Que los perros persiguen a los gatos es algo bien sabido. Lo inaudito es que se hayan convertido en los mejores amigos para salvar de la extinción a los 1.700 guepardos que quedan en Botsuana.
Ese can, de carácter vivaracho, tamaño pequeño y a menudo de color marrón, es una raza local, la Tswana, que está adaptada a las condiciones de la sabana de esa zona y resulta económica.
El principal enemigo del guepardo en este país de África del Sur y otras naciones vecinas es el propio ser humano, que los mata para evitar que no cacen a su ganado.

Fotografía facilitada por Doug Gimesy | EFE/Doug Gimesy
Por eso, la Conservación de Guepardo en Botsuana (CCB), un grupo conservacionista, concibió la idea de usar perros entrenados para practicar lo que mejor saben hacer: perseguir a estos felinos y espantarlos de las cabras de los pastores.
"El cachorro (canino) se cría con el ganado desde que tiene 6 o 8 semanas y crece creyendo que es una cabra y protegiendo a su familia", cuenta a Efe la coordinadora de Compromiso y Sensibilización de esta organización, Jane Horgan, en Ghanzi, un pueblo del oeste del país.
"Los perros son capaces de detectar cuando el guepardo se acerca e interrumpen su patrón de caza al ladrar y a veces perseguir al felino. Así advierten al resto del ganado y hacen que se agrupe para que sea más seguro", prosigue Horgan.