En una tierra acostumbrada a transformar la adversidad en oportunidad, no sorprende que un ingrediente olvidado se haya convertido en el protagonista de una iniciativa dulce, creativa y sostenible. Lo que antes se descartaba, hoy se sirve frío, con sabor a identidad canaria.
En La Palma, en pleno ambiente festivo, se ha presentado una propuesta que une tradición, economía circular y apoyo al campo. Y lo hace a través de uno de los placeres más universales: el helado.
Helados con sello palmero
La Consejería de Transición Ecológica y Energía del Gobierno de Canarias ha lanzado una línea de tres helados artesanales elaborados con almendra local de La Palma. Esta propuesta se enmarca en el proyecto ‘Agroforestales de La Palma’, dentro de la campaña ‘La Almendra Bonita’, y busca revalorizar el producto local mientras se impulsa la innovación alimentaria con raíces en el territorio.
La empresa Helados Artesanos Taburiente S.L. ha sido la encargada de desarrollar los sabores, que combinan tradición y creatividad: chocolate con almendra, nata con almendra garrapiñada y una versión helada del clásico palmero Príncipe Alberto. Todas las recetas utilizan almendras dañadas en el proceso de cascado, un subproducto que hasta ahora no se aprovechaba.
Sabor con conciencia
Más allá del postre, el proyecto tiene implicaciones de fondo. Desde 2022, el Gobierno de Canarias trabaja en una estrategia para reactivar el cultivo del almendro, preservar el paisaje de medianías y, al mismo tiempo, fortalecer las barreras naturales contra incendios forestales.
“El cultivo del almendro no solo tiene valor económico, sino también ambiental”, ha recordado el consejero Mariano Hernández Zapata, que subrayó la importancia de apoyar al sector agrícola y tejer alianzas con empresas locales para generar valor añadido. “Defender el paisaje es también trabajar por una isla más resiliente”, afirmó.
De la finca al festín
El proyecto ha encontrado un escaparate perfecto en las Fiestas Lustrales de Santa Cruz de La Palma, donde se presentaron los helados en la antesala de la Bajada de la Virgen, un evento que moviliza a toda la isla. “No hay mejor momento para refrescarse con una propuesta como esta”, destacó el alcalde Asier Antona, que valoró la iniciativa como un ejemplo de cómo conjugar identidad, sostenibilidad y sabor.
Así, lo que antes era un simple desecho agrícola se convierte ahora en una oportunidad deliciosa. Un helado que no solo refresca, sino que revive el campo, defiende el territorio y nos recuerda que incluso lo que nadie quiere puede transformarse en algo extraordinario.