El reciente hallazgo y grabación de una hembra de pez diablo negro (Melanocetus johnsonii) nadando en aguas cercanas a Tenerife ha supuesto un fenómeno mediático. Es una imagen muy especial: llegar a grabarlo y que estuviera aún vivo durante el avistamiento es un hito, pero encontrar a estos animales en la superficie, aunque "no es habitual, tampoco excepcional”, según el consejero de Cultura y Museos de Tenerife, José Carlos Acha.
En la rueda de prensa sobre el hallazgo en el Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA), su conservador de Biología Marina, Alejandro de Vera, señaló que la especie "ya es conocida en Canarias". Su nombre científico significa "monstruo marino mitológico", y el calificativo johnsonii "está dedicado al naturalista James Yate Johnson, que en 1851 se estableció en Madeira y que recolectó el primer ejemplar conocido de este pez”, explicó.
El ejemplar fue descubierto el pasado 26 de enero por miembros de la organización Condrik Tenerife, aproximadamente a dos kilómetros de la costa, y las causas de su ascenso a la superficie no están claras: para Carla Pérez, bióloga marina y miembro de Océanos de Canarias, es probable que, o "estuviera enfermo o fuera arrastrado por una corriente ascendente".
Otros diablos en formol
El ejemplar ha sido donado al MUNA y ahora forma parte de la colección de "millones de organismos" que contiene la institución, según su directora, Fátima Hernández, conservados para "profundizar en el estudio de las especies y así solucionar los problemas que afectan a la humanidad".
Los sótanos del MUNA son un auténtico museo de los horrores, pero pefectamente limpio y etiquetado. Contienen más de medio siglo de ejemplares conservados en alcohol (antes en formol), entre los que se encuentran individuos mucho más pequeños de Melanocetus johnsonii, de apenas un centímetro, guardados desde hace 20 años: "Solo ha perdido algo de color, cuando se encontró era mucho más oscuro", dice uno de los conservadores.

Terrible indigestión abisal
Existe otro caso conocido de avistamiento en superficie de un pez abisal que también se custodia en el MUNA: una hembra de pez linterna cornudo (Oneirodes eschrichtii) de 21 cm de longitud, que se halló, ya muerta, en 2017 en Playa de las Américas. Lo curioso en este caso fue, sobre todo, lo que llevaba dentro.
El pez linterna se había intentado comer una merluza de hondura (Trachonurus sulcatus) de 36 cm de largo, que no solo era considerablemente mayor que su depredador sino que seguía viva cuando la encontraron. Nunca se supo el motivo exacto de su muerte "pero, atendiendo a su desmedida voracidad, todo apunta a que sufrió una terrible indigestión abisal", explican los científicos. Ambos especímenes están conservados en el museo.

Plancton
Por su aspecto podrían no intuirse dos datos que definen al Melanocetus johnsonii: el primero es que la comunidad científica lo considera plancton, es decir, especies que flotan y son desplazados pasivamente por las aguas; y el segundo es que solo mide siete centímtros, y porque era una hembra, porque el macho ronda el centímetro y medio.
Para de Vera, se trata de una especie fascinante y encantadora. Su particular apariencia se debe a las adaptaciones evolutivas necesarias para sobrevivir en un entorno hostil: bocas grandes con dientes afilados, capaces de ingerir presas de un tamaño superior al suyo y estómagos que se dilatan enormemente para digerirlas; o estructuras a modo de caña de pescar que atraen presas mediante un señuelo luminoso. "No es el diablo tan feo como pintado lo vemos”.