En Canarias, el otoño no solo trae temperaturas suaves y cielos despejados. También invita a disfrutar de recetas que reconfortan, que saben a hogar y que conectan con las raíces. Entre ellas, hay una que conquista por su sencillez y su sabor a tradición: la mousse de gofio, una versión moderna y cremosa del alimento más emblemático del archipiélago.
Pero antes de entrar en la cocina, vale la pena recordar de dónde viene este dulce y por qué combina dos mundos —la alta repostería europea y la esencia canaria— en un mismo vaso.
Una historia entre Francia y Canarias
El término mousse proviene del francés y significa literalmente “espuma”. Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando el cocinero galo Menon mencionó en su obra Les soupers de la cour tres versiones originales: azafrán, chocolate y café. En aquel entonces, las mousses se servían en copas de plata o cristal enfriadas en hielo durante horas.
Siglos después, esta preparación conquistó las cocinas del mundo, y en Canarias encontró su alma gemela: el gofio, esa harina tostada de cereales —generalmente millo o trigo— que ya consumían los antiguos guanches antes de la conquista. Con un sabor inconfundible y un alto valor nutricional, el gofio ha sido durante generaciones el alimento básico de las familias isleñas y un símbolo de identidad que traspasó fronteras hasta llegar a países como Venezuela, Cuba o Uruguay, de la mano de la emigración canaria.
Ingredientes para una mousse perfecta
Preparar mousse de gofio casera es más fácil de lo que parece. Solo necesitas:
- 110 gramos de gofio canario
- 600 ml de nata para montar
- 3 huevos
- 150 gramos de leche condensada
- 30 ml de leche entera
- Almendras tostadas picadas para decorar
Paso a paso de la receta
- Separa las claras de las yemas en dos recipientes.
- Bate las yemas junto con la leche condensada hasta obtener una mezcla cremosa.
- Añade el gofio poco a poco y mezcla hasta conseguir una pasta homogénea. Incorpora la leche y continúa removiendo.
- En otro bol, monta la nata y agrégala a la mezcla anterior con movimientos envolventes para mantener la textura aireada.
- Bate las claras a punto de nieve e incorpóralas con cuidado.
- Reparte la mousse en copas individuales, decora con almendras tostadas y espolvorea un poco de gofio por encima.
- Refrigera durante al menos dos horas antes de servir.
El resultado es una mousse ligera, cremosa y con un sabor a cereal tostado que evoca los desayunos de antes y los postres familiares de los domingos.
Un postre tan sano como delicioso
Además de ser irresistible, la mousse de gofio es un postre nutritivo. El gofio aporta vitaminas del grupo B, minerales como hierro, calcio y potasio, y una buena cantidad de fibra y proteínas. Por eso, los nutricionistas lo recomiendan tanto en dietas deportivas como en planes de alimentación equilibrada.
Su bajo índice glucémico lo convierte también en un aliado para las personas con diabetes, al ayudar a regular los niveles de azúcar en sangre. Y su contenido en ácidos grasos Omega 6 contribuye a mantener el colesterol a raya.
Eso sí, no es recomendable para quienes tienen problemas renales, debido a su concentración de sodio y potasio.
Tradición que se sirve fría
En Canarias, esta receta se prepara especialmente durante el otoño e invierno, cuando las sobremesas se llenan de postres caseros. Servida bien fría, la mousse de gofio representa el equilibrio perfecto entre la tradición isleña y la sofisticación moderna, una forma deliciosa de mantener viva la historia de un alimento que ha acompañado a generaciones.
Porque si algo demuestra este postre es que el gofio no solo se come con leche o plátano: también puede convertirse en el alma dulce de una de las recetas más queridas y auténticas del archipiélago.