El aumento de discursos racistas en redes sociales y algunos medios tras los recientes sucesos en Torre Pacheco (Murcia) y en el barrio de La Isleta (Las Palmas de Gran Canaria) ha encendido las alarmas en la comunidad marroquí asentada en Canarias. El portavoz de la Asociación Arenas Marroquí, Salah Eddine Chehaib Charfaoui, considera que se está extendiendo un clima “peligroso, injusto y profundamente dañino para quienes llevan años integrados en las islas”.
“Llevo 25 años en Fuerteventura. He vivido aquí más que en Marruecos. Trabajo, cotizo, soy concejal, y aun así tengo miedo de que esto se descontrole”, lamenta Chehaib, que además de representar a su asociación, forma parte del gobierno municipal de Pájara.
Incendio mediático
El punto de inflexión lo marcó el caso de Torre Pacheco, donde un hombre fue agredido por jóvenes de origen magrebí y, tras ello, grupos ultras organizaron cacerías y ataques contra migrantes, alentados por bulos y discursos incendiarios. Según reveló este medio, existe inquietud entre las fuerzas de seguridad en Canarias por un posible “efecto contagio”.
Pocos días después, La Isleta vivió su propio estallido con una agresión brutal: una menor de 17 años fue rociada con combustible y quemada por un joven de 20 años, identificado como Abarrafia H., que había llegado en patera en junio y residía de forma irregular. El caso ha sido catalogado como violencia machista, pero la repercusión ha derivado en oleadas de odio hacia toda la comunidad marroquí.
El estigma colectivo
Chehaib rechaza que se criminalice a todo un colectivo por los actos de una minoría: “En todas las nacionalidades hay gente que delinque, pero eso no puede justificar que se pida la expulsión de todos los marroquíes. En España, si alguien comete un delito, cumple condena y luego es deportado. Eso ya ocurre”.
Recuerda que los principales perjudicados son “las personas que están integradas, que trabajan, que sacan adelante a sus familias” y que ahora sienten temor. “La espiral de odio nos oprime, nos estigmatiza. Lo vemos en el trabajo, en la vivienda, en la calle”, advierte.
Racismo cotidiano
Más allá de las redes, Chehaib denuncia que el racismo se manifiesta en situaciones diarias. “Conozco casos donde por teléfono todo va bien, pero cuando ven que eres marroquí, ya no te alquilan la casa. Te dicen que no porque el padre no lo permite, o porque el hermano no se fía. Eso duele y deprime”.
Este tipo de discriminación silenciosa, insiste, “no sale en los telediarios, pero tiene consecuencias reales: genera inseguridad, aislamiento y pérdida de oportunidades”.
Medios y políticos
El portavoz también hace un llamamiento al gremio periodístico. “Algunos medios están haciendo un trabajo responsable, pero otros no. Hay que informar bien, sin echar gasolina al fuego”, señala, en referencia a quienes destacan nacionalidades en titulares o amplifican narrativas estigmatizantes.
Sobre declaraciones como las de la alcaldesa de Mogán, que aseguró que el 95 % de los detenidos en su municipio son jóvenes magrebíes, Chehaib considera que “no es el momento” para esas afirmaciones: “En un ambiente tan tenso, decir eso solo aviva el odio. Los responsables públicos deberían intentar calmar, no incendiar”.
Riesgos reales
Aunque en Canarias no se han producido ataques como los de Torre Pacheco, el temor existe. “Los ultras están en todos lados. Y claro que me preocupa que algo así pueda pasar aquí. Hoy nos toca a los marroquíes, mañana será otra comunidad”, alerta.
Frente a este escenario, pide altura institucional y compromiso ciudadano: “No se trata de negar los problemas, sino de no convertirlos en armas contra pueblos enteros. Lo que hace falta es convivencia, no más división”.
