En cada rincón del mundo hay frases que encierran una historia. Expresiones que no se aprenden en los libros, sino que se heredan de generación en generación, cargadas de acento, identidad y orgullo. En el caso de Canarias, el idioma se convierte en un espejo de su mestizaje, de su geografía y de su alma atlántica.
A medio camino entre Europa, África y América, el español que se habla en Canarias no es un simple dialecto: es un idioma emocional, moldeado por siglos de historia y convivencia. Y dentro de ese habla singular, hay una palabra que funciona como piropo, como agradecimiento y como reconocimiento. Una palabra que en el resto de España apenas tendría sentido, pero que en las islas es puro elogio.
“Eres un puntal”
Así suena uno de los halagos más canarios que existen. En apenas tres palabras, “Eres un puntal” concentra cariño, admiración y respeto. En el uso cotidiano, significa que alguien es fuerte, confiable y valioso. Un auténtico apoyo. Decir que alguien es “un puntal” es elevarlo a la categoría de imprescindible.
No es raro escuchar frases como “Ese chico es un puntal, siempre está ahí” o “Mi vecina me ayudó con todo, es una puntal”. Y aunque en el resto de España este piropo puede generar confusión, en las islas conecta directamente con la forma de entender las relaciones humanas: cercanas, generosas y desinteresadas.
Influencias
El dialecto canario guarda una fuerte relación con el habla andaluza, sobre todo con la variedad de la Andalucía occidental. Rasgos como el seseo, el uso del “ustedes” o una pronunciación suave y melódica son herencia de los colonos que llegaron entre los siglos XV y XVI desde Sevilla, Cádiz o Huelva.
Esta base andaluza, sin embargo, se ha enriquecido con múltiples aportes. Entre ellos, destacan los portuguesismos, vestigios de la influencia lusa en la época de la conquista, y palabras de origen guanche que aún perviven en topónimos o expresiones comunes.
Un lenguaje con memoria
Canarias también ha sido puente con América Latina, lo que ha facilitado un intercambio léxico constante. Palabras, expresiones y entonaciones viajan entre ambas orillas, alimentando un habla que nunca deja de evolucionar. A eso se suman anglicismos nacidos de las relaciones comerciales con Inglaterra y algunos arabismos, herencia de la cercanía con el norte de África.
Todo ese bagaje ha hecho del habla canaria un reflejo vivo del mestizaje. Un idioma con raíces profundas y ramas abiertas al mundo. Y en medio de ese bosque léxico, el piropo “eres un puntal” florece como ejemplo de una forma de ver y vivir la vida: con cercanía, con respeto y con afecto.