Los clubs de lectura se han convertido en una espacio de comunidad cultural / AH
Los clubs de lectura se han convertido en una espacio de comunidad cultural / AH

Los clubes de lectura, de moda en Canarias: “Leer es un hobby muy solitario hasta que lo compartes"

Desde bibliotecas públicas hasta librerías independientes, cada vez más canarios y canarias se suman a la experiencia de compartir sus lecturas, creando una comunidad en la que se fomenta el hábito, se conocen nuevos libros y se conecta con los demás

ariadna

Leer es uno de los placeres de la vida y, aunque lo habitual es que se haga en solitario, otro de los placeres es compartir con más personas. Imagina leer un libro y que te encante, que sientas la necesidad imperiosa de compartir con el mundo lo maravilloso que es y recomendarlo sin parar. Ahí entra la magia de los clubs de lectura. 

Y es que lejos de ser un espacio exclusivo para grandes lectores o académicos, estos encuentros son un refugio emocional, social y cultural para personas de todas las edades, que contribuyen a reavivar el gusto por leer. Desde bibliotecas públicas hasta librerías independientes, cada vez más canarios y canarias se suman a la experiencia de leer acompañados.

“Se crea comunidad”

“Estoy leyendo el doble que antes”, asegura Nieves Martín, de 38 años, que asiste a un club presencial en la Biblioteca Pública del Estado en Santa Cruz de Tenerife. Lo que comenzó como una vía de escape en “una etapa un poco mala a nivel personal”, se ha convertido para ella en una actividad transformadora.

“Me apetecía distraerme y como me gusta mucho leer me pareció que hablar de libros con gente nueva y conocer otras opiniones y maneras de pensar era una buena forma de hacerlo”, cuenta Martín, que, además de leer más, “me estoy acercando a obras que nunca habría elegido por mi cuenta, como Intemperie, de Jesús Carrasco, que me pareció sublime”.

Para ella, estos clubes también ofrecen una forma de romper con el aislamiento que imponen el trabajo y el ritmo de vida actual: “Son una forma de crear comunidad”. En su caso comparte club sobre todo con personas jubiladas, lo que le parece “muy enriquecedor". “Vivimos en una sociedad que idealiza la juventud, pero yo aprendo muchísimo de sus experiencias y opiniones”, afirma.

El hábito de leer

Para Alicia González, de 26 años, el club de lectura al que se ha apuntado también ha contribuido a leer más y sentirse parte de una comunidad. “Una amiga me propuso unirme al club de lectura de la Casa del Libro, en Las Palmas de Gran Canaria. Me encantaba leer, pero lo había dejado. Desde que me apunté no he parado. Leo todos los días y no solo lo del club, sino recomendaciones de otros miembros”, expresa. 

Para la lectora el poder compartir con las demás personas es uno de los aspectos que más le gusta de la experiencia: “Lo que más valoro es poder hablar de lo que me gusta con personas que comparten la misma pasión. He conocido a gente maravillosa”.

También subraya cómo las redes sociales están influyendo en este fenómeno. “Movimientos como Booktok o Bookstagram hacen que los libros sean tendencia otra vez. En la librería donde voy tienen incluso una sección para libros virales. Todo esto revive el espíritu de los fandoms y hace comunidad”, explica. 

Lectura de un documento en un libro electrónico / PIXABAY
Lectura de un documento en un libro electrónico / PIXABAY

Descubrir géneros y autores

Por su parte, Oliver Rivero, de 40 años, descubrió los clubes de lectura gracias a la saga Blackwater y a una librería que organizó un encuentro temático. “Me sorprendió la cantidad de gente que fue. Hubo comida, regalos e incluso una videollamada con una representante de la editorial”, recuerda.

Lo que comenzó como una simple curiosidad derivó en una pasión renovada por la lectura. “Desde entonces he leído más que nunca. Me enganché a la novela negra y descubrí a autores como Joël Dicker. Pero, sobre todo, valoro las conversaciones, los distintos puntos de vista y esa conexión espontánea que se genera. Frente a la frialdad de las redes sociales, los clubes traen de vuelta la cercanía y la conversación espontánea cara a cara”.

“Como quien va al gimnasio”

En el caso de Sara Morín, de 30 años, la joven participa en varios clubes —presenciales y online— y ha dado el paso a crear uno propio. “Leer es una actividad muy solitaria, y los clubes me permiten compartir lo que leo y comentar los libros. La conversación con otras personas es lo más interesante. He conocido a gente con gustos afines”, expone. 

Además, le ayudan a mantener el hábito de leer y, sobre todo, “me comprometen a terminar ciertos libros que de otra forma abandonaría”, explica. Ejemplo de ello es Piranesi, de Susanna Clarke, una lectura que no le gustó “nada” al comenzar a leer y le terminó encantando. 

Tanto le gusta esta dinámica, que ha creado su propio club. Una decisión motivada “como un acto de compromiso con la literatura”. Para ella “es como quien va al gimnasio para cuidarse”, “yo leo para nutrirme por dentro y si no tengo con quién comentar un libro, creo el espacio para hacerlo”.

Otras formas de ocio

El auge de los clubs de lectura nace un poco, tanto para Nieves, Oliver, Alicia y Sara, de la necesidad de compartir y encontrar otro tipo de espacios de ocio cultural. Así lo ve la joven de 30 años, que atribuye el auge al fomento de la lectura como hobby: “Hay más dinamización cultural en bibliotecas y librerías porque creo que es una demanda de tener actividades sociales sanas”, además de que “las amigas se han querido unir para comentar los libros y tener una excusa para verse”. 

Aunque es cierto que no se olvida del punto “capitalista” de todo este movimiento y que a veces se aprovecha el tirón con actividades como “los ‘reading parties’, donde tienes que pagar 15€ para leer en silencio con gente”. 

Recomendado

Lo cierto es que, más allá del formato —presencial, online, de un género concreto o no —, los clubes de lectura están cumpliendo un papel esencial en revivir la conversación, fomentar el pensamiento crítico, y tejer vínculos sociales en un momento en que muchas personas sienten que han perdido el contacto con los demás... y con los libros.

Como resume Nieves, “a pesar de la visión casi apocalíptica que nos pintan a veces de que la gente ya no lee, la realidad es lo contrario” y para muchas personas como Alicia, dar el paso a apuntarse a un club de lectura, “es lo mejor que he hecho este año”.