino para los propios internos. No se les puede dar un seguimiento por su seguridad ni salud, porque no hay medios físicos ni materiales ahora mismo”, insiste. Tampoco deja a un lado que Las Palmas II es la prisión “que coge a los peores presos de Canarias”. “Somos la cuarta o quinta prisión con más agresiones a nivel nacional”, añade.
Prisión deteriorada
En la capital de la isla se encuentra la cárcel Las Palmas I, más conocida como Salto del Negro. Legazpi afirma que allí están realizando labores de mantenimiento “porque la prisión se cae a pedazos” y están mandando internos a Juan Grande, “lo que sigue aumentando la población sin que haya más personal”. “Supuestamente luego se devuelven, pero eso es mentira”, aclara.
Un poco más hacia el oriente del Archipiélago se encuentra la cárcel de Tahíche (Lanzarote), un lugar donde, según ha podido saber este periódico, la cosa está algo mejor. Fuentes con las que se ha puesto en contacto Atlántico Hoy, aseguran que la prisión está “muy bien dotada”. “Los presos tienen cubiertas sus necesidades en todos los aspectos”, destacan.
Gestión destacada
“Es cierto que todo en esta vida es mejorable, pero la verdad es que tanto en el trato como en las prestaciones que reciben los internos es muy buena”, afirman. Por otro lado, resaltan la figura del nuevo director: “Se preocupa por las instalaciones, para que los presos estén en las mejores condiciones y una de sus mayores preocupaciones es frustrar todos aquellos intentos de que se pueda entrar drogas”.
La cara mala de la moneda es que también faltan médicos. Solo cuentan con un doctor, mientras que el resto es personal ATC, de enfermería y auxiliares.
En definitiva, todo se puede resumir con unas palabras pronunciadas por Gonzalo Legazpi: “El ingreso en prisión es para reinsertarse en la sociedad. No es un castigo, pero es difícil que se pueda llevar a cabo una reinserción si no se tiene ni los medios materiales ni físicos”.


